martes, 15 de diciembre de 2015

CAPÍTULO 14: EL REENCUENTRO

- ¡Corred! ¡No paréis! – gritaba John al resto del grupo mientras miraba  hacia atrás, viendo lo que se les venía encima.

James corría junto a Kate, no la soltaba. Ella avanzaba todo lo rápido que podía, pero su cuerpo aún estaba dolido por el ataque que tuvo lugar momentos antes.
El nuevo integrante, Frank, apremiaba a su hija para que no parasen, debía de sacarla de ahí como fuese.
Joe se quedó en retaguardia junto a John, ambos portaban sus armas y disparaban a los “infectados” que iban recortando distancias.
Todo se había vuelto una carrera a contrarreloj de vida o muerte bajo aquel parking, y el pequeño grupo buscaba una salida en medio de aquel laberinto de puertas y accesos, en la que abrir o salir por la equivocada podía llevarlos a quedarse acorralados dando lugar a una muerte segura.
Las fuerzas comenzaban a fallar, la iluminación tampoco era la mejor, y lo poco que podían ver cuando echaban la vista a su alrededor era que el grupo de “muertos” no hacía más que crecer a medida que avanzaban. Se estaban quedando sin recorrido, sin soluciones. Deberían de intentarles plantar cara una vez agotasen ese margen de espacio que llevaban de ventaja.
A la vuelta de la esquina vieron lo inevitable, se toparon con otro grupo de aquellos seres, que corrían hacia su dirección, advertidos por los disparos y los gritos y gruñidos de los que les pisaban los talones.
Había llegado el momento de vivir o morir...

- ¡John, por aquí! – gritó James desesperado señalando un hummer aparcado a su derecha. 

El grupo se desvió dirección al vehículo, sabían que iba a ser su única oportunidad, su única vía de escape.

¡BUM!

James usó su arma para destrozar la ventanilla del copiloto, hecho que disparó la alarma antirrobo del coche.

- Oh mierda... ¡No paréis, id entrando! ¡Vamos! – dijo el detective mientras abría la puerta trasera del vehículo una vez se hubo metido dentro y levantado los cierres de seguridad. Acto seguido se colocó en el asiento del piloto y levantó la parte inferior del volante con su navaja, intentaría poder hacer un puente para poder salir de allí.

Una vez entraron Kate, Frank y su hija, la cual se puso encima de su padre, avanzaban a toda prisa Joe y el agente Meine. El primero saltó a la parte de atrás y cerró la puerta al instante. John se colocó en el asiento del copiloto, cubierto de los cristales de la ventanilla destrozada, y al cerrar la puerta, una de esas bestias se abalanzó a través del hueco que dejaba ésta misma, haciendo que el agente perdiese el arma bajo los asientos.

- ¡Joder! – el agente forcejeaba con aquella criatura mientras ésta se clavaba restos de cristales en el vientre, doliéndose a la vez que le intentaba alcanzar con sus mordiscos y arañazos.
- ¡John atrás! – BUM, un segundo disparo de la 9mm de James hizo que aquel ser cayese hacia atrás justo antes de conseguir arrancar el vehículo. – Es hora de visitar ya al comisario, ¿no crees?
- Compañero, no podría estar más de acuerdo, arranca de una vez y salgamos ya de aquí.. – le apremió John, mientras recogía su arma del suelo, preparado para cubrirse de aquella ventanilla descubierta – Estoy listo.

El detective encendió las luces. Estaban rodeados por aquellas criaturas, salir de allí no sería tarea fácil, pero debían intentarlo, la comisaría estaba a unas pocas manzanas y James no dejaba de pensar en su hija. Quitó el freno de mano, metió la directa y pisó el acelerador.

- Agarraos los machos, aquí están nuestros amigos... – el vehículo se metió de lleno entre la horda de aquellas criaturas...


...


Steven conducía por las calles a toda velocidad con las pequeñas a bordo. Iba esquivando los pequeños grupos de aquellos seres serpenteando por la ciudad, la cual estaba devastada, los pequeños negocios saqueados, los escaparates destrozados, había coches accidentados, sangre en las aceras... Un verdadero caos.
A medida que se acercaban se dieron cuenta de que había más gente de la que pensaban deambulando por las calles, corrían todos en la misma dirección que ellos, y al girar la esquina vieron a donde se dirigían. Al parecer, el ejército había montado un punto de control en la mismísima comisaría. Alrededor de ella habían colocado alambradas, vallas metálicas diferenciando distintos niveles de seguridad para poder entrar. Habían montado también torretas bien equipadas, eso se había convertido en una base militar en toda regla. Incluso tenían un “black hawk” sobre un helipuerto provisional. La base estaba bien protegida, no había duda alguna.
Mientras Steven seguía avanzando podían observarse militares custodiando las calles, controlando a la gente que se iba acercando, del mismo modo que con las alambradas, entre ellos parecía haber distintos anillos de seguridad bien marcados. 
Se nos acercaron un par de militares y golpearon la ventanilla.

TAC TAC

- Chicas tranquilas, esto es un control de seguridad.. – dijo Steven mirándolas con voz tranquila, a continuación bajó el cristal.
- Buenas noches, tienen que dar media vuelta, no pueden acercarse más con el vehículo, os deben examinar en aquella entrada antes de poder acceder adentro, pero deben abandonar el vehículo una vez lo hayan sacado del perímetro y a continuación volver aquí allí a pie. – dijo el teniente sin soltar su “M4”, un fusil de asalto.
- Señor, mi nombre es Steven Callery, soy agente de esta comisaría, esta es mi placa y traigo a estas niñas por petición expresa del comisario Bridges. – dijo Steven extendiendo su identificación ante el teniente – Por favor compruébelo 
- De acuerdo espere un segundo aquí. – aquel tipo se separó y comenzó a hablar por su intercomunicador apretando su oído, estaba dando parte de ellos al interior, mientras el otro oficial custodiaba el coche sin quitarles ojo – Todo correcto, adelante, vaya hacia aquella entrada y vuelva a mostrarles su documentación a aquellos oficiales. Le están esperando adentro.
- ¿Sargento que está pasando?
- Esta comisaría ha pasado a manos del Ejército de los Estados Unidos, estamos comprobando quienes están infectados antes de poderles dar asilo hasta su extracción. Dentro le informarán de todo, ahora avance, no se detenga.
- Gracias. – Steven recogió su identificación, y subió la ventanilla – ¿Chicas, todo bien?
- Sí Steve. – asintieron ambas.

Cuando el vehículo comenzó a emprender la marcha pudo escucharse un fuerte sonido que provenía del sur. Steven se fijó junto a las niñas, que se asomaron por las ventanillas mirando al cielo, el sonido provenía del rotor de las hélices de un helicóptero negro que se acercaba por detrás de la comisaría. Éste la sobrevoló bordeándola y se vio como descendió por detrás de los edificios contiguos. Por la forma de reaccionar de los militares no se trataba de uno de los suyos. Las verjas por las que debían entrar ellos se abrieron y salió un “humvee” negro militar a toda prisa. Se hicieron paso rápidamente entre la gente y torcieron la esquina de la calle por la que desapareció el helicóptero, no cabía duda de que salieron en su busca.
Steve miró desconcertado la calle, hasta que los oficiales le apremiaron a entrar, éstos retenían a la gente guardando un perímetro de seguridad. Steve retomó la marcha y entraron en la base. 
Acto seguido dos oficiales les hicieron bajar del vehículo. Otro abrió el maletero, advertido por los ladridos del perro, y al ver a Eusko le puso una correa con la que le amarró a un poste.

- Sigan sus instrucciones. – dijo el  sargento que les acompañaba, haciendo referencia a una mujer que se acercó con una bata blanca.
- Buenas noches agente y señoritas. Soy la doctora Raven. Necesito tomar una muestra de su saliva para asegurarnos de que está todo bien. No duele y es un segundo, ¿de acuerdo? – dijo la señora mientras sacaba un bastoncillo junto a un tubo de colección.
- ¿Para ver si estamos infectados? ¿Señora no ve que estamos bien? – protestó Steven preocupado por las niñas.
- Agente no lo repetiré, todo irá perfectamente mientras sigan mis instrucciones, sino son libres de abandonar la base ahora mismo. Usted decide. – dijo la señora con firmeza.
- De acuerdo, niñas tranquilas, comenzaré yo. – dijo Steven mientras se puso entre la mujer y las pequeñas.
- Muy bien... Abra la boca. – la doctora pasó la zona de algodón del bastoncillo por las encías del agente levantándole el labio – Muy bien, ya está. ¿Ve como no era para tanto?

Aquella mujer introdujo la muestra tomada en el tubo de colección y vertió dentro la sustancia de una pequeña ampolla. Agitó el tubo, y al cabo de unos segundos el color se volvió azul.

- Perfecto, ¿cuál es la siguiente? – dijo sonriendo a las niñas.
- Yo misma, Steven no te preocupes.. – dijo adelantándose Sarah.

La doctora sin perder la sonrisa repitió el proceso con la pequeña. Al cabo de unos instantes, la sustancia volvió a tomar aquel azul oscuro.

- Ya sólo faltas tú. – dijo acercándose a Jessica.
- ¿Pero qué pasa si no da ese color? – preguntó la joven preocupada.
- Perdona, ¿cómo te llamabas? – le contestó la mujer.
- Jessica Peterson. – dijo casi sin voz.
- Muy bien Jessica, ¿tienes algo que contarnos que no sepamos? ¿Te han atacado alguno de esos seres? ¿Te han mordido o arañado? Dínoslo tranquila y podremos darle solución antes de que sea tarde. – preguntaba la doctora presionándola.
- Está limpia, comprobé a las niñas antes de traerlas, no muestran síntomas y ya llevo con ellas más de una hora. – le replicó Steven a la defensiva.
- ¡Tranquilo agente! Únicamente intento suavizar la situación, y pequeña... – hizo una pausa y volvió a fijar su mirada en ella – Si es verdad eso, todo irá bien, no te preocupes, ya verás como sólo es un momento.

La niña temerosa se adelantó y abrió la boca. La doctora antes de introducir el bastoncillo miro a los tres oficiales que la escoltaban, y les hizo un gesto con la mirada. Éstos se colocaron tras el agente y la pequeña Owens, acto seguido les inmovilizaron por detrás. Dos de ellos se encargaban de Steven, el otro de la niña. El perro comenzó a ladrar.

- ¿Qué coño es esto? – gritaba Callery revolviéndose entre ellos.
- Sargento sólo se trata de precaución. No querría que esto trascendiese a más. En cuanto la joven termine la prueba podrán entrar, pero viendo las dudas, prefiero asegurarme de que no iniciaremos un arresto por algún arrebato tonto por su parte.
- ¡Suéltenos! – decía la pequeña intentando zafarse del oficial que la retenía.
- Bien pequeña.. ¿Vamos a ello? – le dijo la doctora a Jessica agarrando el bastoncillo ante ella.

Hizo un gesto de aprobación y Raven tomó la muestra de su boca, repitiendo el proceso que hizo anteriormente. Rompió la ampolla y vertió el líquido. Lo cerró. Lo agitó... Pasaban los segundos y aquello no tomaba color. El sudor corrí por la frente de la pequeña y la tensión aumentaba por momentos. 

- De acuerdo... Llévesela. – le dijo al oficial que custodiaba a Sarah.
- ¡Noooo! ¡No me han mordido! ¡Lo prometo! – decía la pequeña mientras la agarraba del brazo el militar.
- Lo siento pequeña, tenía que haber tomado un color, en caso de duda no corremos riesgos.
- ¡Suéltenla! – Steven se soltó de uno de los oficiales asestándole un codazo en la cara. El otro le redujo golpeándole con la culata de su arma en la cabeza, haciéndole caer al suelo. Acto seguido era apuntado por los dos oficiales, tras haberse recuperado el primero del codazo.
- ¡Agente basta! Únicamente la haremos otra prueba más precisa con una muestra de sangre, sólo que la mantendremos en observación bajo vigilancia hasta tener los resultados. Así que ahora, ¡cálmese!

De pronto se escuchó un tiroteo en la calle contigua. Los disparos provenían de la dirección por la que se perdió de vista al helicóptero y vehículo militar. Debían de estar intercambiando fuego.

- “Rogers, ¿qué está pasando?
- ¡Nos disparan señor desde la azotea, estamos rodeados!”... Se pudo escuchar por el walkie talkie del soldado que redujo a Steven antes de que éste lo silenciase.

Quedaron todos enmudecidos por un momento. El sonido de aquellos disparos asustó a la gente, haciendo que se impacientasen por poder entrar, empujando los unos a los otros. Todo se estaba saliendo del guión planeado. Los oficiales les instaban a volver a replegarse y guardar el orden, pero a cada segundo que se seguía escuchando el fuego cruzado, el pánico aumentaba. 

- ¿Señora qué hacemos? Hemos de retomar el control. – le dijo el oficial que tenía sujeta a la pequeña Sarah.
- Llévensela. Y usted, señor Steven, coja a esta cría y entren ya o les retendré en los calabozos si me causan problemas. ¿Me han oído?
- ¡Señora un segundo! – le replicó la pequeña Sarah – ¡Mire la muestra!

La doctora levantó el tubo de colección y se fijó en el color azulón que había adquirido la sustancia. Con todo el lío que se había montado con el agente Callery y el tiroteo de la calle adyacente no se había percatado de que efectivamente la prueba salival decía que aquella niña estaba sana.

- Menos mal... Suelten al agente, coja a las niñas y al perro y entren ya. Lamento toda esta confusión, esta prueba a veces tardan más de lo que debiese, y con todo el caos que está habiendo estamos todos un poco tensos. Espero que lo entiendan y me disculpen, espero verles después adentro. – dijo la doctora dando media vuelta con los tres soldados que la escoltaban.
- Yo también lo siento... Espero que no tenga que sufrir esta situación con alguien querido... No se lo aconsejo... – dijo Steven indicando a las dos niñas por dónde ir antes de soltar de aquel poste al pastor alemán.

Allá afuera seguía la gente empujándose y golpeándose por intentar conseguir entrar adentro y estar a salvo. Las vallas empezaban a tambalearse y un coronel comenzó a dar instrucciones por un megáfono para intentar apaciguar la situación.

<<Ciudadanos de San Francisco, por favor guarden el orden, prosigamos con las pruebas. Todos nosotros estamos protegiéndoles tanto ahí fuera como aquí dentro, por favor necesitamos que retomen el control o nos veremos obligados a hacerlo nosotros por ustedes>>

La gente parece que lo escuchó, y junto al cese de los disparos, volvió la tranquilidad. De pronto un grito desgarrador rompió aquel silencio que se creó...

¡¡Ahí vienen!! ¡¡Corred!!

Una horda de aquellos seres cruzaban el extremo de la calle dirección a la muchedumbre. Los militares comenzaron a replegarse para intentar contenerlos, pero las masas hacían imposible su tarea. Los embestían, los tiraban, se golpeaban con ellos huyendo con pánico en dirección contraria. Las alambradas comenzaban a ceder ante las masas y había que tomar una decisión si no querían quedar todos expuestos sin protección. 

- ¡Aaaa! – gritaba un soldado mientras una criatura le arrancaba un trozo de cara.
- ¡Socorro, necesito apoyo! – chillaba otro mientras se mezclaba entre la gente antes de que otros dos infectados se abalanzasen sobre él...

Empezaron a caer uno tras otro los que estaban afuera. Hasta que avisaron por radio.

“Retirada, vamos a limpiar la calle”

El coronel retomó el megáfono mientras  Steven y las niñas observaban la complicada situación desde el umbral de la entrada a la comisaría.

<<Ciudadanos despejen la calle, les damos 10 segundos antes de comenzar a abrir fuego de contención, repito, despejen la calle, ¡ahora!>>

10... Una madre corría entre la gente con su hijo en brazos antes de caer al suelo entre las piernas de las masas...
9... Un hombre se abrazaba a su mujer ante la puerta pidiendo ayuda...
8... Tres chicos intentaban escalar la verja...
7... Cinco infectados se daban un festín con una chica que se había quedado rezagada...
6... Steven corrió hasta el coronel que estaba realizando la cuenta atrás...
5... – ¿No irá en serio a abrir fuego ante esta gente verdad?...
4... – Apártenlo de mi vista...
3... – Los soldados del exterior dejaron de cubrir a la gente para cubrirse entre ellos tras un camión aparcado...
2...  – ¡Coronel basta! – gritó Steven revolviéndose sabiendo lo que estaba apunto de ocurrir.
1... Le golpearon en el estómago y le apartaron de una patada.

¡Fuego!... Cientos de balas embestían a la muchedumbre tras las vallas. Ciudadanos, infectados, todos eran abatidos por las balas de los fusiles de los soldados. El resto de personas que veía el panorama apresuraban la marcha para huir de allí. Estaba ocurriendo una verdadera masacre, una verdadera carnicería... La matanza duró apenas un minuto...

¡Alto el fuego!... Decenas de cuerpos se amontonaban unos sobre otros. No se distinguían los cuerpos de unos y de otros. Todo se convirtió en una masa de sangre y carne... Sólo unos pocos comenzaron poco a poco a volver a levantarse. Los francotiradores situados en las torretas comenzaron a abatirlos desde lo alto hasta finalmente quedar toda la calle en silencio. 
Las niñas lloraban, los soldados suspiraban con lamento, el coronel no se sentía orgulloso, pero todos sabían que sino se tomaba una decisión rápida, todo aquello podía irse al traste...

- Hijo de puta... Ha matado cientos de inocentes en lugar de abrir las puertas y ayudarles... – dijo el agente Callery doliéndose con lágrimas en la cara desde el suelo.
- Era la única solución... Nadie quería esto, pero tuve que hacerlo... – contestó el coronel mientras se daba la vuelta el coronel y se dirigía hacia la comisaría.

Las pequeñas fueron corriendo a abrazar a Steven. La imagen de aquellos cuerpos a las puertas de la base eran muy duras...

- Chicas aguantaremos vale, tranquilas estoy bien. – las calmó el agente.

Cuando se reincorporó, comenzaron juntos de nuevo el camino hacia la entrada a la comisaría cuando el rugir de un motor lejano rompió aquel desolador silencio...
Se trataba de un vehículo acercándose a gran velocidad. Los chicos se giraron y tras de ellos el coronel.. 

- ¿Y ahora qué?... – murmuró el coronel – Deténganlo con un disparo de advertencia. No quiero más situaciones complicadas, ¿entendido?.. ¡Y contacten con el equipo de Rogers! Quiero saber qué ha pasado allá afuera. El equipo de Michels que registre el vehículo cuando se detengan. Por el amor de dios.. ¡Retomemos el control! – le dijo a su oficial que le acompañaba y retransmitía sus ordenes a través del intercomunicador al resto de soldados.

El coche que avanzaba a toda velocidad por la calle recibió un disparo en el capó y frenó en seco justo antes de quedarse ante todos aquellos cadáveres. El equipo de Michels, que fue el que se quedó resguardado tras el camión durante la “contención” rodeó el coche.

- ¡Salgan del coche lentamente! ¡Este vehículo no puede aproximarse más a la comisaría, está siendo custodiada por el ejército de los Estados Unidos! ¡Repito bajen lentamente del vehículo! – gritó el sargento al frente del equipo.
- Bajo un hombre del asiento del conductor con las manos en alto. Soy el agente James Owens, y creo que me están esperando aquí.. – dijo el detective mientras bajaba por la otra puerta Joe “El Puerco” – Traigo a éste testigo, que es clave en toda esta situación. ¿Qué ha pasado aquí? – dijo observando el panorama que tenía por delante entre ellos y la comisaría.
- Tranquilo Michels, escóltenlos y que entren. – dijo el coronel a través del intercomunicador al oficial.

Los soldados abrieron las puertas traseras de las que salieron el agente John sujetando a Kate entre sus brazos, y Frank seguido de su hija. Les hicieron paso entre los cuerpos apartándolos, no había quedado vida entre ellos y el grupo se estremecía viendo lo ocurrido. Habían niños, madres junto a ellos. James apretaba los puños... 
Se abrieron las verjas y antes de poder decir nada la pequeña Owens se abalanzó sobre su padre. 

- ¡¡Papá!! ¿Dónde estabas? – exclamaba la pequeña mientras el pequeño pastor alemán les ladraba de alegría. 
- ¡Hija mía! ¿Estás bien? No he dejado de pensar en ti pero perdí mi móvil. Han pasado muchas cosas. Por dios, estás bien. ¿Y Eusko, tú la salvaste? Que alegría por dios... – ambos se fusionaron en un abrazo con lágrimas de emoción.
- Sí estoy bien, Jessica está aquí también, el agente Callery nos salvó y nos trajo sanas y salvas. 
- Señor Owens, que alegría volver a verle. – dijo la amiga de Sarah dándole otro fuerte abrazo.
- Jess.. Gracias por estar junto a Sarah... ¿Y tus padres? ¿Están observando a tu madre?
- Mis padres... No lo consiguieron... – dijo sollozando la joven.
- Oh Jess... Cuánto lo lamento.. Ven aquí, ahora estamos Sarah y yo contigo... – dijo abrazándola de nuevo contra él. 
- ¿Detective Owens? Soy el agente Callery, estas jovencitas son muy valientes.
- ¿Callery? Sí ya le recuerdo, usted es nuevo en el departamento ¿verdad? Le conocí el día de su ingreso si no mal recuerdo. Gracias por cuidar de mi hija y de Jessica. No sabe como se lo agradezco. – dijo James estrechando su mano con fuerza.
- Es un placer señor. Creo que el comisario Bridges nos está esperando adentro. ¿Qué le parece si solucionamos todo esto de una vez?
- No podía estar más de acuerdo. Éste es mi compañero John, y traemos a Joe Williams como principal testigo de todo esto. Tenemos muchas cosas de las que hablar.
- Pues adelante, encantado agente. – dijo estrechando la mano a su compañero.
- Agente Owens, soy el coronel Philips y ésta es la doctora Raven. Estamos a cargo de ésta base. 
- ¿Sí? ¿Me puede explicar qué ha pasado ahí fuera?
- No se preocupe detective, lo tenemos bajo control. 

¡Clack! James le dio un fuerte puñetazo al coronel.

- ¿Bajo control? ¿Este es el plan del Presidente?... Cabrón ahí fuera por lo que veo había gente pidiendo auxilio y ustedes los fusilaron. He visto niños, una  mujer embarazada.. Por el amor de Dios... – dijo mientras los soldados levantaron sus armas contra el agente.
- Bajen las armas.. El detective ha estado sometido a mucha presión por lo que veo y no ve las cosas con claridad... Hable con su comisario, él le explicara, estamos aquí dando asilo a la gente hasta su extracción por aire, y mi mayor responsabilidad es la de proteger esta base y a los que están dentro sea como sea hasta nueva orden. Así que no vuelva a pensar que ésta es su comisaría, ahora me pertenece, ¿me ha oído? – dijo el coronel doliéndose del golpe recibido en la cara.
- Claro mi coronel... ¿Y usted doctora, sabe curar, o la única solución que tienen aquí es la de disparar? – dijo James en tono amenazante.
- Tranqui tío... – le murmuró John a su compañero.
- Agentes pasarán una prueba antes de entrar en comisaría para comprobar que están sanos, a continuación nos llevaremos a la señorita, que la veo herida, y la examinaremos. ¿Le parece bien? También veo herido a Joe, ¿me equivoco? – le contestó ella fijándose en la herida del hombro de éste último.
- Yo estoy bien, no se preocupe. – le contesto Williams.
- Aún así la examinaré. Y usted, ¿qué dice? – dijo centrando su mirada en el detective.
- ¿Tengo alguna otra opción?
- La verdad es que no.. – dijo ella zanjando el debate.

El nuevo grupo fue expuesto a las pruebas salivales, y todos estaban sanos. La doctora se llevo a la enfermería a la señorita Rutherford junto a Joe. Los tres agentes se dirigieron al despacho del comisario, y Frank se quedó resguardado en otro cuarto con el perro, las niñas y su hija, la cuál era cinco años mayor que las otras dos.



...




- ¿Coronel, me reciben?
- Sí, identifíquese. 
- Soy el cabo Green, necesitamos asistencia médica inmediata. Han herido al sargento Rogers con arma blanca, le han desfigurado la cara.
- ¿Pueden trasladarse hasta aquí? Les abriremos las puertas en cuanto nos digan.
- Si mi coronel, ya estamos llegando.
- ¿Qué ha pasado?
- Ahora se lo explicamos. ¡Abran ya!
El humvee apareció tras el cruce a toda velocidad. Las verjas se abrieron y el vehículo pasó por encima de todos aquellos cuerpos sin ningún tipo de dificultad. Entraron en la base bajando por la rampa de acceso al garaje.
El coronel bajo a toda prisa con un equipo médico junto a otros dos soldados. Podían apreciar la cara del sargento Rogers totalmente demacrada por cortes.
El conductor bajo para ayudarles a colocar al sargento sobre la camilla, a la vez que bajaban otro tres oficiales de la parte trasera.
El coronel se acercó a Rogers.

- ¡Oh dios mío! ¿Qué le ha pasado? – preguntaba con preocupación.
- Acércate... – no podía apenas pronunciar palabra.
- Dígame sargento.
- Me han cortado la cara coronel... Como a usted... – acto seguido aquel tipo tumbado en la camilla le agarró la cabeza contra sí mismo mientras sacaba una navaja y le degollaba.

El coronel se incorporó dando tumbos, alejándose de aquel tipo, intentando tapar la herida como podía con sus manos, e intentando advertir al resto del equipo. Cuando se dio la vuelta vio que los dos enfermeros junto con los dos soldados habían sido degollados también. Se sentó contra la pared mientras  aquel tipo se levantaba de la camilla y se acercaba a él. 

- ¿Qué tal coronel?.. A su sargento le arranqué la cara, ¿me deja la suya? Jajaja.– dijo entre risas aquel sujeto mientras se agarraba la cara por la base y se la quitaba a modo de máscara. 
- Smith... – dijo una mujer ,quitándose el casco de protección, a través del micrófono en su oído – Dile a Capucha que los maníacos... – esbozó una diabólica sonrisa - ... están dentro.