lunes, 29 de febrero de 2016

CAPÍTULO 17: LA VISITA – PARTE 2

- ¿Frank has escuchado eso? – preguntó Sarah mientras se escuchaban los disparos de fondo – Parece que provienen del final del pasillo.
- Chicas quedaos aquí. Voy a acercarme a ver qué está pasando. Andrea échalas un ojo, y no os mováis de aquí, ¿me oíste? Ahora mismo vuelvo. – decía Frank mientras abría la puerta para abandonar la sala.
- Tranquilo papá, ten cuidado, y no hagas ninguna tontería, sólo mira qué pasa y vuelve rápido. – le dijo antes de que saliese.
- Mi vida, tranquila, que así llevo sobreviviendo e informando toda mi vida. – dijo a su hija mientras la besaba la frente y definitivamente abandonaba el cuarto cerrando la puerta tras de sí.

Eusko no dejaba de ladrar mientras los disparos no cesaban. Se escuchaban gritos y olía a pólvora. Sarah intentaba calmar a su perro, que no dejaba de tirar de la correa que le habían puesto en la comisaría para amarrarlo a una mesa.

- Tranquilo pequeñín, papá está por aquí, no dejará que nos pase nada. – le susurraba la pequeña Owens a su joven mascota.
- Chicas mantened la calma, mi padre verá qué está ocurriendo y nos ocultaremos  dónde estemos a salvo. – dijo Andrea a las niñas.
- Perdona, pero yo de aquí no me muevo hasta que venga mi padre, me dio su palabra de que regresaría aquí a por mí. – le respondió Sarah a la hija de Wolf.
- Mira pequeña, tu padre lo mismo está lidiando con esta situación ahora mismo, y si realmente estamos en peligro, el mío nos dirá dónde escondernos para estar a salvo. –replicó ésta.
- Claro, ¿y si no vuelve tu padre, también le abandonamos y nos vamos de aquí? – Owens se encaró.
- ¡Basta, callaos! – interrumpió la discusión Jessica – Han parado los tiros. – dijo abriendo la puerta.

En ese momento Eusko rompió el broche que le sujetaba a la correa, y salió disparado por la puerta.

- ¡Eusko! – salió Sarah disparada tras él antes de que Andrea la agarrase del brazo.
- ¡Eh cálmate! – le susurró a la joven – Hemos de estar unidas ahora, los animales saben arreglárselas solos, y por lo que me habéis contado tu perro ya ha sabido lidiar antes con una situación parecida y volver de una pieza, así que calma.
- Suéltame... – dijo tirando de su brazo para desquitarse de ella.
- Sssshhh, ¿oís eso? – dijo Jessica escuchando un sonido, una música que provenía del pasillo.
- ¿Qué es eso? – contestó la pequeña Owens.
- ¿Es música? – dijo Andrea.

Del pasillo se escuchaba un tipo de melodía parecido al de las que suenan en las cajas de música al abrirlas. En aquella situación daba un atmósfera macabra y temerosa. 

- Chicas no sé qué es, pero tenemos que salir de aquí ahora mismo, esa melodía viene del otro lado del pasillo. – dijo Andrea asomándose a la puerta – ¡Vámonos ahora!
- ¿Sarah qué hacemos? – le dijo Jess a su amiga.
- Creo que lleva razón, no me gusta nada esta situación. – le susurró la joven –  Después localizaremos a mi padre y Steven, andarán por aquí cerca. ¿Esperamos a tu padre Andrea?
- Mi padre sabe ocultarse y es inteligente. Dará con nosotros en cuanto pueda mediante el móvil. No os preocupéis. ¿Estáis listas?
- De acuerdo, vamos. – respondió Sarah mientras ambas asentían. 

Las tres chicas salieron a hurtadillas por el pasillo, dirigiéndose a la salida de incendios, que estaba al otro lado del pasillo, dejando atrás aquella melodía. Pero la curiosidad de Jessica hizo que cuando las otras dos jóvenes avanzaban hacia la puerta, se diese la vuelta y se asomase por la esquina del pasillo. Debido a la tensión que estaban viviendo para huir de allí, las otras dos no se dieron cuenta hasta llegar a la puerta.
A la vuelta de esquina había una pequeña caja a modo de regalo que emitía ese sonido angelical bajo aquel envoltorio brillante, verde y amarillo.
Jessica se quedó perpleja mirándolo y comenzó a avanzar hacia el paquete..

- Vamos por aquí.. Un momento, ¿y Jess? – le dijo Andrea perpleja a Sarah.
- ¿Pero dónde demonios...? – dijo girándose y viendo a su amiga en el otro extremo del pasillo perdiéndose tras la esquina. – ¡Jess! – dijo en tono fuerte pero moderado mientras la seguía.

La  joven Peterson se inclinó hacia el pequeño paquete, como si se tratase de un regalo que esperaba ser abierto.
Tras ella, apareció desde el umbral de la puerta contigua la figura de un hombre vestido de payaso que se asomaba poco a poco. Tras de sí ocultaba un gran machete manchado de sangre.

- ¡Jess! – gritó Sarah mientras la joven y aquel tipo se daban la vuelta al unísono para fijarse en ella, momento en el que Andrea la agarró de la mano, tirando de ella.
- ¡Vámonos ahora! – gritó mientras echaban a correr hacia la salida.

El payaso volvió a girarse mirando a la joven Jessica.

- Hola pequeña, ¿te gustan mis juguetitos? Estoy deseando enseñarte todos los que tengo. – dijo soltando una cruel carcajada – Adelante, ábrelo, este es especial para ti. 

La pequeña comenzó a correr hacia atrás por el pasillo, soltando el paquete tras de sí, del que salió una cabeza rodando por el suelo.
- ¿Pero qué? ¡Aaaaaa! – exclamó gritando al ver salir ese bulto sin poderse fijar en su rostro.

Avanzó a toda velocidad hasta meterse a la sala donde habían sido acribillados todos los policías. Con aquella luz tenue, los cadáveres daban un aspecto aún más tétrico si cabía.

- Vaya no te gustó, pensaba que a las niñas os gustaba ver como vuestros padres perdían la cabeza por vosotras, ja ja ja... Bueno, de acuerdo, a lo mejor no era un regalo de estrujarse el coco, ja ja ja ja. – aquel payaso parecía estar disfrutando cada segundo con sus bromas macabras.

La niña llegó hasta la última mesa, gateando entre aquellos cadáveres que aún emanaban sangre por todo el suelo. Tras ella se ocultó y guardó silencio esperando que aquella pesadilla acabase.

- ¿Hija mía, estás ahí? – dijo una voz ronca desde el pasillo. Ella se asomó por debajo del escritorio para ver lo que sucedía – ¡Hija te estoy buscando! 

La cabeza de amoratada y desfigurada  fue asomada como si se tratase de un títere. Aquel payaso la asomaba moviendo su boca mientras la sujetaba por la frente.

- ¿No te hizo gracia la recreación de la búsqueda de tu padre? Ja ja ja ja. – dijo lanzando la cabeza entre los cuerpos de aquella sala – Vale vale.. ¡Captado! ¡Vale de idas de olla!.. ¡Ja ja ja ja! – esta vez la risa brotó con más fuerza mientras se frotaba los ojos – ¡De  verdad que no lo hago aposta! Hoy estoy iluminado... Bueno, ya veo que te ocultaste y no quieres salir a jugar con papaito, así que, jugamos al escondite, ¿no? Soy muy bueno, ¡te aviso! Contaré hasta diez para dejar que el juego sea legítimo, si tú te escapas, no iré tras de ti, pero si te pillo... Bueno, no temas, no te mataré, sólo te haré pasarlo muy, muy mal. – anunció esbozando una cruel sonrisa – De acuerdo, y allá vamos. ¡Uno!

La niña permaneció inmóvil, no sabía si buscar una salida, si intentar esquivar a aquel maníaco hasta llegar al pasillo y poder reencontrarse con sus amigas, o si permanecer todo lo inmóvil que pudiese hasta que se marchase por pensar que la había perdido. 

¡Dos!

La  cuenta atrás seguía avanzando, y el tiempo de reacción se iba consumiendo.

¡Tres!

La niña se asomó para tenerle localizado pero le perdió la pista en aquella sala oscura, su voz retumbaba por aquellas paredes y calaba muy fuerte entre sus miedos.

Cuatro...

Comenzó a temblar y decidió comenzar a moverse a tientas entre aquellos resquicios, pues la visibilidad era prácticamente nula, únicamente podía diferenciar las siluetas de aquellos cuerpos por el suelo.

Cinco... Te pillé..

Ante ella se erguía aquel personaje que parecía sacado de una película de terror, con aquel disfraz de payaso con manchas oscuras y recientes de las víctimas que se había tomado.

- No pude evitar hacer trampas, nunca he sido de jugar limpio ¿sabes? Además diez segundos es demasiado típico, con los cinco ya hemos esperado suficiente, vamos a empezar a divertirnos. – y se inclinó hacia ella, agarrándola del pelo y tirando hacia él. Comenzó a arrastrarla por el suelo mientras la pequeña se retorcía de dolor y rabia por haberse dejado atrapar – No temas pequeña, tu padre chilló más que tú mientras le rebanaba el gaznate, ja ja ja.
- ¡No era mi padre! – decía sin dejar de luchar pataleando desde el suelo.
- ¿No? Pues el pobre no hacia más que susurrar te quiero Andrea, hija mía te quiero... Qué ridículo ¿no crees? – respondió mientras soltaba a la niña contra el suelo para coger el machete que mantenía sostenido en la parte de atrás del pantalón – Bueno luego buscaré a su hija, ¡quizás quieras ayudarme! ¿Sabes a dónde iban?
- ¿Frank? ¿Mataste a Frank? ¡Maldito loco de mierda! – le dijo cuando aquel payaso puso su cara contra la de ella.
- Jajaja, genial, ¡vamos a jugar! Para serte sincero iba a torturarte me dijeses o no dónde estaban, así que...

¡Booom! 

Un disparo impactó contra la espalda de aquel macabro personaje, haciéndole caer de rodillas frente a Jessica que permanecía perpleja en el suelo.

- Si nos estabas buscando, aquí estamos. – dijo Andrea mientras portaba una humeante pistola – Y no era su padre, sino el mío maldito cabrón. – y volvió a dispararle en la espalda cayendo de bruces contra el suelo.
- Vamos Jess, levántate tenemos que salir de aquí ahora mismo. – Sarah le tendía la mano a su amiga mientras Andrea miraba a aquel psicópata abatido en el suelo.
- Gracias chicas, pensaba que no salía de ésta.
- Vamos Andrea, vámonos. – le dijo Sarah mientras avanzaba Jess hacia el pasillo.
- Este maldito asesino mató a mi padre... Tengo que rematarle, saber que está muerto. – dijo acercándose hacia él.
- Andrea por favor, habrán escuchado los disparos, no sabemos quién puede estar de camino hacia aquí. – insistía la pequeña Owens.
- Vamos Andrea, es un enfermo de la cabeza y le disparaste dos veces. ¡Chicas vámonos ya! – exclamaba Jessica sabiendo que tipo de locos andaban por ahí sueltos.
Andrea se agachó hacia él y le agarró del hombro y le dio la vuelta. La cara de aquel personaje estaba ensombrecida, la máscara que cubría su rostro estaba sucia, pero mantenía aquella sonrisa endemoniada.

- Voy a borrarte esa estúpida sonrisa maldito payaso. – dijo mientras acercaba el arma contra la cara del personaje tumbado.
- ¿Sí? – abrió los ojos y la agarro la cara contra él – ¿Tú y cuántas como tú? Ja ja. – dijo mientras de la boca de Andrea comenzaba a emanar sangre.

Sarah veía la imagen de pie ante ellos. Aquel payaso atravesó con su machete el costado de su nueva amiga, para tirarla hacia un lado. 

- Bueno, ¿quién es la siguiente? ¡Ja ja! – se incorporaba mientras Sarah echaba a correr hacia su amiga.
- ¡Vamos Jess! ¡No pares! – dijo mientras las dos pequeñas iniciaban la carrera.
- ¿Pero dónde vais? Ja ja. Venid con vuestro amigo Timmy. – dijo abalanzándose sobre las piernas de Sarah, haciendo que ésta cayese al suelo.
- ¡No me toques joder! – y bam, respondió con una fuerte patada contra su cara desde el suelo.
- Vaya...  Sabes defenderte, me gusta. – la dijo mientras se limpiaba la sangre de su sonrisa a causa del golpe recibido
- Entonces yo te voy a encantar. – unas manos quitaron de encima a aquel payaso que estaba echado sobre las piernas de aquella niña.
- ¡Steven! – gritó Jess desde el fondo.
- Sarah levántate venga, marchaos, yo me encargo de esto. – las instaba Callery mientras miraba amenazante al psicópata en el suelo.
- ¿Tú quién crees que eres, su héroe? Estas niñas y yo lo estábamos pasando de miedo. – dijo mientras se levantaba a tientas del suelo.
- Tú y yo tenemos pendientes unas palabras. – dijo tras tomar el pulso a la pobre Andrea que yacía en el suelo, era muy débil – Estás enfermo... Tranquila pequeña, te sacaré de aquí. – susurró a la joven.
- Gracias, ya me lo decía mi madre... – puso la mirada perdida – Bueno superman, ¿vamos a bailar o necesitas una copa? Tanta palabrería me aburre. – dijo mientras recogía el machete del suelo.
- No volverás a hacer daño a nadie desgraciado. – y Steven se lanzó contra él.

El payaso lanzó una estocada para alcanzarle, pero Callery, que era ágil la esquivó con facilidad, finalizando la maniobra con un puñetazo sobre su estómago y un rodillazo contra su cara, haciendo que cayese de espaldas de nuevo. 
Antes de que pudiese reaccionar de forma alguna, Callery le piso la mano, desarmándole de su gran puñal, y ahora dedicándole una cadena de golpes contra la cara con sus puños. Parecía que iba a romper sus manos contra su cara de la agresividad con que le estaba golpeando. 

Le agarró de la pechera inclinándole hacia él, y susurrándole: 
- Ya no tienes tantas ganas de reír verdad.
- ... Le escupió sangre contra su cara. Ja ja ja. ¿Crees que puedes vencerme? No tienes nada con lo que hacerme daño a excepción de esos puños, prometiste ser bueno a los ojos de la sociedad... Eso te limita a un segundo plano mientras yo seguiré siempre por encima de insectos como tú. Nosotros estamos en la cúspide de la cadena alimenticia, mientras vosotros seguís siendo simples ratones. – respondió mientras la sangre caía por su barbilla.

Steven desenfundó su arma mientras con la otra mano le sostenía para que no se cayese. La apretó contra su boca, introduciéndosela dentro.
- Hoy no es un día para que me retes... Me sería muy fácil volarte la cabeza para acabar con un mal en medio de este caos y nadie me diría nada. – replicó con frialdad.
- Pues adelante... Hazlo... – le incitó el payaso como podía mientras tenía el cañón entre sus dientes.

Steven le miraba con rabia, con odio, comenzaba a apretar el gatillo cuando alzó la vista y vio a las dos niñas al otro extremo de la sala, observándole perplejas desde el pasillo. 
En ese momento fue como si tuviese un espejo ante él que le reflejase la monstruosidad que estaba apunto de cometer, y sacó el arma de su boca. Lo único que quería era sacar de allí a las tres niñas.

- Yo nunca seré como tú. – y le soltó contra el suelo.
- Ja ja ja ... – se reía escupiendo esputos de sangre.
- ¡Steven! ¡Detrás de ti! – gritó Sarah al ver que la puerta de la salida de incendios se abría tras ellos con una mujer armada asomando por la sala.

¡Bum!

Steven recibió un disparo en su espalda antes de que pudiese reaccionar, tumbándole de golpe sobre el payaso. La mujer se acercó y ayudó a quitárselo de encima a su compañero maníaco.

- Timmy Timmy... Sino fuese por mí. ¿Quién es este hombretón que quería violarte? – bromeaba la otra psicópata de camisón – Por cierto tus crías se van.
- Mierda, son mías. – el payaso se levantó como un resorte para ir a por ellas – No le mates aún, quiero que vea como me divierto con ellas.
- No es mi intención matarle, creo que me lo voy a quedar. Mmm... – la mujer rubia volteó a Steven, y parecía disfrutar de las vistas, mientras se inclinaba para besarle.

Steven reaccionó y la asestó un mordisco en el labio para acto seguido golpearla la cabeza, haciéndola caer a su lado.
Steven se desquitó de ella para levantarse como pudo y salir a tientas hacia el pasillo. Sujeto contra la pared vio por el umbral de la salida de incendios del pasillo, como aquel payaso forcejeaba con las niñas que intentaban zafarse de él , que aunque mermado por la paliza que había recibido, las consiguió alcanzar.
Sarah se revolvió, y le propinó un puñetazo en sus partes nobles...

- ¡Aaaaa, puta! – el payaso la soltó para golpearla la cara con un fuerte codazo, cayendo hacia atrás, rodando abajo por los escalones – Maldita mocosa... Joder... Quédate ahí, cuando acabe con tu amiga volveré a por ti si aún estás viva. Y tú no intentes nada o te abro como a un pescado de arriba a abajo antes de si quiera poder gritar, ¿entendiste? Vamos avanza. – le dijo a Jess amenazándola con una navaja que llevaba en un bolsillo.

Steven al ver la situación comenzó a arrancar la carrera justo cuando sintió un pinchazo en su estómago, tenía clavado un puñal del que empezaba a emanar sangre.

- ¿Cowboy pensabas irte sin despedirte? – le susurró la mujer en su oído mientras se agachaba para lamer su herida con su boca ensangrentada – Hazme caso, aunque quisieras no irías muy lejos, tienes mi sangre recorriendo tu increíble torso, ya eres mío.
- ¿Qué has hecho? – respondió Steven cayendo de rodillas contra el suelo, sintiendo un calor abrasivo desde su abdomen, donde le había herido esa mujer.
- Muy fácil Superman. Ahora lo verás con tus propios ojos. – dijo el payaso agarrando a la niña, golpeándola las rodillas haciendo que cayese frente a él. El payaso la sujetó la cara mientras rociaba su navaja con la sangre que aún caía por sus labios – Nuestra sangre está bendita, por eso somos más ágiles, más fuertes. Por eso nos recuperamos antes de nuestras heridas, y esa sangre, mezclada con la de otro ser vivo,les hacer ser dóciles frente al paciente original. Por así decir, vais a ser nuestros perros – y le introdujo el filo de su navaja a la niña por un lado de la mejilla, después la giró la cara, y repitió el proceso – ¡Mira que guapa! ¡Ahora sí que podemos echarnos a reír, ja ja ja! – finalizó mirando la sonrisa que acababa de dibujarla a punta de navaja.

Steven casi no podía ni ver. Su cuerpo ardía cuando sintió que comenzaba a temblar en el suelo. Miraba desesperado a la pobre Jessica que perdió el conocimiento en cuanto comenzó aquel sanguinario loco su carnicería sobre su rostro. Pudo ver como comenzaba a temblar ella también antes de perder el sentido escuchando la maldita sonrisa de aquellos maníacos. Su cuerpo se retorció en el suelo de dolor, giró su cabeza hacia el otro extremo la sala, viendo como una sombra llevaba en brazos el frágil cuerpo de la joven Andrea, seguido de un perro...

- Bravo Frank... – dijo exhalando su último aliento...




...









- Capucha, tengo el chip, no hay peligro ya de que se filtre la información. 
- Muy bien señor Morado, muy bien. Ya sabes lo que tienes que hacer, ¿están todos listos para la presentación del nuevo mundo?
- Se estaban ocupando de los agentes que trajeron consigo el paquete, pero cuando usted me diga, finalizamos el plan, todo está dispuesto, sólo toca mover ficha.
- Estupendo... Pues cierre esos cabos sueltos mientras preparo la comunicación con nuestro querido Presidente...
- A sus órdenes, todo estará listo para cuando lo necesite.
- Hasta entonces, buen trabajo. – la comunicación se cortó – Smith, realice la llamada.
- De acuerdo Señor, ahora mismo...

Mientras tanto en algún lugar oculto de los Estados Unidos, el Presidente estudiaba las posibilidades de cómo acabar con ésta crisis junto a sus asesores y su Vicepresidente. Estaban tratando de localizar la ubicación de aquel terrorista con equipos infiltrados en la cuarentena de San Francisco, sin tener suerte aún por desgracia. Otra de las opciones era el uso de una bomba nuclear que arrasase el virus por completo... Opción que borraría a San Francisco del mapa, además de la cuarentena por radiactividad, entre otros efectos que provocaría tal opción.. Opción a la que se negaba rotundamente el Presidente a emplear, pues confiaba en dar con el paradero con sus agentes y poder acabar de la mejor manera para la nación sin llegar hasta ese extremo.

- Señor... – cortó su secretaria en medio de aquella reunión caótica.
- Ahora no Wendy, estamos muy ocupados. – contestó Bob, la mano derecha y Vicepresidente de los EEUU.
- Señor lo sé... Pero es una llamada para el Presidente.
- ¿De quién se trata? – preguntó sabiendo que allí estaban reunidos todos los altos cargos que pudiesen saber cómo contactar con aquella cámara... Cuando Bob escuchó la respuesta de Wendy se dirigió a Richard, el Señor Presidente, y le dijo quién estaba al otro lado de la línea.
- De acuerdo... Ponle en pantalla...

La sala enmudeció, y la pantalla tras el presidente se iluminó con la imagen de aquel tipo encapuchado.

- Mi querido presidente... Tengo una propuesta que ofrecerle...