domingo, 8 de mayo de 2016

CAPÍTULO 19: EN LLAMAS

Al enfilar el final del pasillo, James se encontró frente a él a una niña encapuchada revolviéndose, debía de estar amordazada por los jadeos ahogados que lanzaba. Estaba maniatada y controlada por aquel tipo disfrazado de payaso. Junto a él se encontraba la mujer del camisón blanco. Ella le dirigió una mirada amenazadora al detective, mientras el otro tenía una estúpida y macabra sonrisa dibujada en su cara.

- ¡Jessica! – Owens intentó acercarse a ella, pero el carnicero le encañonó con su escopeta la espalda, en señal de que no se desviase del camino, dejando a la niña a su derecha.
- Jess estamos aquí contigo. – dijo Sarah intentando adelantarse, pero al ver el panorama se detuvo.
- No pares, y tú no te muevas.. – les dijo aquel sádico con una cara desmembrada por máscara. Mientras “el comisario” Bridges le adelantó hasta llegar al detective, dejando a la pequeña Sarah detrás junto a aquel psicópata con la recortada.
- Bueno tienes claro lo que hay que hacer ¿no? Según tú está allí tu gente, de ti depende salvarlos a ellos, a Jessica, a tu hija... Adelántate, diles que te den el móvil, me lo enseñas y dejo que tu cría se vaya con vosotros. Me traes el móvil, compruebo que contiene los datos sin más copias, y dejo que te lleves... lo que queda de esta otra niña. Así que sin trucos y rapidito, ¿de acuerdo? – James se giró viendo la puerta de la enfermería, miro a aquellos locos con su hija y la pequeña Patterson y asintió con la cabeza con un breve suspiro.
- Jess mi padre nos salvará, aguanta. – le dijo Sarah mientras el comisario y sus hombres no perdían la vista del agente Owens.

Los pasos del agente se hacían muy largos y pesados. Retumbaban en el interior de aquel eterno pasillo, él mientras, intentaba idear algún plan, alguna solución ante aquel panorama desolador. Si entregaba aquellos datos al comisario y secuaces de Capucha Negra, significaría perder cualquier ventaja que tuviesen de salir allí con vida, además de la posible solución ante la crisis que estaba sufriendo el mundo en aquel momento, por el contrario, aquellos asesinos acabarían con la vida de Jessica y su hija Sarah...
Se le acababa el tiempo para pensar. Llegó a la puerta y la golpeó con fuerza dos veces.
Ante él la puerta se abrió lentamente con el arma de su compañero apuntándole tras la abertura.

- Vamos James pasa. – al abrir la puerta vio a los psicópatas en el otro extremo del pasillo – ¡Oh mierda! ¿Pero qué?
- Cierra y te explico James, necesito el móvil de Cheap. – le dijo mientras cerraba la puerta tras de sí.

Bridges se acercó al carnicero Gain, le apartó ligeramente del grupo y habló con él en voz baja.

- Manda a alguien para que cubra la salida que tienen desde el garaje por el montacargas por si se les ocurriese salir por ahí. Una vez tengamos el móvil en nuestro poder les mataremos a todos. No quiero más errores. – el carnicero asintió con esa cara arrancada sobre su rostro y se dirigió hacia los otros dos maníacos. El comisario se giró hacia la niña. – Pequeña Owens, gracias a ti, tu padre y yo hemos llegado a un acuerdo, es un tipo muy sensato, y ha aceptado mis condiciones por el bien de vuestro grupo.
- ¿Cuáles son esas condiciones? – la niña le respondió con cara de desconfianza, pero el comisario únicamente le contestó con una breve sonrisa antes de girarse de nuevo hacia la entrada de la enfermería portando su arma.

El grupo de supervivientes que estaban escondidos en aquella sala fueron apareciendo. El primero en acercarse fue Eusko, que soltó un ladrido, al que le siguieron Kate y Joe. 

- Cuenta qué demonios están haciendo esos ahí fuera compañero. ¿Estaba allí el comisario o me lo pareció? – exclamó John mientras aseguraba el cierre de la puerta.
- ¿Están ahí fuera? ¿Les has traído? – se alarmó Joe.
- Dejadle hablar, algún motivo tendrá, algún plan. – apaciguó Kate.

James se apoyó en una camilla, mientras se tocaba la cabeza. Estaba agotado.

- Lo primero... ¿Cómo se encuentra la hija de Frank? – dijo con voz serena.
- La hemos estabilizado. – dijo la doctora Raven junto a uno de los auxiliares al salir tras la cortinilla donde atendieron a la pequeña Andrea.
- Bien. Eso está bien. Veamos... He estado hablando con el comisario, no estaba retenido en aquella sala John... Él es una especie de líder de ese escuadrón asesino. Trabaja desde el principio para Capucha negra, lo que no sé es el por qué. ¿Habéis conseguido sacar algo del móvil de Cheap? 
- ¿El comisario? ¿Qué...? – John no podía creerlo – Tío el único que controla aquí de bases de datos informáticos es Frank, y no ha soltado a su hija ni un momento.
- Mierda... Tengo que entregarle el móvil, o matará a mi hija y a Jessica. 
- ¿Se sabe algo de Steven? – dijo Frank asomándose tras la cortinilla.
- No sé nada de él... Lo único que sé con seguridad, es que cuando le demos esos datos, no nos van a dejar con vida, sea lo que sea que contenga este móvil, no se van a arriesgar a que lo pongamos en peligro el plan que tengan, quieren matarnos a todos y seguir con su plan. Ahora mismo estamos en una guerra de la que no podemos escapar... ¿Hay alguna salida desde aquí?
- Mmm, espera, sí, la salida del montacargas, la hemos estado utilizando para subir heridos desde el garaje. Pero sin luz... No funcionará. – dijo Raven.
- Podríamos abrir la trampilla y bajar por las escaleras. Es sólo un piso. Voy a mirarlo ahora mismo. – John se dirigió hacia las puertas del montacargas con un hacha – Joe, échame una mano.

John hizo palanca con el arma entre las puertas ayudándose con Joe. Entre los dos la abrieron y vieron el ascensor desde arriba que se encontraba en la planta del garaje.

- Por aquí podríamos bajar sí. – afirmó el Puerco.
- Bien... ¿Quién tiene el móvil? – John lo sacó de su bolsillo, y lo miró con recelo. Después se acercó a su compañero. 
- Tío... Sabes que si perdemos esto... El mundo se puede ir a la mierda... Tú has visto lo que hay allí fuera... ¿Cuál es tu plan?
- John sólo necesito tiempo... No dejaré que estos cabrones se salgan con la suya, pero es mi hija... – James le miró desesperado y furioso, pues sabía que era la única baza que tenía para poder sacarla con vida de allí. – El único plan que tengo es matarle y salvar a mi hija, o salvar a mi hija y matarle... ¡O matarles a todos! 
- Dáselo, yo confío en él. – dijo Frank desde el otro extremo.
- Y yo, de momento todo lo hemos superado juntos, démosle ese tiempo que además necesitamos  para salir de aquí. – se acercó Kate a la pareja de detectives.

Meine le miró dubitativo....

- Compañero, nuestro futuro está en tus manos... – extendió la mano y le entregó el terminal.
- Lo sé... No os fallaré... – lo agarró con firmeza mirándolo – y ahora... Hablemos de preparar bien este plan, no saben a quiénes se están enfrentando...



...




Los televisores abrieron con una imagen del Presidente Logan sentado sobre una mesa con el emblema de la Casa Blanca. Tenía una mirada seria, dura y fría. 

- Queridos ciudadanos míos, quiero que quede claro, que en este País no negociamos con terroristas, y no estoy aceptando exigencia alguna. El terrorista conocido bajo el nombre Capucha Negra quiere debatir e intentar justificar sus ataques ante todos vosotros, y quiero que juntos, todos nosotros le demostremos nuestra fuerza y que vea que no tememos a este tipo de personas que juegan con el terror para intentar conseguir sus metas. No cederemos, no caeremos, y siempre combatiremos el mal mientras nos quede algún resquicio de aliento en nuestros cuerpos. Sin más, gracias por su apoyo. Comencemos.

La pantalla se dividió en dos, y apareció un hombre encapuchado y vestido completamente de negro, sentado frente a una mesa, con un fondo negro sin profundidad alguna, completamente oscura y vacía. Su rostro estaba oculto bajo la sombra de su capucha cuando su voz comenzó a sonar en aquella sala.

- Buenas noches mundo... Buenas noches a todos... Espero que lo estén pasando tan bien como yo al menos, viendo cómo el sueño americano al que todos aspirabais se va desmoronando poco a poco, y que esa sociedad en la que habéis crecido y os han hecho creer que es justa y sincera, que siempre vela por vuestro bien, ese gobierno que os mantiene a todos a sanos y salvo en vuestras casas, es todo una mentira, no es más que una sensación efímera a la que aferraos y yo os arrebataré de un plumazo. 
- Señor Capucha Negra... Esa sensación es una idea por la que todos hemos luchado y seguiremos luchando siempre. Es más que una idea, es una realidad. Algo por lo que hemos trabaj.. 
- Jajaja, ¿señor Capucha Negra? Formalismos y estoy acabando con tus ciudadanos, con tu País, ¡con tu Mundo! Sois débiles, ¿no te das cuenta? ¿Soy yo el único que lo ve? Todos seréis juzgados y castigados en consecuencia. Estos legisladores con sus eternos debates... No sois más que charlatanes con piel de cordero que utilizáis a la gente, al pueblo, movéis los hilos tras la sombra para interés propio, no sois más que una estirpe degenerativa que tenemos que eliminar de raíz. Ellos son quienes nos han llevado a la ruina. – dijo señalando al presidente, dirigiéndose a los telespectadores –  Ellos me han llevado a despertaos... Estoy haciendo un  favor al mundo. Debemos de comenzar de cero, purificar la raza, y resurgir de nuestras cenizas como el mismísimo ave Fenix.
- ¿Y quién será el que escoja quien debe sobrevivir, tú? – hizo una pausa el Presidente – ¿No te das cuenta de que has alzado la espada contra tu propio pueblo?.. Nadie puede apoyar este ataque, es puro terrorismo. Y tú necesitas ayuda.
- ¿Yo? ¿En serio eres tan hipócrita cuando ves que el mundo está llegando a su fin? De la cara por favor...
- No sé de que me estás hablando.
- ¿Sabe por qué está aquí señor Logan? Yo le acuso de conspirar con el fin de cometer traición, terrorismo y sedición.
- ¿De qué demonios habla? 
- La  verdad es que algo funciona muy mal en este país, ¿no cree? Y si les dijese que el gobierno es el responsable de la muerte de estas miles de personas? – tras esa oscuridad parecía que su mirada podía atravesar las pantallas sin siquiera verse – Gracias a ustedes me di cuenta de cual es el arma más poderosa del mundo... El miedo. Controlándolo eres capaz de todo. 
- Usted es un monstruo que únicamente quiere el caos. No hay razonamiento alguno en sus actos. ¿Por qué no da la cara y nos dice quién es?
- Señor presidente, bajo esta capucha hay algo más que un “friki” que da órdenes... Hay una idea, una idea dispuesta a aplastar el poder que usted ha corrompido y está manejando, como todos los gobiernos con sus normas y sus reglas... El poder no es inocente, y ya es hora de que aprendan qué es ser un hombre de verdad, sin sus protecciones, sin sus privilegios... – la sala quedó en silencio – Veamos...¿Recuerda el proyecto Alfa X?
- ¿De qué está hablando ahora este lunático? – el Presidente se dirigía a sus asesores presentes en su sala.
- ¿Lunático? Únicamente estoy demostrando a este mundo que cuando juegas con fuego te quemas. Pero vayamos a lo que importa, ¿qué opinaría si le dijese que este arma, que esta opción de darle al mundo una segunda oportunidad surgió gracias a la ayuda de su gobierno?
- Eso no es posible, Estados Unidos nunca permitiría el desarrollo de tal arma, sino yo lo sabría.
- Cómo se equivoca señor Presidente, ¿qué le parece un poco de historia?
Su padre comenzó la andadura para dar cabida a este virus en nuestro mundo, pero al ver de lo que era capaz, cerró el proyecto y silencio todas las posibles bocas, de una manera o de otra. Por suerte los datos de esa creación se salvaron, y alguien con suficientes conocimientos los continuó, incluso los perfeccionó hasta el momento en que alguien con las suficientes agallas se atrevió a plantarle cara al mundo en el que estamos viviendo y utilizarlo, llegando hasta el momento en que estamos viviendo ahora. No tenéis ni idea de con quién os estáis enfrentando... – su voz penetró a través del televisor.
- Le repito Capucha, que si hubiese tal proyecto dentro de mi gobierno yo sería conocedor de ello. – el Presidente le contestó tajante.
- ¿Está seguro de ello? – dijo retándole.
- Seguro. – zanjó, momento en el que uno de los consejeros del Presidente se acercó a él para susurrarle algo al oído, después se retiró.
- ¿Qué es esto? ¿Necesita ayuda para hablar conmigo?  Jaja. – reía en tono burlesco y frenó en seco. – Que sea la última vez.
- No Capucha, esta es la última vez que le doy la opción de rendirse. ¿Acepta? –dijo el Presidente levantándose.
- Jaja ¿En serio ahora va de tipo duro? Jajaja.
- Por el poder que me delega mi País le condeno a la pena de muerte. Adelante, bombardeen su base. – dijo dirigiéndose a sus asesores.
- ¿Qué? ¿De qué... – la imagen se cortó con un fuerte chirrido al desaparecer su señal.
- Señores ciudadanos, hemos localizado el lugar desde donde emitía su señal el terrorista. Hemos acabado con él. Sólo es el principio del fin de esta pesadilla. Los campamentos base que tenemos desplegados por todo San Francisco están enfrentándose al ataque con ese virus. Les estamos frenando, lo estamos consiguiendo, me alegro de que hayan estado presentes en esta conversación para que vean que nadie se mete con nuestro País, y que el mal nunca vencerá mientras no cedamos ante él.



...



La puerta se abrió y apareció James tras ella. Su compañero John y Joe salieron tras de él armados y apuntando al otro extremo del pasillo. James avanzó la mitad del camino entre la enfermería y el grupo de los maníacos formados por aquel payaso, el carnicero, la psicópata del camisón, un hombre de negro y el comisario Bridges, todos ellos apuntándoles desde la otra parte. Bridges se adelantó.

- Vamos Owens, ya está medio hecho. Sólo tienes que venir hasta aquí y dármelo, ya he visto que es verdad que estaban allí escondidos, así que vamos por buen camino.
- Suelte primero a las niñas, ya ve que no tengo intención de luchar. Sólo quiero recuperarlas y podernos ir todos de aquí cuanto antes.
- No acordamos eso detective. Yo suelto a... ¿Jessica era? – dijo Bridges girándose hacia sus esbirros, de los cuáles el payaso asintió con la cabeza. – Sí, Jessica. Que vaya con vosotros, después me das el móvil y te coges a tu preciosa y preciada niña antes de que cambiemos de opinión y decidamos acabar con todos vosotros. No pretendo negociar, así que... Como antes, tú decides.
- De acuerdo... – James se giró hacia su compañero y Joe antes de iniciar la marcha hacia los asesinos, momento en el que Bridges hizo una señal con la mano y el payaso la soltó con un empujón de sus sus manos. La niña se zarandeó pues permanecía maniatada y encapuchada, soltando únicamente alaridos. 

Ambos avanzaban en direcciones opuestas por aquel pasillo. En el momento que se cruzaron James se giró hacia ella. 

- Muy bien Jess, no te detengas, esto acabará en seguida, estate preparada. – James casi se lo susurró.
- ¡Vamos! ¡No tenemos todo el día! – insistió el comisario.

James le dirigió una mirada amenazante y emprendió la marcha. Cuando la niña estaba acercándose a John y Joe, y ambos la sujetaron, pues apenas podía caminar. 
James llegó frente a Bridges.

- Parece que aquí llega nuestro camino juntos a su fin, ¿no cree detective? – dijo extendiendo su mano para que le diese el terminal.
- Espero no volverle a ver, sino juro que le mataré. – y soltó el móvil sobre su mano.
- A a a a a... No me tiente Owens, no me tiente. – agarró a la niña y la lanzo contra su padre. 
- ¿Cariño estás bien? – dijo abrazándola mientras el comisario comprobaba que el móvil contenía los datos.
- Sí papá. Estoy bien tranquilo. – y James se reincorporó.

Joe le quitó el saco que le cubría la cabeza a Jessica. La niña tenía la cara pálida y estaba helada. John se encargaba de las ataduras de sus muñecas.

- Oh dios mío.. ¿Qué te han hecho pequeña? – dijo Joe mientras le quitaba la mordaza. John consiguió desatar las ataduras de sus manos.

En ese momento la niña se abalanzó sobre Joe, y le dio un fuerte mordisco en el cuello.

- ¡Joder! – el Puerco la golpeó en el estómago y se la quitó de encima, mientras John se quedó petrificado. Jessica no paraba de reír desde el suelo con la boca ensangrentada.

James y Sarah miraron el escenario al unísono.

- ¡Esa es mi chica... Jajaj! – dijo el payaso detrás desde la parte de atrás del grupo.
- ¿En serio pensabas que sería tan fácil? – Bridges levantó el arma hacia la pequeña Owens cuando James se giró sacando su pistola de la espalda.
- Lo cierto es que no. 

BUM, y la mano del comisario fue reventada a causa del disparo del agente.

- ¡Aaaaaa, maldito cabrón! – chilló de dolor cuando caía lo que quedaba de su mano junto a su arma contra el suelo.
- ¡John ahora! ¡Sara no pares de correr, ya! – dijo el detective cuando le asestó un puñetazo a Bridges. Éste al caer en el suelo soltó el móvil de Cheap el cuál cogió James y echó a correr detrás de su hija.

John todavía en shock viendo al puerco tapándose el mordisco de la niña, la cual se retorcía en el suelo entre risas, agarró el extintor que estaba en el pasillo colgado junto a la puerta de la enfermería y lo lanzó hacia el grupo de maníacos. Cuando lo pasaron Sarah y su padre James se giró.

- ¡Jodeos malditos cabrones! – y disparó un par de veces contra él. El extintor reventó, haciendo que todos ellos cayesen de espaldas debido a la explosión, al igual que James, que estaba aún cerca del grupo. 

Todos cayeron menos el carnicero, que comenzó a seguir a los Owens nada más echaron a correr. De la explosión le levantó contra el techo y volvió a caer. Pero como un resorte debido a la adrenalina se levantó y se lanzó contra James. Le golpeó la cara.

- Me va encantar tu cara como trofeo, intentaré no destrozarla, y ahora dame esto. – no paraba de golpearle y cuando estaba desorientado le cogió el móvil que había soltado sobre el suelo. – Maníacos, lo tenemos. – dijo girándose hacia ellos.
- Mi cara es muy bonita para que un paleto de pueblo venga a  intentar quitármela. – y James le golpeó el estómago, haciendo que este cayese de espaldas y volviese a rodar el móvil por el suelo. – ¡John seguir el plan! ¡Ya os cogeré, iros!
- ¡Papá! – y John agarró a la niña del brazo. – Vamos Sarah, sabe dónde vamos, luego nos alcanzará. Joe... Tío levanta.
- John vete... Yo les frenaré para que no os alcancen. – dijo con palabras entrecortadas mientras sacaba una granada del bolsillo – La guardaba para vosotros en caso de urgencia, je je... – y escupió sangre. 
- Maldito tramposo... Gracias Joe. – en ese momento Jessica se lanzo contra el agente, pero El Puerco la agarró de la pierna desde el suelo haciéndola caer  – No niña, otra vez no. – y quitó la anilla del explosivo. 

John agarró a Sara con fuerza y la metió por la puerta, y Jessica le golpeó la cara con una patada a Joe antes de lanzarse en la otra dirección cuando le soltó.

BOOM. El techo terminó de ceder tapando la entrada a la enfermería.

- Bien hecho Joe, bien hecho. Y ahora terminemos con esto. – James se levantó y cuando fue a coger el terminal, entre la humareda aparecieron Bridges y su escuadrón. – Oh mierda. – James se dio cuenta que perdió el arma también al caerse con la explosión y se lanzó contra una de las puertas del pasillo antes de que comenzasen a abrir fuego contra él.
- Es mío, traeré su cabeza, ustedes sigan el plan. – dijo el carnicero al comisario y el resto del equipo.
- Muy bien... Ya tenemos esto, que es lo importante. Informaré a Capucha y procederemos según lo planeado, así que date prisa, no creo que tarde mucho en llevarlo a cabo. – dijo el comisario que se estaba haciendo un torniquete con un trozo de su chaqueta.
- De acuerdo. – y el carnicero salió a toda prisa a por James.
- Vosotros, – señalando a Clown y Miranda, mientras abría el paquete que dejó en el suelo – poneos esto.

Desde dentro de la enfermería estaban comenzando a bajar por las escaleras al montacargas cuando escucharon la segunda explosión. Kate se preguntaba qué pasaba cuando los dos enfermeros pasaron a través de la trampilla del techo de la cabina.

- Vamos, esto está despejado, no os detengáis. – decía uno de ellos desde abajo.
- Kate es tu turno. – le dijo Frank mientras sostenía la entrada al montacargas.
- Vamos yo te agarro. – repitió el enfermero desde abajo.
- Vamos, ¿qué tal vais? No hay tiempo que perder. – dijo John jadeando por la carrera junto a Sarah desde las puertas de la planta de la enfermería.
- ¡Estáis bien!.. ¿Y Joe y tu padre Sarah? ¿Y la otra niña? – preguntó Kate.
- Vamos luego os lo contamos. – contestó James mientras ayudaba a bajar a la niña al techo del montacargas. Eusko empezó a relamerla nada más verla.
- Yo también me alegro de verte chico.

Cuando estaban abajo los dos enfermeros, Kate, Sarah y Frank, John agarró a la malherida Andrea, la cuál estaba inconsciente. 

- Vamos John, yo la tengo. – decía el padre desde abajo cuando agarró a su hija.

John se sujetó y bajó de golpe.

- Ahora busquemos con qué salir de aquí. – dijo John buscando algún vehículo.

Todos se desperdigaron hasta que alguien chilló. Era uno de los enfermeros. 

- ¿Qué es esto? ¡Por dios! – todos fueron corriendo hacia allí y descubrieron los cadáveres del coronel Philips, el cuál estaba sin cara, y sus cabos.
- Con razón no le localizábamos... ¿Quién ha podido hacer esto? – contestó Raven.
- Subid todos ahora mismo al vehículo de asalto. – dijo John al ver el humvee aparcado a pocos metros. – Fran tú primero, sube con tu hija delante. Todos los demás meteos atrás.

John abrió la puerta del conductor para ayudar desde dentro a coger a la joven Andrea y colocarla con junto a su padre.
Atrás Sarah abrió el maletero y entró Eusko. Después se metió en la parte de atrás junto a Kate y Raven, y cuando iba a subir el segundo enfermero desapareció sobre el vehículo. Algo lo agarró. 

- ¿Qué ha sido eso? – dijo el que subió antes.
- ¡Cierra la puerta maldita sea! – chilló Raven al lado de él. – ¡Meine vámonos! ¡Hay algo ahí fuera!
- ¿Qué? – dijo dándose la vuelta desde la parte del conductor.

De pronto toda la luna delantera comenzó a teñirse de sangre, hasta caer destripado el cuerpo del enfermero sobre el capó. 

- Oh mierda... ¿Y ahora qué? – dijo metiendo el contacto.

Sobre el capó saltó un tipo que se agachó y limpió la sangre que manchaba la luna.

- ¿Steven? – dijo Sarah desde la parte de atrás.
- Joder... Mira Frank ¿no le buscabas? Ahora puedes preguntarle algo.
- ¡Arranca joder! – respondió Frank blanco al ver el tipo que probablemente había salvado la vida de su hija bañado en sangre y con cara de poseído. Portaba la daga que llevaba aquella psicópata del camisón blanco. - ¿Ahora está con ellos?
- Mierda... Han mejorado el virus... Actúan como parásitos... – susurró Raven.
- ¿Qué ha dicho doctora? – le respondió Kate.

Steven lanzó una patada contra la luna delantera, quebrándola por el centro.

- ¡Coño! – y John metió la llave del contacto y aceleró. 

Steven salió disparado sobre el techo del vehículo, mientras aceleraba por el garaje de la comisaría hasta subir la rampa y lanzarse contra la puerta que cerraba la salida.

- ¡Agarraos! – gritó John antes de echarla abajo.

Al salir los primeros haces de luz de la madrugada empezaban a aparecer sobre el cielo de San Francisco, y cuál fue la sorpresa al encontrarse con las vallas que rodeaban la comisaría repletas de infectados. Cientos de ellos estaban agarrados contra ellas. Se pararon al salir después del fuerte impacto y vieron a su izquierda como cinco personas avanzaban hacia el helicóptero militar situado en el hangar. El tipo vestido de negro entró se dirigía a la cabina del piloto. También había una niña pequeña, y junto a ella tres tipos encapuchados con una especie de túnicas con capucha... Dos de ellos negros, el otro de morado. Se giraron frente a la comisaría y se quedaron quietos.

- ¿Qué están haciendo? – preguntó Frank. – ¿Esa es Jessica?
- Mierda... – dijo John.

¡Crash! La ventanilla del otro enfermero se destrozó. Steven se asomó con una gran agresividad. Agarró al enfermero para sacarle, pero Eusko desde atrás se lanzó contra él. Steven forcejeó y y golpeó fuertemente al perro, antes de lanzarle una puñalada en el pecho al auxiliar de la doctora Raven. Le abrió el pecho por completo antes de sacarle del vehículo.
Todas en la parte de atrás gritaron cuando volvió a aparecer para intentar introducirse en la parte de atrás pero John se giró para dispararle con su arma, sin embargo Steven se la arrebató golpeándole y cuando iba a dispararle el perro se lanzó directo a su cuello. En ese momento Steven volvió a salir con un fuerte grito de dolor hacia el techo. 

¡Bum! Un disparo seco sonó, y el joven Eusko calló por un lado.

- ¡Noooo! – chilló Sarah al ver caer el cuerpo de su mascota. 
- Se acabó. –  John dió un fuerte acelerón y frenazo en seco. Steven salió rodando por encima del capó. Estuvo unos segundos tirado en el suelo, después se levantó y se les quedó mirando sonriendo con cara de poseso.
- Atropéllalo... – le susurró Sarah.
- No tenía pensado otra cosa. – contestó el agente. – Nos vamos de aquí.

El coche se embaló fuertemente contra el cuerpo de Steven, éste se disponía a saltar cuando ¡bum!, John le pegó un tiro en el pecho con su arma, haciendo que no pudiera impulsarse con suficiente fuerza y su cuerpo cayese sobre el vehículo, partiéndole prácticamente por la mitad debido a la potencia de aquel vehículo.

- A ver si ahora sigues saltando... – soltó John cuando pasó por encima del cuerpo. – Y ahora vámonos de aquí de una maldita vez.
- ¡John mi padre! – dijo la pequeña antes de que el coche impactase contra aquellas verjas repletas de cuerpos infestos.
- Él sabe dónde nos dirigimos, le prometí que te protegería. – respondió mientras no dejaba de aplastar aquellos infectados haciéndose camino entre ellos hasta la carretera.

James no paraba de correr a través de las salas mientras aquel lunático le recortaba distancia con su recortada. Parecía que no se cansaba, y el cansancio era justamente lo que empezaba a hacer mella en nuestro detective.
El carnicero entro en una sala aún oscura, pero por la que comenzaban a entrar destellos de luz desde la calle, estaba amaneciendo.

- No alarguemos esto más, ¿quieres? Antes o después tendrás que dar la cara, así que haznos un favor y sal de donde estés escondido. – decía mientras le buscaba por aquella sala.
- ¿Me buscabas? – y James se lanzó contra él desde una mesa detrás suya, haciendo que tirase su arma – ¿querías decirme algo? Aquí estoy. Voy a partirte el puto cuello joder.

James no paraba de golpearle la cara estando sobre él. El carnicero le agarró como pudo y le dio un codazo sobre el estómago, quitándoselo de encima. Acto seguido le dio una patada, haciendo que James, que estaba debilitado, rodase hasta la sala entre las mesas. Éste se levantó a tientas y corrió hacia los armarios del fondo y sujetarse para tomar el aliento. Al estar entre ellos se fijó en lo que había tras ellos, C4 como para volar media manzana. 

- ¿Pero qué...? – las luces de los explosivos parpadeaban, estaban activadas. Cuando alguien pulsase un detonador toda la comisaría saltaría por los aires. – Estáis más locos de lo que pensaba, ¿sabías que estaba todo esto aquí y aún estamos dentro?
- ¡Calla y muere! – dijo el carnicero al lanzarle un machetazo fallido contra las estanterías.

James le dio un codazo contra la cara y echó a correr escaleras arriba. No paró hasta llegar a la azotea. El cielo estaba anaranjado, cuando vio la cantidad de infectados que rodeaban la zona. A su encuentro salió el carnicero que comenzaba a mostrar síntomas de cansancio.

- Hasta aquí hemos llegado, sólo uno de nosotros saldrá de ésta. – dijo antes de que sonase un fuerte golpe desde abajo de la comisaría. Se trataba del humvee negro militar. 
- Bien chicos. – se dijo James por dentro, al ver el vehículo. Acto seguido se dio cuenta de que había alguien sobre el capó del coche. - ¿Quién coño..?
- No llegarán muy lejos, nuestra nueva incorporación acabará con ellos, ¡al igual que yo contigo! – y se lanzó de nuevo contra el agente con su machete.
- ¡Oh vamos! ¿Es que vosotros no os cansáis nunca? – dijo esquivándole y golpeándole el estómago.
- No hasta arrancarte la cabeza. – se giró hacia él y le alcanzó sobre el hombro con el machete.

Una dura pelea estaba teniendo en aquella azotea mientras los televisores de todo el mundo volvían a dividirse en dos...

- Ja ja ja ja... ¿En serio pensaba que sería tan tonto como para emitir desde donde me ubico? – dijo la mitad de la pantalla en negro mientras el presidente se quedaba perplejo y pálido. – Ahora es mi turno.

Su pantalla cambió de imagen y se dividió en cuatro. Las imágenes correspondían a los emplazamientos decretados por la Casa Blanca para la extracción y ayuda de los ciudadanos contra la crisis que se estaba viviendo. El ayuntamiento, el hospital, la estación de bomberos y la comisaría.

- Demos la bienvenida al nuevo mundo, es el momento de la dinastía oscura. – y capucha apretó un pulsador. 

En ese momento hubo explosiones de gran magnitud filmadas en los cuatro lugares. Los edificios comenzaron a arder y a desmoronarse como un castillo de naipes. Se amplió la imagen de la comisaría en la que dos encapuchados de negro y uno de morado levantaban el brazo delante ante la gran explosión que estaba ocurriendo.

- Y ahora Señor Presidente, que se ha dado cuenta de la poca fuerza o poder que tiene, ahora que está observando cómo su país está siendo reducido a cenizas, ahora tiene mi permiso para morir. Jajajajaja. – mientras soltaba una macabra sonrisa un humo blanco salió disparado del escritorio del Presidente contra su cara. Éste comenzó a toser y a echar sangre. La imagen se cortó de repente. – Y ahora que me escucha el mundo entero... No huyáis de vuestro destino... No tenéis dónde esconderos. Nos veremos pronto. – y la pantalla se cerró por completo.

Mientras tanto desde las ruinas de la comisaría los tres encapuchados se dieron la vuelta al ver la explosión y que comenzaban a entrar todos los infectados por la abertura que dejó el humvee por uno de los extremos.

- Vámonos de aquí. – dijo Bridges.
- ¿Y el carnicero? – preguntó Miranda.
- No lo ha conseguido, y no hay tiempo que perder, en marcha. – dijo mirándose la mano con rabia. – Ahí no pueden haber quedado supervivientes.

El helicóptero empezó a rugir con sus hélices, y cuando comenzó a elevarse entre los escombros humeantes y las llamas, una silueta brillaba entre ellas. 

- ¡Mirad ahí! – dijo la escalofriante Jessica con una sonrisa dibujada con cortes sobre sus mejillas junto a una cara pálida mientras apuntaba con su dedo aquella sombra.
- No puede ser... – dijo Bridges asombrado al verlo con sus propios ojos.

Bajo ellos se encontraba un tipo que portaba un machete, y en su otra mano una cabeza arrancada que alzó por encima de sus hombros a modo de trofeo antes de lanzarla contra las llamas. Después se desplomó contra el suelo.

- Lo ha conseguido, el carnicero lo ha conseguido. Jaja... – dijo Bridges para sí mismo esbozando una sonrisa. – Descanse en paz agente Owens... ¡Bajemos a por él!