martes, 15 de diciembre de 2015

CAPÍTULO 14: EL REENCUENTRO

- ¡Corred! ¡No paréis! – gritaba John al resto del grupo mientras miraba  hacia atrás, viendo lo que se les venía encima.

James corría junto a Kate, no la soltaba. Ella avanzaba todo lo rápido que podía, pero su cuerpo aún estaba dolido por el ataque que tuvo lugar momentos antes.
El nuevo integrante, Frank, apremiaba a su hija para que no parasen, debía de sacarla de ahí como fuese.
Joe se quedó en retaguardia junto a John, ambos portaban sus armas y disparaban a los “infectados” que iban recortando distancias.
Todo se había vuelto una carrera a contrarreloj de vida o muerte bajo aquel parking, y el pequeño grupo buscaba una salida en medio de aquel laberinto de puertas y accesos, en la que abrir o salir por la equivocada podía llevarlos a quedarse acorralados dando lugar a una muerte segura.
Las fuerzas comenzaban a fallar, la iluminación tampoco era la mejor, y lo poco que podían ver cuando echaban la vista a su alrededor era que el grupo de “muertos” no hacía más que crecer a medida que avanzaban. Se estaban quedando sin recorrido, sin soluciones. Deberían de intentarles plantar cara una vez agotasen ese margen de espacio que llevaban de ventaja.
A la vuelta de la esquina vieron lo inevitable, se toparon con otro grupo de aquellos seres, que corrían hacia su dirección, advertidos por los disparos y los gritos y gruñidos de los que les pisaban los talones.
Había llegado el momento de vivir o morir...

- ¡John, por aquí! – gritó James desesperado señalando un hummer aparcado a su derecha. 

El grupo se desvió dirección al vehículo, sabían que iba a ser su única oportunidad, su única vía de escape.

¡BUM!

James usó su arma para destrozar la ventanilla del copiloto, hecho que disparó la alarma antirrobo del coche.

- Oh mierda... ¡No paréis, id entrando! ¡Vamos! – dijo el detective mientras abría la puerta trasera del vehículo una vez se hubo metido dentro y levantado los cierres de seguridad. Acto seguido se colocó en el asiento del piloto y levantó la parte inferior del volante con su navaja, intentaría poder hacer un puente para poder salir de allí.

Una vez entraron Kate, Frank y su hija, la cual se puso encima de su padre, avanzaban a toda prisa Joe y el agente Meine. El primero saltó a la parte de atrás y cerró la puerta al instante. John se colocó en el asiento del copiloto, cubierto de los cristales de la ventanilla destrozada, y al cerrar la puerta, una de esas bestias se abalanzó a través del hueco que dejaba ésta misma, haciendo que el agente perdiese el arma bajo los asientos.

- ¡Joder! – el agente forcejeaba con aquella criatura mientras ésta se clavaba restos de cristales en el vientre, doliéndose a la vez que le intentaba alcanzar con sus mordiscos y arañazos.
- ¡John atrás! – BUM, un segundo disparo de la 9mm de James hizo que aquel ser cayese hacia atrás justo antes de conseguir arrancar el vehículo. – Es hora de visitar ya al comisario, ¿no crees?
- Compañero, no podría estar más de acuerdo, arranca de una vez y salgamos ya de aquí.. – le apremió John, mientras recogía su arma del suelo, preparado para cubrirse de aquella ventanilla descubierta – Estoy listo.

El detective encendió las luces. Estaban rodeados por aquellas criaturas, salir de allí no sería tarea fácil, pero debían intentarlo, la comisaría estaba a unas pocas manzanas y James no dejaba de pensar en su hija. Quitó el freno de mano, metió la directa y pisó el acelerador.

- Agarraos los machos, aquí están nuestros amigos... – el vehículo se metió de lleno entre la horda de aquellas criaturas...


...


Steven conducía por las calles a toda velocidad con las pequeñas a bordo. Iba esquivando los pequeños grupos de aquellos seres serpenteando por la ciudad, la cual estaba devastada, los pequeños negocios saqueados, los escaparates destrozados, había coches accidentados, sangre en las aceras... Un verdadero caos.
A medida que se acercaban se dieron cuenta de que había más gente de la que pensaban deambulando por las calles, corrían todos en la misma dirección que ellos, y al girar la esquina vieron a donde se dirigían. Al parecer, el ejército había montado un punto de control en la mismísima comisaría. Alrededor de ella habían colocado alambradas, vallas metálicas diferenciando distintos niveles de seguridad para poder entrar. Habían montado también torretas bien equipadas, eso se había convertido en una base militar en toda regla. Incluso tenían un “black hawk” sobre un helipuerto provisional. La base estaba bien protegida, no había duda alguna.
Mientras Steven seguía avanzando podían observarse militares custodiando las calles, controlando a la gente que se iba acercando, del mismo modo que con las alambradas, entre ellos parecía haber distintos anillos de seguridad bien marcados. 
Se nos acercaron un par de militares y golpearon la ventanilla.

TAC TAC

- Chicas tranquilas, esto es un control de seguridad.. – dijo Steven mirándolas con voz tranquila, a continuación bajó el cristal.
- Buenas noches, tienen que dar media vuelta, no pueden acercarse más con el vehículo, os deben examinar en aquella entrada antes de poder acceder adentro, pero deben abandonar el vehículo una vez lo hayan sacado del perímetro y a continuación volver aquí allí a pie. – dijo el teniente sin soltar su “M4”, un fusil de asalto.
- Señor, mi nombre es Steven Callery, soy agente de esta comisaría, esta es mi placa y traigo a estas niñas por petición expresa del comisario Bridges. – dijo Steven extendiendo su identificación ante el teniente – Por favor compruébelo 
- De acuerdo espere un segundo aquí. – aquel tipo se separó y comenzó a hablar por su intercomunicador apretando su oído, estaba dando parte de ellos al interior, mientras el otro oficial custodiaba el coche sin quitarles ojo – Todo correcto, adelante, vaya hacia aquella entrada y vuelva a mostrarles su documentación a aquellos oficiales. Le están esperando adentro.
- ¿Sargento que está pasando?
- Esta comisaría ha pasado a manos del Ejército de los Estados Unidos, estamos comprobando quienes están infectados antes de poderles dar asilo hasta su extracción. Dentro le informarán de todo, ahora avance, no se detenga.
- Gracias. – Steven recogió su identificación, y subió la ventanilla – ¿Chicas, todo bien?
- Sí Steve. – asintieron ambas.

Cuando el vehículo comenzó a emprender la marcha pudo escucharse un fuerte sonido que provenía del sur. Steven se fijó junto a las niñas, que se asomaron por las ventanillas mirando al cielo, el sonido provenía del rotor de las hélices de un helicóptero negro que se acercaba por detrás de la comisaría. Éste la sobrevoló bordeándola y se vio como descendió por detrás de los edificios contiguos. Por la forma de reaccionar de los militares no se trataba de uno de los suyos. Las verjas por las que debían entrar ellos se abrieron y salió un “humvee” negro militar a toda prisa. Se hicieron paso rápidamente entre la gente y torcieron la esquina de la calle por la que desapareció el helicóptero, no cabía duda de que salieron en su busca.
Steve miró desconcertado la calle, hasta que los oficiales le apremiaron a entrar, éstos retenían a la gente guardando un perímetro de seguridad. Steve retomó la marcha y entraron en la base. 
Acto seguido dos oficiales les hicieron bajar del vehículo. Otro abrió el maletero, advertido por los ladridos del perro, y al ver a Eusko le puso una correa con la que le amarró a un poste.

- Sigan sus instrucciones. – dijo el  sargento que les acompañaba, haciendo referencia a una mujer que se acercó con una bata blanca.
- Buenas noches agente y señoritas. Soy la doctora Raven. Necesito tomar una muestra de su saliva para asegurarnos de que está todo bien. No duele y es un segundo, ¿de acuerdo? – dijo la señora mientras sacaba un bastoncillo junto a un tubo de colección.
- ¿Para ver si estamos infectados? ¿Señora no ve que estamos bien? – protestó Steven preocupado por las niñas.
- Agente no lo repetiré, todo irá perfectamente mientras sigan mis instrucciones, sino son libres de abandonar la base ahora mismo. Usted decide. – dijo la señora con firmeza.
- De acuerdo, niñas tranquilas, comenzaré yo. – dijo Steven mientras se puso entre la mujer y las pequeñas.
- Muy bien... Abra la boca. – la doctora pasó la zona de algodón del bastoncillo por las encías del agente levantándole el labio – Muy bien, ya está. ¿Ve como no era para tanto?

Aquella mujer introdujo la muestra tomada en el tubo de colección y vertió dentro la sustancia de una pequeña ampolla. Agitó el tubo, y al cabo de unos segundos el color se volvió azul.

- Perfecto, ¿cuál es la siguiente? – dijo sonriendo a las niñas.
- Yo misma, Steven no te preocupes.. – dijo adelantándose Sarah.

La doctora sin perder la sonrisa repitió el proceso con la pequeña. Al cabo de unos instantes, la sustancia volvió a tomar aquel azul oscuro.

- Ya sólo faltas tú. – dijo acercándose a Jessica.
- ¿Pero qué pasa si no da ese color? – preguntó la joven preocupada.
- Perdona, ¿cómo te llamabas? – le contestó la mujer.
- Jessica Peterson. – dijo casi sin voz.
- Muy bien Jessica, ¿tienes algo que contarnos que no sepamos? ¿Te han atacado alguno de esos seres? ¿Te han mordido o arañado? Dínoslo tranquila y podremos darle solución antes de que sea tarde. – preguntaba la doctora presionándola.
- Está limpia, comprobé a las niñas antes de traerlas, no muestran síntomas y ya llevo con ellas más de una hora. – le replicó Steven a la defensiva.
- ¡Tranquilo agente! Únicamente intento suavizar la situación, y pequeña... – hizo una pausa y volvió a fijar su mirada en ella – Si es verdad eso, todo irá bien, no te preocupes, ya verás como sólo es un momento.

La niña temerosa se adelantó y abrió la boca. La doctora antes de introducir el bastoncillo miro a los tres oficiales que la escoltaban, y les hizo un gesto con la mirada. Éstos se colocaron tras el agente y la pequeña Owens, acto seguido les inmovilizaron por detrás. Dos de ellos se encargaban de Steven, el otro de la niña. El perro comenzó a ladrar.

- ¿Qué coño es esto? – gritaba Callery revolviéndose entre ellos.
- Sargento sólo se trata de precaución. No querría que esto trascendiese a más. En cuanto la joven termine la prueba podrán entrar, pero viendo las dudas, prefiero asegurarme de que no iniciaremos un arresto por algún arrebato tonto por su parte.
- ¡Suéltenos! – decía la pequeña intentando zafarse del oficial que la retenía.
- Bien pequeña.. ¿Vamos a ello? – le dijo la doctora a Jessica agarrando el bastoncillo ante ella.

Hizo un gesto de aprobación y Raven tomó la muestra de su boca, repitiendo el proceso que hizo anteriormente. Rompió la ampolla y vertió el líquido. Lo cerró. Lo agitó... Pasaban los segundos y aquello no tomaba color. El sudor corrí por la frente de la pequeña y la tensión aumentaba por momentos. 

- De acuerdo... Llévesela. – le dijo al oficial que custodiaba a Sarah.
- ¡Noooo! ¡No me han mordido! ¡Lo prometo! – decía la pequeña mientras la agarraba del brazo el militar.
- Lo siento pequeña, tenía que haber tomado un color, en caso de duda no corremos riesgos.
- ¡Suéltenla! – Steven se soltó de uno de los oficiales asestándole un codazo en la cara. El otro le redujo golpeándole con la culata de su arma en la cabeza, haciéndole caer al suelo. Acto seguido era apuntado por los dos oficiales, tras haberse recuperado el primero del codazo.
- ¡Agente basta! Únicamente la haremos otra prueba más precisa con una muestra de sangre, sólo que la mantendremos en observación bajo vigilancia hasta tener los resultados. Así que ahora, ¡cálmese!

De pronto se escuchó un tiroteo en la calle contigua. Los disparos provenían de la dirección por la que se perdió de vista al helicóptero y vehículo militar. Debían de estar intercambiando fuego.

- “Rogers, ¿qué está pasando?
- ¡Nos disparan señor desde la azotea, estamos rodeados!”... Se pudo escuchar por el walkie talkie del soldado que redujo a Steven antes de que éste lo silenciase.

Quedaron todos enmudecidos por un momento. El sonido de aquellos disparos asustó a la gente, haciendo que se impacientasen por poder entrar, empujando los unos a los otros. Todo se estaba saliendo del guión planeado. Los oficiales les instaban a volver a replegarse y guardar el orden, pero a cada segundo que se seguía escuchando el fuego cruzado, el pánico aumentaba. 

- ¿Señora qué hacemos? Hemos de retomar el control. – le dijo el oficial que tenía sujeta a la pequeña Sarah.
- Llévensela. Y usted, señor Steven, coja a esta cría y entren ya o les retendré en los calabozos si me causan problemas. ¿Me han oído?
- ¡Señora un segundo! – le replicó la pequeña Sarah – ¡Mire la muestra!

La doctora levantó el tubo de colección y se fijó en el color azulón que había adquirido la sustancia. Con todo el lío que se había montado con el agente Callery y el tiroteo de la calle adyacente no se había percatado de que efectivamente la prueba salival decía que aquella niña estaba sana.

- Menos mal... Suelten al agente, coja a las niñas y al perro y entren ya. Lamento toda esta confusión, esta prueba a veces tardan más de lo que debiese, y con todo el caos que está habiendo estamos todos un poco tensos. Espero que lo entiendan y me disculpen, espero verles después adentro. – dijo la doctora dando media vuelta con los tres soldados que la escoltaban.
- Yo también lo siento... Espero que no tenga que sufrir esta situación con alguien querido... No se lo aconsejo... – dijo Steven indicando a las dos niñas por dónde ir antes de soltar de aquel poste al pastor alemán.

Allá afuera seguía la gente empujándose y golpeándose por intentar conseguir entrar adentro y estar a salvo. Las vallas empezaban a tambalearse y un coronel comenzó a dar instrucciones por un megáfono para intentar apaciguar la situación.

<<Ciudadanos de San Francisco, por favor guarden el orden, prosigamos con las pruebas. Todos nosotros estamos protegiéndoles tanto ahí fuera como aquí dentro, por favor necesitamos que retomen el control o nos veremos obligados a hacerlo nosotros por ustedes>>

La gente parece que lo escuchó, y junto al cese de los disparos, volvió la tranquilidad. De pronto un grito desgarrador rompió aquel silencio que se creó...

¡¡Ahí vienen!! ¡¡Corred!!

Una horda de aquellos seres cruzaban el extremo de la calle dirección a la muchedumbre. Los militares comenzaron a replegarse para intentar contenerlos, pero las masas hacían imposible su tarea. Los embestían, los tiraban, se golpeaban con ellos huyendo con pánico en dirección contraria. Las alambradas comenzaban a ceder ante las masas y había que tomar una decisión si no querían quedar todos expuestos sin protección. 

- ¡Aaaa! – gritaba un soldado mientras una criatura le arrancaba un trozo de cara.
- ¡Socorro, necesito apoyo! – chillaba otro mientras se mezclaba entre la gente antes de que otros dos infectados se abalanzasen sobre él...

Empezaron a caer uno tras otro los que estaban afuera. Hasta que avisaron por radio.

“Retirada, vamos a limpiar la calle”

El coronel retomó el megáfono mientras  Steven y las niñas observaban la complicada situación desde el umbral de la entrada a la comisaría.

<<Ciudadanos despejen la calle, les damos 10 segundos antes de comenzar a abrir fuego de contención, repito, despejen la calle, ¡ahora!>>

10... Una madre corría entre la gente con su hijo en brazos antes de caer al suelo entre las piernas de las masas...
9... Un hombre se abrazaba a su mujer ante la puerta pidiendo ayuda...
8... Tres chicos intentaban escalar la verja...
7... Cinco infectados se daban un festín con una chica que se había quedado rezagada...
6... Steven corrió hasta el coronel que estaba realizando la cuenta atrás...
5... – ¿No irá en serio a abrir fuego ante esta gente verdad?...
4... – Apártenlo de mi vista...
3... – Los soldados del exterior dejaron de cubrir a la gente para cubrirse entre ellos tras un camión aparcado...
2...  – ¡Coronel basta! – gritó Steven revolviéndose sabiendo lo que estaba apunto de ocurrir.
1... Le golpearon en el estómago y le apartaron de una patada.

¡Fuego!... Cientos de balas embestían a la muchedumbre tras las vallas. Ciudadanos, infectados, todos eran abatidos por las balas de los fusiles de los soldados. El resto de personas que veía el panorama apresuraban la marcha para huir de allí. Estaba ocurriendo una verdadera masacre, una verdadera carnicería... La matanza duró apenas un minuto...

¡Alto el fuego!... Decenas de cuerpos se amontonaban unos sobre otros. No se distinguían los cuerpos de unos y de otros. Todo se convirtió en una masa de sangre y carne... Sólo unos pocos comenzaron poco a poco a volver a levantarse. Los francotiradores situados en las torretas comenzaron a abatirlos desde lo alto hasta finalmente quedar toda la calle en silencio. 
Las niñas lloraban, los soldados suspiraban con lamento, el coronel no se sentía orgulloso, pero todos sabían que sino se tomaba una decisión rápida, todo aquello podía irse al traste...

- Hijo de puta... Ha matado cientos de inocentes en lugar de abrir las puertas y ayudarles... – dijo el agente Callery doliéndose con lágrimas en la cara desde el suelo.
- Era la única solución... Nadie quería esto, pero tuve que hacerlo... – contestó el coronel mientras se daba la vuelta el coronel y se dirigía hacia la comisaría.

Las pequeñas fueron corriendo a abrazar a Steven. La imagen de aquellos cuerpos a las puertas de la base eran muy duras...

- Chicas aguantaremos vale, tranquilas estoy bien. – las calmó el agente.

Cuando se reincorporó, comenzaron juntos de nuevo el camino hacia la entrada a la comisaría cuando el rugir de un motor lejano rompió aquel desolador silencio...
Se trataba de un vehículo acercándose a gran velocidad. Los chicos se giraron y tras de ellos el coronel.. 

- ¿Y ahora qué?... – murmuró el coronel – Deténganlo con un disparo de advertencia. No quiero más situaciones complicadas, ¿entendido?.. ¡Y contacten con el equipo de Rogers! Quiero saber qué ha pasado allá afuera. El equipo de Michels que registre el vehículo cuando se detengan. Por el amor de dios.. ¡Retomemos el control! – le dijo a su oficial que le acompañaba y retransmitía sus ordenes a través del intercomunicador al resto de soldados.

El coche que avanzaba a toda velocidad por la calle recibió un disparo en el capó y frenó en seco justo antes de quedarse ante todos aquellos cadáveres. El equipo de Michels, que fue el que se quedó resguardado tras el camión durante la “contención” rodeó el coche.

- ¡Salgan del coche lentamente! ¡Este vehículo no puede aproximarse más a la comisaría, está siendo custodiada por el ejército de los Estados Unidos! ¡Repito bajen lentamente del vehículo! – gritó el sargento al frente del equipo.
- Bajo un hombre del asiento del conductor con las manos en alto. Soy el agente James Owens, y creo que me están esperando aquí.. – dijo el detective mientras bajaba por la otra puerta Joe “El Puerco” – Traigo a éste testigo, que es clave en toda esta situación. ¿Qué ha pasado aquí? – dijo observando el panorama que tenía por delante entre ellos y la comisaría.
- Tranquilo Michels, escóltenlos y que entren. – dijo el coronel a través del intercomunicador al oficial.

Los soldados abrieron las puertas traseras de las que salieron el agente John sujetando a Kate entre sus brazos, y Frank seguido de su hija. Les hicieron paso entre los cuerpos apartándolos, no había quedado vida entre ellos y el grupo se estremecía viendo lo ocurrido. Habían niños, madres junto a ellos. James apretaba los puños... 
Se abrieron las verjas y antes de poder decir nada la pequeña Owens se abalanzó sobre su padre. 

- ¡¡Papá!! ¿Dónde estabas? – exclamaba la pequeña mientras el pequeño pastor alemán les ladraba de alegría. 
- ¡Hija mía! ¿Estás bien? No he dejado de pensar en ti pero perdí mi móvil. Han pasado muchas cosas. Por dios, estás bien. ¿Y Eusko, tú la salvaste? Que alegría por dios... – ambos se fusionaron en un abrazo con lágrimas de emoción.
- Sí estoy bien, Jessica está aquí también, el agente Callery nos salvó y nos trajo sanas y salvas. 
- Señor Owens, que alegría volver a verle. – dijo la amiga de Sarah dándole otro fuerte abrazo.
- Jess.. Gracias por estar junto a Sarah... ¿Y tus padres? ¿Están observando a tu madre?
- Mis padres... No lo consiguieron... – dijo sollozando la joven.
- Oh Jess... Cuánto lo lamento.. Ven aquí, ahora estamos Sarah y yo contigo... – dijo abrazándola de nuevo contra él. 
- ¿Detective Owens? Soy el agente Callery, estas jovencitas son muy valientes.
- ¿Callery? Sí ya le recuerdo, usted es nuevo en el departamento ¿verdad? Le conocí el día de su ingreso si no mal recuerdo. Gracias por cuidar de mi hija y de Jessica. No sabe como se lo agradezco. – dijo James estrechando su mano con fuerza.
- Es un placer señor. Creo que el comisario Bridges nos está esperando adentro. ¿Qué le parece si solucionamos todo esto de una vez?
- No podía estar más de acuerdo. Éste es mi compañero John, y traemos a Joe Williams como principal testigo de todo esto. Tenemos muchas cosas de las que hablar.
- Pues adelante, encantado agente. – dijo estrechando la mano a su compañero.
- Agente Owens, soy el coronel Philips y ésta es la doctora Raven. Estamos a cargo de ésta base. 
- ¿Sí? ¿Me puede explicar qué ha pasado ahí fuera?
- No se preocupe detective, lo tenemos bajo control. 

¡Clack! James le dio un fuerte puñetazo al coronel.

- ¿Bajo control? ¿Este es el plan del Presidente?... Cabrón ahí fuera por lo que veo había gente pidiendo auxilio y ustedes los fusilaron. He visto niños, una  mujer embarazada.. Por el amor de Dios... – dijo mientras los soldados levantaron sus armas contra el agente.
- Bajen las armas.. El detective ha estado sometido a mucha presión por lo que veo y no ve las cosas con claridad... Hable con su comisario, él le explicara, estamos aquí dando asilo a la gente hasta su extracción por aire, y mi mayor responsabilidad es la de proteger esta base y a los que están dentro sea como sea hasta nueva orden. Así que no vuelva a pensar que ésta es su comisaría, ahora me pertenece, ¿me ha oído? – dijo el coronel doliéndose del golpe recibido en la cara.
- Claro mi coronel... ¿Y usted doctora, sabe curar, o la única solución que tienen aquí es la de disparar? – dijo James en tono amenazante.
- Tranqui tío... – le murmuró John a su compañero.
- Agentes pasarán una prueba antes de entrar en comisaría para comprobar que están sanos, a continuación nos llevaremos a la señorita, que la veo herida, y la examinaremos. ¿Le parece bien? También veo herido a Joe, ¿me equivoco? – le contestó ella fijándose en la herida del hombro de éste último.
- Yo estoy bien, no se preocupe. – le contesto Williams.
- Aún así la examinaré. Y usted, ¿qué dice? – dijo centrando su mirada en el detective.
- ¿Tengo alguna otra opción?
- La verdad es que no.. – dijo ella zanjando el debate.

El nuevo grupo fue expuesto a las pruebas salivales, y todos estaban sanos. La doctora se llevo a la enfermería a la señorita Rutherford junto a Joe. Los tres agentes se dirigieron al despacho del comisario, y Frank se quedó resguardado en otro cuarto con el perro, las niñas y su hija, la cuál era cinco años mayor que las otras dos.



...




- ¿Coronel, me reciben?
- Sí, identifíquese. 
- Soy el cabo Green, necesitamos asistencia médica inmediata. Han herido al sargento Rogers con arma blanca, le han desfigurado la cara.
- ¿Pueden trasladarse hasta aquí? Les abriremos las puertas en cuanto nos digan.
- Si mi coronel, ya estamos llegando.
- ¿Qué ha pasado?
- Ahora se lo explicamos. ¡Abran ya!
El humvee apareció tras el cruce a toda velocidad. Las verjas se abrieron y el vehículo pasó por encima de todos aquellos cuerpos sin ningún tipo de dificultad. Entraron en la base bajando por la rampa de acceso al garaje.
El coronel bajo a toda prisa con un equipo médico junto a otros dos soldados. Podían apreciar la cara del sargento Rogers totalmente demacrada por cortes.
El conductor bajo para ayudarles a colocar al sargento sobre la camilla, a la vez que bajaban otro tres oficiales de la parte trasera.
El coronel se acercó a Rogers.

- ¡Oh dios mío! ¿Qué le ha pasado? – preguntaba con preocupación.
- Acércate... – no podía apenas pronunciar palabra.
- Dígame sargento.
- Me han cortado la cara coronel... Como a usted... – acto seguido aquel tipo tumbado en la camilla le agarró la cabeza contra sí mismo mientras sacaba una navaja y le degollaba.

El coronel se incorporó dando tumbos, alejándose de aquel tipo, intentando tapar la herida como podía con sus manos, e intentando advertir al resto del equipo. Cuando se dio la vuelta vio que los dos enfermeros junto con los dos soldados habían sido degollados también. Se sentó contra la pared mientras  aquel tipo se levantaba de la camilla y se acercaba a él. 

- ¿Qué tal coronel?.. A su sargento le arranqué la cara, ¿me deja la suya? Jajaja.– dijo entre risas aquel sujeto mientras se agarraba la cara por la base y se la quitaba a modo de máscara. 
- Smith... – dijo una mujer ,quitándose el casco de protección, a través del micrófono en su oído – Dile a Capucha que los maníacos... – esbozó una diabólica sonrisa - ... están dentro.


lunes, 30 de noviembre de 2015

CAPÍTULO 13: PERDIDO

- Vamos a activar la “fase Maníaco”. Todavía no me creo que no hayan podido acabar con un par de policías mediocres... Ese mafioso debía estar muerto desde el momento en el que le detectamos fisgando donde no debía.
- Señor, usted no quiso levantar sospechas de más respecto al tema, yo le recomendé incendiarlo todo...
- Señor Smith... Dejémoslo, ¿están preparados los “Cuatro”?
- Sí Capucha, como usted pidió. Les inoculamos el Virus Alfa, y a excepción de Ramsés, los demás están preparados para soltarlos...
- Perfecto, dispóngalo todo y en media hora estaré abajo para ponerlos al corriente en persona y liberarlos por la ciudad..- dijo Capucha Negra observando en su muñeca negra un reloj que marcaba una cuenta atrás..- El plan continúa tal cuál, sólo aceleraremos su puesta en escena..

Smith asintió, dio media vuelta y atravesó una puerta metálica hasta desaparecer por las escaleras... 



...



¡¡Bum Bum!!!

John disparó contra la puerta que se encontraba, destrozó la cerradura. Aquellos seres le seguían a  distancia, pero el cansancio comenzaba a hacerle mella, y no conocía el terreno sobre el que se encontraba, únicamente sabía que tenía que llegar hasta el garaje, pues la puerta del edificio por la que se introdujo su compañero, al igual que por la que entró él, conducían todas a un mismo garaje comunitario.
De una patada abrió  la puerta y la cerró tras de sí, sin embargo una criatura más veloz que las demás consiguió alcanzarle, introduciendo medio cuerpo por la abertura antes de que pudiese cerrarla. John no lo pensó.

¡BUM!

La cabeza de aquel ser explotó contra la pared, cayendo su cuerpo hacia atrás y pudiendo cerrarla. Había un seguro sobre la cerradura, y lo corrió antes de que llegasen más seres y pudiesen tirarla abajo. La puerta comenzó a ser golpeada con fuerza. John corrió hacia un vehículo aparcado junto a la puerta, rompió con la culata de su arma la ventanilla, y le quitó el freno de mano, adelantándolo hasta ponerlo tras la puerta, haciendo imposible que pudiesen conseguir abrirla. Volvió a echar el freno mientras se limpiaba el sudor..

- Ha faltado poco...- se quedó recostado en el asiento, descansando y analizando la situación, de pronto escuchó un disparo a lo lejos.- ¡Oh mierda, espero que no estén en apuros!- se dijo a sí mismo mientras abandonaba el vehículo dirección hacia donde procedía el sonido del disparo de una 9mm, el arma de su compañero... 



...



La música paró, y James salió de la habitación lleno de salpicaduras de sangre. En su mano sostenía un martillo empapado de rojo púrpura. Lo dejó caer contra el suelo. Frente a él se encontraba Joe, que sostenía a Kate arropándola bajo una manta que había encontrado sobre el maletero de un Jeep aparcado. Ella se encontraba temblorosa, él mudo mirando al detective, como intentando descifrar que había ocurrido ahí adentro.
James se acercó a la chica.

- ¿Kate puedes oírme? Ya no pueden hacerte daño, estamos contigo ¿vale?- le susurró el detective mientras la cogía la mano. Ella no podía emitir respuesta, y la mirada de él seguía siendo de una tranquilidad sobrecogedora tras haber ocurrido lo que ocurrió.- Joe, ¿ha dicho algo?
- No Owens, cogí una manta y la arropé, pero no ha dejado de temblar, y aquí hemos estado esperando a que salieses. ¿Qué vamos a hacer ahora?
- Debemos llegar a la comisaría, ese sigue siendo nuestro plan, y no podemos fiarnos de nadie.. El mundo parece haberse vuelto loco. Cogeremos un vehículo y sin parar nos dirigiremos hasta allí. 
- James espera... Deberías de tener esto.- Joe se remangó, y comenzó a apretar sobre una cruz tatuada sobre su brazo. Bajo la piel comenzó a emerger una pequeña cápsula.- Toma, lo mantenía como moneda de cambio contra el tipo que ha organizado todo este barullo, pero me parece que de poco me va a servir, debes creerme cuando te digo que no tenía ni idea de todo lo que ha ocurrido. El plan en teoría era infectar a un pardillo con una especie de ébola modificada para cundir el pánico en la población. Él sacaría la cura a través de una farmacéutica asociada y sacaría mucho dinero por la vacuna. Aún así le dije a Klaus que se introdujese en su red a través de la línea con la que nos comunicábamos y sacase toda la información que pudiese para cuidarnos las espaldas. Robamos muchos datos hasta que se dieron cuenta y cortaron el enlace, sin embargo toda la información que pescamos  está encriptada. Necesitas un ordenador lo bastante potente y algún  experto  para poder ver lo que trama en realidad ese cabrón. 
- Mmm... En el departamento tenemos a Cheap,  fue un hacker, un pirata informático hasta que le pillamos y le “convencimos” de que trabajase con nosotros. Si alguien puede encargarse ese es él.  Ahora con más motivo hemos de llegar hasta allí...

Clonk...

- ¿Quién anda ahí?- el detective desenfundó su arma apuntando tras un furgón del que procedía el sonido de aquel golpe.- No lo volveré a repetir, ¿quién anda ahí?- preguntó de nuevo  con fuerza.
- ¡No disparé por favor!

Un tipo salió tras aquel furgón con una pequeña tras de él. Levantaba los brazos.

- ¡No hemos visto nada! ¡Déjenos ir, se lo suplico!
- ¿Qué hacían ahí atrás?.. ¿Nos espiaban?- James empuñaba su arma con fuerza avanzando hacia aquel tipo. – ¡Hablen!
- Mire, estábamos escondidos en nuestro coche cuando escuchamos un disparo contra la puerta cercana al sitio donde nos encontrábamos aparcados. Vimos a dos hombres armados atravesar el acceso al garaje, a ustedes dos. Pensamos en pedirles ayuda y avanzamos con cautela tras de ustedes para ver si eran de fiar. Después nos fijamos en  una luz procedente de un trastero y vimos que ustedes avanzaron a toda prisa hacia allí. ¡No vimos nada más, lo juro! Ésta es mi hija, déjenos marchar. 
- Me oculta algo.. ¿Qué más vio, por qué se mantenían ocultos?.. ¿Por qué no pidieron ayuda?
- Señor... Déjela marchar a ella, por favor.
- ¡Que me lo diga! – James le encañonó  su arma contra la frente mientras le exigía con fuerza aquella explicación. Kate y Joe se asustaron...
- ¿Detective qué..? – le dijo Joe.
- ¡Calla, tiene que contestarnos, aquí nadie es trigo limpio por lo que veo! – James le cortó, estaba perdiendo el control.
- ¡Vale, vale!.. Le vi disparar a aquel hombre, después sacar a aquella muchacha golpeada y volvió a entrar... Esperamos en silencio y le vimos salir con aquel martillo y cubierto de sangre.. – hizo una pausa – Por favor, es toda la verdad, deje que ella se marche se lo suplico, ella no ha entendido lo que ha visto, ¡por favor!.. – suplicó aquel tipo cubriendo a su hija.
- ¡Pero que coño... James baja el arma! – John apareció de entre las sombras apuntando a su compañero... - ¡Ahora!

James permaneció inmóvil.. Parecía comenzar a ser consciente de la locura que estuvo a punto de cometer.. Soltó el arma y se quedó perplejo.. 

- Lo siento.. Yo..
- Tranquilo compi.. ¿Ya estamos juntos de nuevo para combatir el crimen, vale? – John recogió el arma de su compañero y se dirigió a Joe - ¿Qué coño ha pasado aquí? ¿Kate, estás bien?
- Ahora te cuento.. Te has perdido mucho..- le respondió Joe.

James se apartó, y se sentó contra la pared. Se miraba las manos, comenzó a asimilar todo lo que había ocurrido.

- Y ustedes.. ¿Quiénes son? – preguntó John a aquellos desconocidos.
- Me llamo Frank Wolf, soy periodista del Fox Nation, y  ella es mi hija Andrea..


...



El coche circulaba a toda velocidad entre las calles, la lluvia había cesado pero la noche seguía todavía sumida totalmente en la oscuridad. 
La pequeña comenzó a abrir los ojos. Se encontraba el la parte de atrás del vehículo recostada. Distinguió la voz de su amiga Jessica en aquella conversación.
Comenzó a reincorporarse.

- ¡Sarah! ¡Estás despierta! – la pequeña Patterson se abalanzó sobre ella con un fuerte abrazo.
- Jess.. ¿Cómo..? ¿Dónde estamos..? ¿Y tus padres? – la joven se encontraba desorientada.
- Sarah, mis padres no... – Jessica se echó a llorar. – El agente Callery nos recogió antes de que acabasen con nosotras.- dijo entre lágrimas.
- ¿Un momento, y Eusko?

Desde el maletero pudo escucharse un pequeño ladrido. Sarah se asomó por los asientos y observó al pequeño pastor alemán moviendo su cola nervioso al verla.

- Él os protegió hasta que llegué, no podíamos abandonarle allí. – dijo sonriendo el tipo al volante  – Encantado de conocer a la hija del agente Owens, tu padre no para de hablar de ti. – la pequeña se sonrojó. – El comisario Bridges me mandó ir en vuestra búsqueda, lo siento, pero ya le expliqué a Jessica que no pude hacer nada por sus padres.
- ¿Conoce a mi padre? ¿A dónde nos lleva?
- Claro que le conozco, es uno de los mejores en comisaría, y es allí precisamente donde vamos.
- Es extraño, nunca le escuché a mi padre hablar de usted, ¿me puede enseñar su identificación? – exigió la niña.
- ¡Sarah! ¡Nos salvó la vida! – le recriminó Jess.
- Jajaja. Tranquila pequeña, tu padre te ha enseñado bien, y más en los tiempos que vivimos. Hay que andarse con mucho ojo... Toma, aquí la tienes. – dijo el agente mientras se sacaba la documentación con su placa del bolsillo de su chaqueta – El motivo por el que no habrás oído hablar de mí es porque allí somos muchos, y hace sólo una semana que me trasladaron desde la comisaría de Alameda.
- Steven Callery, número de placa 2214 – murmuró la pequeña - ... de acuerdo agente Callery, le pido disculpas por mi desconfianza. ¿Mi padre se encuentra en la comisaría?
- Nada. – recogió su placa – Cuando me mandaron para acá el detective Meine y su padre trasladaban a un sospechoso a comisaría, no he vuelto a saber nada de ellos.
- Vaya.. Perdí mi móvil. – exclamó la chica – ¿podría dejarme el suyo para  que le llame?
- Por supuesto, aunque tal vez se encuentre ocupado.
- Gracias por la anotación, aún así lo intentaré.
- ¿Sabe su número? Yo no le tengo. – dijo el agente facilitándole el terminal mientras seguía conduciendo – Ya puedes marcarlo.

Sarah tecleó los números del teléfono de su padre sobre la pantalla táctil y dio a llamar.

Peeee... Peeee... Peee...

Los tonos se sucedían pero nadie respondía a la llamada...

- ¿Dijiste que se encontraba con John Meine?
- Sí, eso es lo último que sé.
- De acuerdo.

En esta ocasión Sarah tecleó el teléfono del compañero de su padre. Su número lo había memorizado a causa de las veces que tuvo que contactar con su padre a través de él, debido a que se centraba demasiado en los casos y perdía la noción del tiempo.

Peee... Peee...

- ¿Sí? - se podían escuchar jadeos de cansancio a través de la línea.
- ¡¡¡John!!! ¡¡Soy Sarah!! ¿Está mi padre? – exclamó la pequeña emocionada.
- ¿Sarah?.. Sí, pero...  escucha no podemos hablar ahora mism...

Pe pe pe...pe pe pe...

La joven dio al botón de rellamada con desesperación, pero en esta ocasión no dio otra respuesta que la de que el teléfono se encontraba apagado... Algo estaba ocurriendo, y su hija se preguntaba que significaba el “sí, pero” de John al preguntar por su padre...

martes, 17 de noviembre de 2015

CAPÍTULO 12: NUEVOS AMIGOS

- ¡Chsss, Jess! ¿Estás ahí?- susurraba la pequeña Sarah asomando la cabeza tras la puerta de la habitación. Se había cansado de llamar a su padre y no obtener respuesta.

Esta vez estaba sola, sin su amiga, sin Eusko. Aquel pasillo seguía únicamente iluminado por la luz tenue que procedía del cuarto de baño al fondo, a diferencia de que en esta ocasión la puerta se encontraba totalmente abierta y el agua seguía emanando de su interior. Había manchas de sangre y huellas que llegaban hasta el punto desde el que se encontraba, provocadas por la persecución de la madre, si seguía siendo ella, al seguirlas hasta el cuarto. 
La joven avanzaba cautelosa, sabía que un paso en falso podía llevarle a lo peor, pero no estaba dispuesta a abandonar a su mejor amiga ante aquella situación, así que tomo aliento, y se armó de valor para seguir el camino. Antes de llegar a la escalera se observaba la puerta de la habitación de invitados entre abierta. Recordando lo que pasó antes con la madre guardó silencio total mientras se aproximaba. La respiración era prácticamente muda. Cogió un jarrón que estaba sobre el mueble del pasillo como medida de seguridad ante lo que pudiese pasar. Según avanzaba a hurtadillas su corazón se aceleraba, parecía que iba a explotarle. Consiguió mover las piernas para andar, las tenía prácticamente bloqueadas, hasta llegar al umbral de la puerta. No se podía ver nada en su interior, pero decidió no inspeccionar por lo que pudiese ocurrir, dejándola tras de sí. 
Al avanzar un par de pasos más, el suelo crujió bajo sus pies, y el sonido chirriante de la puerta abriéndose poco a poco casi la provoca un infarto.

- Otra vez no...- se giró lentamente...

De la oscuridad comenzó a vislumbrarse una pequeña figura que avanzaba por el suelo cautelosamente. La joven levantó el jarrón para lanzarlo...

- ¿Eusko? ¡¡¡Eusko!!!- la niña se arrodilló, soltando el “arma arrojadiza” sobre el suelo y la pequeña mascota aceleró el paso hasta ella. Le cogió en sus brazos. Parecía herido.- Mi salvador, ¿qué te ha hecho?

Sarah vio su pata lastimada. Sangraba, pero no parecía grave. Tras examinarle, le dejó sobre el suelo, echándole una mirada cómplice a su mascota que ésta pareció devolverle. Ambos parecían dispuestos a seguir avanzando como un equipo. La chica se levantó y llegaron silenciosamente hasta la escalera. La luz del televisor y el sonido que producía llegaban desde el salón hasta la pared de la bajada al piso inferior. Parecía una escena sacada de la mismísima película “Polstergeist”.
Paso a paso, la niña era escoltada por su perro, que hacía de avanzadilla. Bajaban escalón a escalón, y a medida que lo hacían iba observando aquel salón iluminado por aquella luz blanca y siniestra del televisor. El sonido fuerte provocado por aquella niebla televisiva hacía casi imposible escuchar cualquier cosa, pero tampoco veía nada más que la silueta de los muebles a contraluz desde la posición en la que se encontraba. Su amiga no debía andar muy lejos. Esperaba que no la hubiese pasado nada.
- ¡Jess! ¿Estás ahí? – volvió a susurrar con algo más de fuerza a la espera de que ésta pudiese escucharla. Pero nada.

Dueña y mascota permanecían inmóviles sobre los escalones, hasta que el pequeño Eusko decidió emprender la marcha, animando así a Sarah, que por muy joven que fuese aquel perro, le daba muchísima seguridad el poder ir respaldada por él.
Al llegar a la planta inferior, el pequeño Eusko la dio esquinazo y soltó un pequeño ladrido como indicando a la joven que se fijase en algo. Ella se asomó y pudo verlo. Se trataba del cuerpo de Beth, la madre de Jess, que yacía en el suelo.
Su cabeza se encontraba destrozada, estaba empapando el suelo con un gran charco de espesa sangre oscura. Ella se quedó gélida. Se acercó lentamente al cuerpo, observando que permanecía inmóvil. Se inclinó sobre el cuerpo, intentando averiguar el origen de la herida en la cabeza, pero únicamente apreció un gran boquete sobre ésta. 
El perro comenzó a gruñir hacia la escalera, ella se dio la vuelta y observó una mano empapada en rojo púrpura que asomaba sobre la esquina. Tras ella apareció el rostro pálido del señor Patterson, tenía los ojos blancos, vacíos de mirada alguna. Su boca estaba desfigurada por completo, la tenía desgarrada a mordiscos. Su paso era lento y perdido, sin coordinación alguna.
Carl giró la cara hacia el perro que le ladraba, pero al ver a la niña, fijó su mirada hacia ella. A Sarah la entró el pánico, comenzó a retroceder nerviosa, pisando a tientas hacia atrás, tropezando así con el brazo de la mujer tumbada sobre el suelo. Cayó de bruces sobre ella y el perro comenzó a ladrar con más fuerza a medida que avanzaba aquel ser hacia ellos. Se tiró con fuerza hacia ella al verla tirada sobre el suelo intentando desquitarse del cuerpo de la Beth que quedaba bajo ella. La criatura agarró con fuerza del tobillo de Sarah, trayéndola hacia sí mismo y a pesar de los esfuerzos de ésta por zafarse de aquella situación, aquel ser estaba a punto de asestarla un mordisco de un momento a otro en la pierna. Sarah como acto reflejo le pateó la cara, haciendo que éste la soltase instantáneamente, hecho que aprovechó para escapar entre sus brazos, poder levantarse y correr hacia la puerta. Pero antes de conseguirlo la criatura la volvió a agarrar nuevamente, en esta ocasión la alcanzó la zapatilla, haciendo que volviese a caer en esta ocasión de cara contra el suelo, quedando conmocionada. La criatura avanzaba sobre ella mientras ésta se encontraba desorientada por el golpe. Era el fin.. Lo que antes era el señor Patterson ahora se había convertido en un ser violento que estaba apunto de arrancarle un trozo de cuello mediante un bocado a aquella pobre niña a la que tenía sujeta sobre el suelo...

BUM!!

Un disparo sordo hizo que cayese de nuevo ella, que ya se encontraba indefensa entre las manos de aquella criatura. 

- Sarah!! Soy Jess..- la pequeña Owens pudo ver antes de desmayarse a su amiga junto a otro hombre que portaba un arma humeante a través del silenciador... 

Quedó tendida mirando hacia la derecha, viendo la cabeza de Carl con un boquete que le atravesaba la frente. Después hubo silencio entre los ladridos de Eusko.. Oscuridad...



...




Comenzaron a bajar por aquellos escalones, la luz era tenue, el lugar húmedo. Las paredes estaban poco cuidadas, y a medida que bajaban perdían su blancura. Llegaron a una puerta metálica que se encontraba bloqueada.

- Mierda está cerrada.- dijo Joe empujando contra ella.
- Aparta.- le respondió el detective Owens apuntando su arma hacia la cerradura.

BUM!!

El fuerte disparo hizo que el cierre reventase, haciendo que la puerta se abriese ante ellos.

- Continuemos, no hay tiempo que perder, la puerta de arriba no se si conseguirá contenerlos demasiado tiempo.- dijo haciendo referencia a la horda de “zombies” que campaban allá fuera golpeándola con fuerza- Debemos dar con John y Kate, él nos estará buscando también, pero ella dónde demonios se habrá metido...- no sabía por qué había conectado tanto con ella, tal vez le recordase a Adele, la madre de su hija Sarah- Espero que escapase a tiempo...
- Esa chica tiene huevos lo admito, pero salir de ésta...

Ambos quedaron en silencio antes de entrar por la puerta. Daba acceso a un garaje con muy poca iluminación.

- Parece que conectan por aquí el resto de edificios que estaban allá fuera. Con suerte John nos vería entrar aquí y accederá al garaje por otra entrada. Mantengamos los ojos abiertos, no sabemos qué podríamos encontrarnos aquí abajo..- le dijo el detective caminando con cautela mientras empuñaba su arma.
- A sus órdenes... Aunque yo tengo esto para quién tenga ganas de plomo..- dijo “El puerco” moviendo su escopeta como si se tratase de un niño presumiendo de botas nuevas.

Andaban con rapidez buscando otros accesos que por localización pudieran ubicarse en la zona que se dirigía John cuando le perdieron de vista, y en medio de esa búsqueda vieron una luz que procedía de lo que parecía un trastero. Ambos se miraron guardando silencio y comenzaron su andadura hacia allí.
Cada vez podían escuchar con más claridad un tipo de rock duro, heavy metal o algo así. La música sonaba con fuerza, no podían distinguir ningún sonido del interior más que aquel.
La puerta no tenía pomo, sólo una cerradura.

- Yo llamo y tú me cubres ¿vale?- le aclaró Owens a su “nuevo compañero”.
- Oído detective.- dijo asintiendo el otro cargando la escopeta entre sus manos.

Cuando se disponía a golpear la puerta, se escuchó el ruido que provenía se la cerradura abriéndose, alguien salía hacia fuera. Se trataba de un tipo gordo, estaba sudando, tenia el pelo grasiento y vestía con una camiseta de tirantes interior blanca y un vaquero que se estaba abrochando. Salía fumando un cigarrillo y no se fijó en estos dos que se apartaron contra la pared, pasando desapercibidos ante aquel tipo que se preocupaba únicamente exhalar el humo de su tabaco mientras se terminaba de cerrar la bragueta del pantalón. La puerta quedó abierta tras él y la música sonaba ahora con más fuerza.

- Joder Richi, ¿el fin del mundo? ¡Esto es una puta maravilla!- volvía a darle una calada al cigarro- Ya podían habernos atacado antes esos malditos terroristas, jajaja. ¡Viva la anarquía!- se comenzó a rascar el trasero mientras tomaba los últimos suspiros de aquel cigarro antes de tirarlo.
- Silencio por favor.- le susurró el detective Owens a aquel tipo mientras de encañonaba la pistola contra la nuca- ¿Quiénes sois?
- Oh mierda, escucha tío, tenemos televisores y ordenadores que acabamos de mangar, podemos repartir el botín. Incluso tenemos a una zorrita muy guerrera ahí dentro que cogimos a la vuelta, lo pasarás en grande. Pero no me mates, hay material de sobra para repartir. Anda echa un vistazo.
- ¿Qué? Andando vamos.- James le agarró del brazo por detrás, teniéndole controlado sin poder moverse más que lo que él le dejase hacerlo.
- ¡Vamos si tranquilo! Verás como te gusta. ¡Coño si sois dos! Mejor, así podréis cargar con los paquetes, porque tú solo... ¡Au, tranquilo!- se quejó mientras James le retorció el brazo y empujo contra la puerta.
- Joe sujétale.

James entró hacia dentro, en el interior de aquel trastero había muchas cajas, como le dijo aquel tipo, de televisores y ordenadores. Por lo visto habrían arrasado con una tienda,  el lío que estaba habiendo hacía imposible controlar a los ciudadanos.
Al fondo de la habitación había otro tipo de espaldas a ellos, sobre un colchón en el suelo... La música seguía sonando fuerte, pero James sólo escuchaba aquella voz dolida resistiéndose.. El colchón tenía manchas de sangre, aquel tipo la embestía con fuerza, y aquella muchacha no podía apenas moverse, intentaba utilizar las manos para quitárselo de encima mientras el otro animal la aplastaba la cara contra el colchón. Ella se estaba apagando...
James quedó inmóvil ante tal escena. Joe se quedó perplejo, y aquel tipo dijo unas palabras poco acertadas.

- Qué os dije tíos, ¡buffet libre! Yo acabo de montar a la jodida puta, ¿queréis probar?

James levantó su arma apuntando a la cara de aquel tipo mientras Joe le sujetaba, y casi sin mirarle, como si de un acto reflejo se tratase, le voló los sesos. No se lo pensó.

¡Bum!
El sonido del disparo resonó en toda la habitación, haciendo caer al suelo del susto al otro tipo que estaba sobre el colchón. 

- ¿Qué coño...? ¡Andrew no! ¡Pero qué cojones habéis hecho!- y se lanzó contra un revolver que había en el suelo.

¡Bum!

Al ir a apuntar a éstos, James le destrozó la mano de otro tiro, se la arrancó de cuajo desde la muñeca.

- ¡¡¡Aaaaah!!! ¡¡Capullos!! ¡Os voy a matar!- se dolía aquel tipo al que llamaron Richi anteriormente sujetando contra sí lo que ahora era un muñón.

Joe estaba inmóvil, blanco, aún tenía trozos de la cabeza del otro tipo sobre él, que salieron disparados al reventarla James anteriormente.
James se acercó a la muchacha, la tapó con una manta mientras ésta se intentaba reincorporar y vestir como podía, pues estaba golpeada, destrozada, y apenas tenía fuerzas para abrir los ojos ni vocalizar.

- Tranquila Kate, soy James, ya estoy contigo.- le susurró a la chica mientras la levantaba y conducía hasta Joe.- Quédate con ella fuera por favor, tengo que encargarme de una cosa aquí dentro antes de que sigamos.
- Claro detective.. Vamos Kate, salgamos fuera.

La mirada de Owens estaba perdida, no emitía ninguna sensación, daba realmente miedo, como si su cabeza hubiese desconectado al haber pasado lo que pasó, y lo último que pudo ver Joe antes de que James cerrase la puerta tras de sí es como cogía un martillo. Después la cerró de golpe, y sólo se pudo escuchar aquella música de rock...