sábado, 30 de enero de 2016

CAPÍTULO 16: EL MENSAJE

San francisco estaba en silencio. Únicamente era roto por llamaradas de vehículos ardiendo, algún tiro o grito en la lejanía, en los hogares y escaparates los televisores emitiendo aquella niebla televisiva indicando que no había señal y poco a poco el cesar de la lluvia sobre aquella mojada noche, sobre aquella ciudad herida...
Entre aquel silencio, el sonido de los televisores se detuvo. Las pantallas quedaron en negro, y a continuación sobre un fondo azul apareció el logo de la casa blanca.
Acto seguido apareció dentro de esas cajas informativas el Presidente de los Estados Unidos. Se mostraba serio. Estaba sentado en un sillón de cuero oscuro frente a una mesa. Aquella habitación no era el despacho oval, sino otro cuarto más oscuro, menos luminoso.
El Presidente tenía las palmas sobre la mesa, y comenzó su discurso:

- << Queridos ciudadanos americanos, queridos ciudadanos de todo el mundo. Hermanos, pues esta noche todos pertenecemos al mismo bando, no importa el la ideología, raza, sexo... Todos somos uno. 
Hoy es un día para la verdad.
El mundo necesita saber lo que está sucediendo en San Francisco, y lo que este ataque representa. 
Esa clase de poder en manos de este tipo de personas es muy peligroso.
Este terrorista que se hace llamar Capucha Negra ha impuesto el reinado del terror, está intentando acabar con todo lo que hemos creado, todo lo que hemos conseguido. 
Puede borrar del mapa a toda la raza humana, y tenemos que destruirle.
Estamos en guerra con nuestro enemigo. Ese psicópata nos ha traído la guerra a nosotros.
Hemos aislado San Francisco por completo, pero en su interior tenemos varios dispositivos militares, que trabajan codo con codo con los distintos organismos de la propia ciudad y con sus ciudadanos, para conseguir sacarles de la Zona 0 sanos y salvos.
Quiero dar esperanza a todos lo ciudadanos, no desistáis, sois nuestra inspiración para seguir luchando y lograr vencer a este demonio.
Hago hincapié a todas las buenas personas que queden, no os rindáis, la ayuda está llegando, estamos consiguiendo hacerle frente.
Aguantar, venceremos a la oscuridad. 
Vencerá el día contra la noche.
Dicen que la noche es más oscura antes de amanecer. Y os lo prometo... Está apunto de amanecer.
Aguantar, pues nosotros seguiremos luchando a vuestro lado para acabar con aquellos que se creen por encima de la ley y creen que pueden jugar con nosotros a su antojo.
Aguantar.
Buenas noches, y buena suerte.>>

Los televisores se volvieron a teñir de azul tras el emblema de la Casa Blanca, y la ciudad volvió a su silencio...

miércoles, 20 de enero de 2016

CAPÍTULO 15: LA VISITA – PARTE 1

- Chicos esperad un momento aquí. – dijo a John y Steven antes de desviarse del camino hacia la oficina del comisario – ¡Mónica! ¡Cómo me alegro de verte sana y salva! – exclamó James al reencontrarse con su compañera – Necesito saber dónde está Cheap, ¿le has visto por aquí?
- ¡Oh James! Me dijeron que andabas con John pateando a los malos. – respondió entre breves sonrisas  – Anda trasteando en su sala de computadoras, ya le conoces, no sale de ahí ni con esta crisis... ¿Tenéis idea de lo que está pasando?
- En ello estamos, por eso le necesito... – la notó ausente – ¿Mónica te pasa algo?
- James, hemos perdido a muchos... Y Calvin... Aún no ha regresado al toque de queda y tampoco contesta a las llamadas, ni de móvil ni de radio...  – Calvin era un compañero con el que estaba saliendo.
- Vaya Mónica... Calvin se las sabe arreglar, seguro que está tratando de llegar en estos momentos, pero la ciudad está patas arriba. Dale tiempo, en cuánto pueda se pondrá en contacto contigo y aparecerá por aquí, ya lo verás. – dijo Owens consolando a su compañera – Ahora he de seguir, ¿vale Mónica? Tu aguanta, ya verás como se soluciona todo esto.

James se dirigió hacia el final de la comisaría, a la sala de ordenadores y abrió la puerta. Allí estaba Cheap con sus gafas de pasta y sus cuatro monitores sin parar de teclear. A éste le reclutó James, y tenían una gran amistad desde que le reconvirtió a las filas legales.

- ¡Viejo amigo! – se levantó el informático y se fundieron en un fuerte abrazo – Te las sigues apañando bien sin mi ayuda por lo que veo.
- Ya sabes, soy más de atrapar a malos reales, te dejo a ti a los virtuales, tu los localizas y yo los cazo, jeje. – bromeó el detective – Cheap, ¿tienes idea de qué está ocurriendo?
- Owens, sé que es algo gordo, por lo que he podido rastrear por las emisiones de ese tal capucha negra y de los rasgos del virus que ha soltado se trata de un tipo que sabe hacer muy bien las cosas, no deja nada al descubierto, y sus rastros se desvanecen a medida que avanzo en su búsqueda. Ese  virus por lo que he podido rescatar del ciberespacio y redes sociales se comporta a modo de convertirles en una especie de zombies, ya sé que suena a película, pero por lo visto mata a sus huéspedes con una fuerte fiebre, y cuando se despiertan se vuelven totalmente irracionales y agresivos. Atacan sin ningún patrón, he visto vídeos de gente que muere y revive... ¿Increíble verdad? – hizo una pausa emocionado – Unos corren, y otros son más lentos. ¡Ah! Y la forma de abatirles, atacando a la cabeza. Eso es todo lo que tengo por el momento. 
- Más o menos ya sabía todo lo que me has contado... He tenido que lidiar con unos cuantos. ¿Se sabe si realmente están muertos o si existe algún tipo de cura? – preguntó el detective.
- Ni idea colega, es la gran pregunta, aunque  házsela mejor a la doctora Raven... Muy simpática ella... – hizo con una mueca burlesca – Me parece que sabe bastante más de lo que dice.
- Ya tuve el placer de conocerla... Cheap, en realidad he venido para traerte algo que puede arrojar algo de luz sobre esta situación. – le dijo mientras sacaba de su cartera la pequeña cápsula y se la entregaba.
- ¿Qué se supone que hay aquí dentro? – preguntó observando el chip que había en su interior a contraluz del  techo.
- Información robada del ordenador del tal “Capucha Negra”. Por lo visto “El Puerco”  consiguió colarse en su ordenador a través del canal de contacto que tenían y pescar bastante información. Sólo que se encuentra encriptada. ¿Serás capaz de leer la información?
- ¿Bromeas? Joder, ¿información fresca del mismísimo terrorista robada por un mafioso? Voy a ponerme con ello ahora mismo. No sé de qué nivel de seguridad se tratará, pero por algo me tenéis a mi aquí ¿no? – dijo fanfarroneando.
- Muy bien. En cuanto tengas algo avísame. Tengo que ir a hablar con el capitán e informarle y vuelvo ¿vale? – dijo mientras abandonaba la sala.
- ¡Cuenta con ello súper detective! – respondió levantando el pulgar.

James cruzó la oficina a toda prisa y se reencontró con sus compañeros. Los tres continuaron por el pasillo, hasta llegar al final a la puerta del  comisario Bridges.

- ¡Capitán! – James estrechó fuertemente la mano con Bridges mientras le palmeaba el hombro  – Nunca pensé que me alegraría tanto de verle aquí señor.
- ¡James! Que alegría, y veo que John sigue sin poder vivir sin usted, jaja. – el comisario estrechó fuertemente la mano con el agente Meine.
- Si señor, creo que al final tendrá que darnos unas buenas vacaciones para irnos de luna de miel si conseguimos salir de todo este jardín que se ha liado.
- Señor – en esta ocasión fue Callery quien dio un apretón de manos a su comisario – conseguí traer a las niñas sanas y salvas. ¿Qué ha pasado aquí durante todo este tiempo? ¿Dejé la infantería para que me traigan  aquí al mismísimo ejército? – dijo a tono irónico.
- Señores tenemos una situación de alerta máxima. El Presidente ha decretado la cuarentena para todo San Francisco. Estamos aislados del mundo exterior hasta nueva orden. Entre las distintas comisarías y agencias del estado estamos coordinando, con la ayuda del ejército, la seguridad de los ciudadanos en su mayor medida pero sin correr riesgos. Es decir, estamos analizando a todas las personas que puedan pasar el umbral. Los que están sanos les protegemos y damos cobijo hasta que decreten el plan de extracción. A los infectados... Bueno... No hay cura de momento. El equipo del Presidente nos ha informado de que están trabajando en ello..
- ¿Perdona pero cómo? ¿Acaso tienen muestras allá afuera? – le interrumpió James.
- Owens, estos científicos no están aquí por casualidad. Han estado extrayendo muestras durante toda la noche, y hay un convoy con línea directa con los asesores de la Casa Blanca. Están trabajando desde aquí dentro, la Zona Cero, para minimizar  los riesgos. Pero tampoco soy científico, no se en que consisten las pruebas que estén haciendo. La OMS está supervisando todo, y creo que extrajeron unos cuerpos para su estudio.
- Señor.. Cuerpos... ¿Vivos? ¿O muertos? O como demonios estén... Si esta infección se propaga ahí fuera... Será el fin. Usted no les ha visto cara a cara como nosotros... Son monstruos, no caen, algunos son  muy rápidos y resisten a todos los ataques... No se como podríamos frenar una pandemia a escala mundial. – replicó Steven.
- Señor Callery, por eso usted es agente y antes fue soldado. Si hubiese sido científico estaría ahí abajo con la doctora Raven ayudándola, ella sabe lo que se trae entre manos, y nosotros no. Así que les pido máxima colaboración con ella y el Coronel Philips, el Presidente ha dado orden de prestar nuestra ayuda en todo momento, ¿oído? Y esto va para los tres.
- Señor, con todo respeto, usted no ha visto en qué consiste la supuesta seguridad... Ahí fuera ha habido una masacre, han abatido a madres, a niños... A toda la gente que había fuera únicamente pidiendo ayuda. Yo soy policía, no un soldado sin escrúpulos que simplemente cumple órdenes a cualquier coste. – contestó James dolido. 
- Pues agente, eso es exactamente lo que va a hacer en esta ocasión, pues es una orden directa del Presidente, si no puede con esto aceptaré su placa sobre mi mesa en cualquier momento, pero no es momento para abandonar el barco, es momento de arreglar entre todos esta situación, así que más le vale aclararse las ideas y ser el agente fuerte que espero que sea... Esta noche está siendo muy larga, demasiado, ha caído mucha gente, compañeros, ciudadanos... Pero hemos de luchar por salvar a todos los que estén a nuestro alcance... ¿Cuento con ustedes? – preguntó, dirigiéndose a los tres.
- Salvemos nuestra ciudad tío... – dijo John empujando con el hombro a su compañero Owens – Cuente con nosotros tres para protegerla ¿vale?
- Eso esperaba escuchar agentes... Bueno, ¿has conseguido traer a Joe? Me dijisteis que tenía información crucial. ¿De qué se trata? ¿Y dónde está ese cerdo?
- Está abajo en la enfermería, le están curando una herida de bala, nada mortal. – aclaró - Señor tenía un chip bajo la piel. La guardaba como moneda de cambio para el terrorista. A partir de ahí está colaborando con nosotros. – informó James.
- Agente no dé por sentado nada. Por lo que sabemos ha colaborado con el terrorista y podría seguir estando haciéndolo. ¿Dónde está ese chip?
- Lo está analizando el especialista. – respondió.
- ¿No se le ocurrió consultarme antes de hacer nada? Podría estar soltando un virus en el sistema en estos momentos si no fuese lo que dice ser.
- Señor... Cheap es un experto. Creo que sabe bastante como para abrir algo que no pudiese controlar. – dijo en tono ofendido ante la insistencia del capitán por ese chip.
- Qué sea la última vez que omite el paso de dar yo el visto bueno, ¿me ha entendido? – replicó ofendido.
- Señor, opté por ir agilizando la recuperación de esos datos para poder tener alguna ventaja ante este ataque. Si hubiese visto lo que nosotros sabría que está en nuestro bando. Nos ha ayudado a sobrevivir. – insistió el agente.
- Por lo que a mi me consta ese puerco no tiene bando más que el suyo. Espero por nuestro bien que no se confunda. Iré a ver la información que haya sacado Cheap, ustedes traigan a Joe para que podamos interrogarle cuanto antes.
- Señor me gustaría acompañarle a la sala de ordenadores. Tal vez... – se ofreció James.
- No. Baje a por él con sus compañeros y espérenme en la sala de interrogatorios. – dijo tajante.
- Capitán, Steven y yo podemos llevarle hasta allí y esperarles mientras lo preparamos todo. Le vendrá bien Owens para que le vaya orientando con lo que hemos visto por si tiene información relacionada. – contestó John echando una mano a su compañero.
- De acuerdo... – aceptó a regañadientes – Venga conmigo, y ustedes súbanle inmediatamente. Quiero empezar a recopilar información y contrastarla con la Casa Blanca, a ver si podemos acabar con todo esto de una vez.

El comisario y James se separaron de sus compañeros cuando estos continuaron por el pasillo hasta llegar al ascensor y cogerlo hasta la planta baja, donde se encontraba la enfermería. Allí estaban Kate y Joe junto con dos enfermeros que les estaban tratando.

- ¿Kate cómo te encuentras? – le preguntó John a la joven que se encontraba acostada sobre una camilla.
- Bien... Sólo conmocionada... Me ha examinado la doctora Raven y me dijo que descansase.
- ¿Dónde está? – volvió a preguntar Meine mirando hacia su alrededor.
- La doctora se encuentra en la sala contigua. – respondió Joe que tenía vendada la parte superior del pecho cubriendo todo el hombro.
- ¿Tú qué tal? – dijo acercándose a Joe – ¿Han terminado de atenderle? Tenemos que llevárnoslo para interrogarle. – le dijo Joe al enfermero que le estaba administrando algún tipo de medicación mediante una inyección.
- Sí, por nuestra parte ya está. Pero le aconsejo que le dejen reposar. Los puntos podrían saltárseles. Le hemos suturado la herida y extraído la bala. Ahora mismo tiene el hombro dormido, este calmante le quitará el dolor durante las próximas horas. Cuando vuelva el dolor revisaremos la herida, que todo vaya bien, y vemos si volver a infiltrarle. Y sí, la doctora Raven está ahí. Pueden hablar con ella, salió para comunicarse con el coronel Philips e informarse sobre la situación de uno de sus soldados.
- Esperadnos aquí. – John avanzó hacia la sala junto a Callery. Allí se encontraba la doctora – ¿Raven disculpe, tiene un minuto? 
- Sí... No consigo contactar con Philips, sé que regresó el equipo del sargento Rogers y que éste se encontraba herido. Mandé al garaje a dos auxiliares de mi equipo a ayudarles a que me lo trajesen. Desde ahí no se nada... Díganme rápido, bajaré a ver qué pasa, si es por la señorita Rutherford y Sullivan ya he acabado, ya acabé con ellos, solo necesitan descansar.
- Seré breve.. ¿Cómo se encuentra Kate? – preguntó preocupado John.
- No sé si será consciente de que ha sufrido una doble violación... Tiene daños físicos, golpes, desgarros,... pero no son los que más me preocupan, nada que con tiempo y medicamentos no se cure, además tomé una muestra de sangre para analizar posibles ETS que haya podido coger, sin embargo psicológicamente está muy afectada... Tardará tiempo, si es que lo consigue, en olvidar todo lo ocurrido esta noche.
- Si lo sabía. – se pronunció John – Únicamente quería saber en cómo podríamos ayudarla.
- Señor... ¿Meine era, verdad? Necesita tiempo. Dejen que la medicación cumpla su cometido y poco a poco esperemos que mejore. Más adelante debería de hablar con un psicólogo para poder abrirse con él y poder cerrar esas heridas internas...
- Muchas gracias doctora. No la molestamos más, si necesita de nuestra ayuda no dude en pedírnosla. – dijo Callery agarrando a su compañero afectado y dando media vuelta.

La doctora enfiló hacia el final del pasillo, dejando atrás a los agentes que se quedaron con Joe y Kate, y los dos auxiliares. Pulsó el botón del ascensor, que se encontraba subiendo desde el garaje a la segunda planta, a las oficinas.

- ¿Pero dónde demonios van? – se preguntó la doctora.



...



El comisario Bridges y James llegaron hasta la sala de computadoras. Allí se encontraba Cheap con las pantallas llenas de números y letras, sin parar de teclear en distintos teclados, sacando y metiendo distintos dispositivos.

- Señor Cheap, veo que ya está con ello. ¿Ha conseguido algo? – preguntó el comisario.
- ¡Capitán! – dijo sin darse la vuelta, ni dejar de trabajar  – No había caído en la cuenta de que estabais aquí dentro.
- Acabamos de llegar Cheap, ¿qué es todo esto? – preguntó Owens a su amigo.
- Pues todo esto es lo que tiene el chip. Al parecer Joe se ha portado, sólo que es más complicado de lo que esperaba. Pensaba que ya estaría dentro leyendo los datos, pero estos cortafuegos...
- ¿No eres capaz de leer la información? – insistió el comisario.
- Yo no dije eso... Y.. ¡ Voilá! – dijo mirando fijamente a las pantallas mordiéndose la lengua justo cuando tecleó intro.

De pronto las pantallas llenas de cifras y letras comenzaron a convertirse en ventanas. Podía apreciarse una barra de conversión de datos progresando lentamente. Y a medida que se convertían, los datos comenzaban a poderse leer.

- Señores, aquí tenemos el ordenador de “Capucha Negra”. Sabía que lo conseguiría, jeje. – dijo cruzando sus manos Cheap tras su nuca con voz de satisfacción.
- Eres una máquina. – le felicitó James palmeándole la espalda – ¿Podemos empezar a leerlos?
- Sí, a medida que se vayan descargando. Veamos que carpetas encontramos.
- Señor Cheap, espere. ¿No puede contener un tipo de virus que nos invada la red de la comisaría? – se preocupó el comisario.
- No señor, al igual que el chip, tenemos sistemas de seguridad, nosotros también poseemos cortafuegos que impida su avance en caso de que existiese algún tipo de troyano. Aún así lo barrí por completo con unos cien  antivirus antes arriesgarme a abrir nada desde aquí dentro. Siempre lo hago, estése tranquilo, todo está bajo control. – le calmó mientras abría la pantalla.
- Que te parece si empezamos por esta carpeta. – dijo señalando en la pantalla un recuadro en el que ponía “Los Maníacos”, a la vez que la barra de conversión seguía creciendo.
- De acuerdo... Veamos. – contestó abriendo el archivo.

Antes sus ojos la pantalla se expandió con documentos de aprobaciones de traspasos de cuatro presos, con fichas adjuntas con sus datos y delitos. Parecían los documentos oficiales de las prisiones, las cuales todas estaban colindantes al estado de San Francisco. Una cruda coincidencia... Los cuatro presos eran conocidos mundialmente. Lo peor de lo peor. James se miraba de reojo con Cheap, esperando que no se tratase de lo que estaba pensando. Cheap abrió el primer fichero de los cuatro que había:

• Timmy Wayne: Conocido como Clown o El Payaso Loco. 
Psicópata que mataba por placer, asesinó a 33 jóvenes y por ello fue sentenciado a la pena de muerte. Utilizó como defensa propia el testimonio de su infancia, en la que vivió falta de afecto y maltrato físico por parte de su madre, y que nunca conoció a su padre. Fue profesor de la universidad de San francisco, la USF, en ciencias.
Solía caracterizarse por llevar una máscara de payaso. Atacaba a niños y niñas con motivo de que no soportaba verles sonreír, ver la inocencia y felicidad en sus caras, por ello se disfrazaba de dicho modo y al morir les dibujaba una sonrisa en la cara con una navaja. 

• Jeffrey Gain: Conocido como el Carnicero de Oakland.
Asesino que horrorizó el país en la década de los 80. Es conocido no sólo por la cantidad de personas que asesinó, las cuales se contabilizan en 21 de momento, sino también por practicar la necrofilia y el canibalismo, de ahí que muchas víctimas no hayan conseguido recuperarse. En el momento de la inspección de su domicilio, la policía encontró un cadáver que se encontraba decapitado y con el cuerpo completamente abierto en canal. La cabeza estaba sujeta en el sótano entre un tornillo de banco sin ojos ni lengua.


• Miranda Edmons: conocida como la Satánica Dorada.
Asoló la ciudad de Sacramento con 22 muertes. Se caracterizaba por ir con una túnica blanca, y beber la sangre de sus víctimas después de cada asesinato, incluso llegando a bañarse en ella. Todos sus asesinatos se realizaron como culto al Demonio, practicando cultos típicos de dichos actos satánicos, tales cómo grabar sobre sus espaldas, frentes o pechos signos demoníacos con una daga mientras estaban vivos.

• Ramsés Pérez: conocido como Calígula.
Acusado de secuestro, violación y asesinatos. Con más de 40 víctimas. Se trata de un asesino violento, que mataba con indiferencia. Cuando sentía la necesidad o simplemente alguien le miraba de un modo que no le gustaba, se enzarzaba con él a puñetazos o utilizando todo tipo de armas, tanto cuchillos o machetes, cómo armas de fuego. También tomaba a mujeres por dónde iba, dejando un rastro de violaciones y cadáveres a su paso. Fue detenido en Bair Island, detención en la que tuvieron que intervenir hasta veintidós agentes. Debido a su gran corpulencia, una altura de dos metros y medio aproximadamente y su fuerza bruta, no eran capaz de reducirle a pesar de que éste no portase armas en aquel momento.

Todos ellos fueron condenados a muerte por sus delitos y en todas sus fichas de traslado marcaban una misma fecha y lugar. Lo peor de lo peor fue trasladado hacía una semana a San Quentin State Prison, una prisión al norte de San Francisco. Las órdenes venían aprobadas con el sello de la Casa Blanca, y con la firma del vicepresidente de los Estados Unidos...
Algo muy extraño había en todo esto, y que estos documentos estuviesen en archivos de Capucha Negra daba aún más que pensar.

- Joder... Tras Ramsés fuimos John y yo... Era un salvaje, cuando pasó por nuestra zona se llevó un balazo con mi nombre en el brazo, y aún así fue capaz de abrir la puerta de un camión y fugarse en él. – dijo James recordando a aquel tipo.
- Tío... Espero que no te lo vuelvas a cruzar y se acuerde de ti... Je... – bromeó Cheap con una ligera sonrisa – Han juntado a los chicos malos por lo que veo...
- Abre esta carpeta... – señaló James.
- Disculpadme un segundo. – el comisario abandonó la sala con el móvil en la oreja.
- ¿Planos de Mr. Purple? ¡Parece un juego de aventuras! – Cheap no desistía con sus chistes malos.
- Exacto... Espero que no se trate de informes de más locos... – James intentaba procesar todo lo que estaba viendo.

Ante sus ojos se expandieron cuatro planos de centros del estado de San Francisco: los del hospital, la estación de bomberos, el ayuntamiento y... La comisaria.

- ¿Pero qué coño? – exclamó el capitán al volver a entrar en la sala desde el umbral de la puerta – son los planos de los cuatro centros que ha decretado la Casa Blanca para montar puntos de extracción y seguridad de los ciudadanos... ¿Cómo puede tenerlos ese hijo de perra?
- Señor... Todo esto no me gusta... Si tienen los planos de la comisaría no es un lugar seguro para refugiarnos. Espero equivocarme pero todo esto me huele muy mal. Deberíamos evacuar esta comisaría cuanto antes, asentarnos en otro lugar que no conozcan.

Los tres se miraron con cara de no saber exactamente lo que estaban visualizando en aquellas pantallas. Esos cuatro asesinos juntos y que hubiesen ocurrido todos estos acontecimientos, los planos de los lugares donde reunir y proteger a los ciudadanos, la implicación de la Casa Blanca... Todavía no había terminado todo esto.

De pronto la luz en la comisaría desapareció por unos segundos, momentos de oscuridad total antes de que se encendiesen las luces de emergencia, dejándola iluminada de forma tenue. 

- ¿Qué pasa Cheap? – preguntó el detective.
- Las luces de emergencia... Alguien ha cortado la luz. – respondió el comisario, afirmando el informático desde su mesa, ante la pantalla que quedó totalmente opaca.
- Cheap, ¿la descarga de los datos? – James instó a su amigo.
- Tranqui tío, mi torre y monitor van con un minigenerador secundario que se activan automáticamente al desaparecer la energía, la computadora sigue trabajando, por lo que los datos siguen convirtiéndose. La pantalla ha debido fundirse por el cambio de energía. Me pongo a ello ahora mismo, cambio el monitor y listo.
- James salgamos tú y yo a ver que pasa. – ordenó el capitán.

Afuera, la oficina al completo quedó enmudecida por unos instantes. El único sonido que pudo escucharse fue el timbre del ascensor abriéndose.

- ¿Quiénes sois vosotros? – preguntó un agente al que le pilló el apagón volviendo de los lavabos en el pasillo por delante del ascensor.

Ta ta ta ta ta.

Una metralleta abatió al agente. Del ascensor emergieron cinco tipos. Los dos primeros, vestidos de negro al completo con ropas de asalto. Cascos, kevlar, metralletas automáticas... Totalmente bien equipados, todo muy profesional.Tras ellos aparecieron otros tres. El primero portaba una recortada, la sostenía con unos guantes negros cubiertos con sangre. Llevaba un mandil también manchado por la que goteaba de la cara del coronel, que la llevaba sobrepuesta a modo de máscara completamente. Estaba abierta por detrás y amarrada con unos cordones que había atravesado sobre la cabellera. Siguieron avanzando. Tras él una mujer con un camisón blanco se agachaba ante el policía abatido y le susurró.

- Shhh, descansa... – mientras le agarraba la nuca exhalando su último aliento, ésta le clavaba un puñal en el corazón. Acto seguido lo sacó y lamió el filo manchado en rojo púrpura.

Por detrás la adelantaba un tipo con un disfraz de payaso bastante sucio y macabro. No hacía más que soltar carcajadas siniestras mirando la escena de aquel agente tumbado mientras Miranda saboreaba el sabor de su muerte. La máscara de payaso que cubría su rostro estaba envejecida. Tenía los dientes amarillos, pelo pobre y verde que caía tras su calva, dándole un aspecto bastante repulsivo. 
Ella se reincorporó y al entrar en la oficina los cinco comenzó una verdadera masacre. Disparos por doquier bajo aquella luz pobre debido a que habían cortado la principal. Los agentes caían mientras los Maníacos avanzaban. Miranda se subió sobre una mesa y sacó un revolver para volarle la cabeza a la compañera anteriormente mencionada, Mónica. 

- Aquí sólo hay sitio para una mujer, ¡adiós! – dijo mientras apretaba el gatillo sobre ella. Los sesos tiñeron su camisón con brotes rojos.

No hubo tiempo de acción por los agentes, que cuando comenzaron a defenderse con fuego cruzado habían acabado con más de la mitad de la plantilla. Momento en el que aparecía en escena el detective James y su comisario.

BUM

Abatió a uno de los de negro, con un disparo certero en el pecho, haciéndole caer de espaldas, pero no acabando con él, pues su chaleco antibalas le protegía bien. 

- ¡Apuntad al fondo! – dijo aquel payaso descargando su munición sobre los cristales de la oficina de Cheap, y las mesas contra las que se cubrían James y el capitán.
- Señor resguárdese dentro, protejan esos datos. Vienen a por ellos, estoy seguro. – le instó a su comisario el detective – Intentaré distraerlos, salgan por la puerta de emergencia trasera.
- ¿Está seguro Owens? – le respondió el capitán bajo todos esos disparos.
- ¡Salgan, ya! – le instó el agente.

El comisario se metió tras la puerta como pudo para entrar a la oficina. James se quedó sólo junto a otro agente que se cubría tras la mesa contigua. No podían ver lo que estaban haciendo esos cinco psicópatas. Guardaban silencio para no delatar su posición. James le hizo señas a su compañero Chris, para que ambos llegasen a la puerta lateral y poder salir de ahí con vida. Ya habían tenido tiempo suficiente Cheap y el comisario para escapar de allí. Cuando Chris se decidió a llegar hasta la puerta al abrirla se encontraba aquel tipo con la sangrienta cara del coronel y aquel delantal.

- Hola, ¿ibas a alguna parte? – le cercenó la mano con la que sostenía la pistola al agente con un cuchillo de carnicero y le agarró por el  cuello, levantándole con una sóla mano antes de abrirle la garganta.
- ¡Nooooo! – James se levantó y le disparó a aquel asesino al que no consiguió acertar antes de meterse en la oficina de Cheap mientras le cosían a tiros.

En aquel suelo yacía su amigo, tenía un tiro en la nuca. Y la pantalla del ordenador y la torre estaban destruidos. El chip no estaba, debió cogerlo el capitán antes de marcharse. Al girar a su amigo en el suelo James vio que sostenía algo en la mano. Se trataba de su móvil que parpadeaba. Lo agarró y leyó: transferencia al 100%.
Había transferido los datos del chip a su móvil personal, que era prácticamente su segundo ordenador.

- Bien hecho Cheap, bien hecho amigo. – dijo a su cuerpo mientras salía de aquella sala por la salida de emergencias.