lunes, 27 de junio de 2016

CAPÍTULO 20: ADIÓS, QUERIDO AMIGO

- ¡John mi padre! ¡La comisaría se ha derrumbado! ¡Da media vuelta, vamos a ayudarle! – gritaba la pequeña Sarah desde la parte de atrás revolviéndose mientras la doctora y Kate intentaban sujetarla.
- ¡Sarah, por el amor de Dios, para! – gritó John – Tu padre y yo pensamos un plan, no podemos dar marcha atrás, él me pidió que te protegiese, y eso haré. Ahora mismo nos estamos dirigiendo a los muelles, y él lo sabe, le tenemos que esperar durante una hora. Puede localizarnos por el gps que cogimos, y además en cuanto pueda se pondrá en contacto con nosotros por el móvil. Si todo sale bien, sabremos algo de él en poco tiempo, sino... No podemos retroceder pequeña... – Meine se quedó pensativo, estudiando la posibilidad de que aquella explosión pudiera haber acabado con la vida de su amigo, sino lo había hecho antes aquel carnicero loco.
- ¿Al muelle? – preguntó Kate –  ¿Nos dirigimos allí?
- Sí. – respondió Frank – Allí tengo un barco amarrado con el que partiremos fuera de aquí. Yo y mi hija nos vamos, y todos aquellos que queráis acompañarnos, pero no pasaré ni un minuto más de lo necesario en esta ciudad infectada de estos seres.
- No sólo eso... – respondió Raven – Todos debemos de salir de aquí cuanto antes... Si la infección no se controla y no acaban con la amenaza llevarán a cabo la erradicación del virus...
- Un momento... ¿Y cómo lo harán? – preguntó Kate.
- No estoy autorizada a hablaros de eso... No me hagáis caso, pero hay que marcharse de la ciudad.
- ¡Doctora! – Kate la agarró y se puso cara a cara contra ella – Cuéntenos lo que sepa... ¡Ahora!

Todos quedaron en silencio, expectantes de la respuesta de la doctora.

- De acuerdo... Un ataque nuclear sobre la ciudad sería lo más efectivo... No podemos permitir que se extienda por todo el mundo... Sería el fin de la civilización. – respondió sudando la doctora.

John dio un fuerte frenazo y se giró hacia la doctora.

- ¿Cómo? ¿Un ataque nuclear sobre San Francisco? Nuestro Presidente jamás mataría a miles de ciudadanos, esa es la vía rápida, debe de haber más opciones que poner en cuarentena la ciudad y arrasarla. – todos no cabían en sus asientos.
- En efecto detective... Había más opciones. La primera poner en cuarentena la ciudad y localizar al terrorista para acabar con él. La segunda sacar muestras del virus y crear una vacuna contra él. Pues bien, por lo que hemos vivido, yo no sé usted, pero el tal “Capucha Negra” parece que no ha sido atrapado, y todos mis experimentos y pruebas han terminado ardiendo en aquella comisaría protegida por los militares... Yo creo que nos tiene tomada la delantera, y apostaría a que el Presidente está valorando seriamente arrasar una ciudad y vidas de miles de habitantes, muchos de ellos ya infectados, antes que permitir que se extienda por todo el mundo y ya no haya opción de controlarlo y acabar con él.
- Pero... Se pueden seguir sacando muestras, se podrá sacar una vacuna que acabe con esta locura, y con tiempo... ¡Seguro que dan con él! – decía John nervioso.
- Agente... Yo soy la científica especializada en virología, y con este virus le aseguro que de lo que menos disponemos es de tiempo... – puntualizó la doctora – En unas horas fíjese cómo se ha propagado en una ciudad como ésta. ¿Se imagina que sobrepasase las barreras de contención? Sería el fin.
- Pero... – John se quedó pensativo – Vamos, no hay tiempo que perder. – y arrancó el vehículo de nuevo.

Todos quedaron estupefactos ante la noticia, parecía que habían perdido toda esperanza de salir de esa pesadilla con vida.
El coche circulaba a toda prisa entre las calle, mientras el sol seguía saliendo por el horizonte.
De pronto un sonido rompió el silencio quebrado por el motor del coche.

- ¿Qué es eso? – dijo Sarah.



...


Fum... Fum... Fum... 
Los ojos se abrían poco a poco.
Fum... Fum... Fum...
La claridad del cielo le molestaba.
Fum... Fum... Fum...
Empezó a distinguir tres siluetas sobre él.

- ¿Jeff? – dijo una mujer rubia con un chubasquero negro – ¿Jeffrey me oyes? ¡Parece que está despertando Purple!
- ¡Sí! Este cabroncete tiene ganas de seguir rebanando caras, jajaja. – gritó un tipo con una máscara de payaso. Junto a él, una joven rubia no paraba de reírse.
- ¡Callaos! Estoy hablando con Capucha. – hizo una pausa – Sí, parece que Jeffrey se está recuperando. Vamos el equipo al completo, un detective nos incordió, pero ya se encargó de él. Le acabamos de recoger de entre los escombros. – volvió a pararse, escuchaba por sus cascos a otra persona – Sí, tengo el chip y el móvil en mi pantalón, ellos ya no tienen información alguna... De acuerdo iremos para allá, pero me volaron la mano... Quiero venganza... Sí... Entendido... – se quitó los cascos – Muchachos, la misión ha sido un éxito, y hemos acabado con el Presidente. Volvemos a la base.
- ¿Dónde, qué? – dijo el carnicero reincorporándose – ¡Auch!
- Ssshhh, túmbate y recupérate. – la mujer de la túnica bajo el chubasquero le besó – Estás casi tan loco como yo, por eso me encantas. Je je... – esbozó una malvada sonrisa – Al enfrentarte con aquel detective, te pilló la detonación de la bomba en medio de la pelea, y no se como lo hiciste, pero saliste de allí con vida y con su cabeza en tus manos. Después te vimos desde el aire y te recogimos tras desmayarte. Te rompiste una costilla, así que recupérate de camino a la base.
- Me alegro que le arrancases la cabeza a ese cabrón, era un hueso duro de pelar. – dijo el payaso, la niña se quedó en silencio, y el payaso se giró hacia ella – ¿No te divierte cariño?
- ¡Pues claro que sí Clown! Todos los que vayan contra nosotros, deben arder... Lástima que no le pudieses arrancar la cara y usarla – la pequeña Jess volvió a sonreír.

El equipo de los maníacos al completo tomaba altura en aquel helicóptero black hawk entre los edificios, y el sol comenzaba a ser cada vez más visible. Purple se quedó mirándolo fijamente, bajo la vista y se vio el muñón deforme que le había causado por el disparo del detective. Algo le llamó la atención entre las calles.

- No puede ser.. Jajaja. Baja a aquella calle y sigue a aquel vehículo. – dijo agarrando al piloto por el cinturón – ¡Bendita casualidad! – El helicóptero se desvió bruscamente hacia abajo.
- ¡Purple! ¿Qué haces? Debemos volver, ahora no tienen nada, sigamos el plan. – gritó la mujer.
- Por su culpa no tengo mano, y ya que no puedo matarle yo, al menos acabaré con la vida de su hija. – la cara del tipo con el chubasquero morado irradiaba puro odio.
- Pero, ella lleva razón, volvamos y acabemos todo esto cuanto antes. – dijo el carnicero reincorporándose con una voz ahogada.
- Vamos a ver, ¿desde cuándo tomáis decisiones vosotros? – miró al piloto – Acaba con ellos, ¡arrásalos!

El payaso abrió la puerta corredera para ver bien lo que estaba ocurriendo. El helicóptero se acercaba con velocidad sobre el humvee negro conducido por John, y la joven Sarah se asomaba por la ventanilla de atrás.

- ¡John son ellos! ¡Acelera! – dijo al conductor.
- ¡Uhmmm, sí! Estoy con el jefe, esa niña tiene que pagar, ja ja ja. – gritó Clown.

Tatatatattatata, el helicóptero comenzó a disparar contra el vehículo con su ametralladora, arrasando los ventanales y cristaleras de los edificios de su alrededor. El vehículo frenó y giró hacia la derecha, metiéndose por la calle contigua.
El helicóptero maniobró entre los edificios.

- ¡No les pierdas! – gritaba el comisario.
- ¡Vas a conseguir que nos matemos! ¡Olvídate de ellos y vámonos! – gritó el carnicero desde la parte de atrás.
- Como se te ocurra parar de seguirles te degüello. – dijo Bridges cogiendo una navaja del payaso y poniéndola en el cuello del piloto.

Tatatatata, el helicóptero volvió a cargar contra el vehículo que zigzagueaba entre los vehículos que había en medio de la carretera. Todo saltaba por los aires. El humvee se quedó sin salida entre los coches que había estado esquivando, estaba acorralado entre ellos y el helicóptero que les apuntaba desde el cielo.

- Ya os tengo – dijo el hombre de negro que pilotaba el helicóptero.
- ¡Destrózalos! – gritó Purple cuando el piloto se disponía a cargar su arsenal sobre aquel vehículo.
- Se acabó. – el carnicero se reincorporó por completo y cogió el revolver de Miranda, que asomaba en el chubasquero.

BOOOM, pegó un cañonazo sobre la cabeza del piloto.

- ¿Pero qué coño? – gritó Purple viendo los sesos del piloto contra los paneles de mando.
- ¿Jeffrey qué haces? – dijo la mujer al verse sorprendida sin su arma.
- Sorpresa capuyos, ¿no querías matarme tú mismo? – esta vez su voz fue más reconocible mientras miraba a Purple.
- No puede ser... ¿Eres tú?.. ¡Acabar con él! – dijo el comisario al darse cuenta de quién había bajo aquel rostro arrancado, el detective Owens se la había jugado. Se giró para intentar retomar el control del helicóptero.

El payaso al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo se giró y lanzó contra él, agarrando el arma y forcejeando ambos, pero James le golpeó con su rodilla contra el estómago y levantó el arma contra su cara.
BOOOM, esta vez el disparo rozó la cara de Clown, y dañó el casco superior del helicóptero, haciendo que se perdiese el control de éste momentáneamente. El payaso se tambaleó hacia atrás con la mejilla rasgada y sangrando sin parar hasta caer por la puerta que estaba abierta tras él. Soltó una fuerte risa mientras salía disparado entre aquel caos.

- ¡Noooo! – la irreconocible Jess se lanzó tras él al vacío sin dudarlo un instante.

La mujer rubia, agarró su puñal y lo empuñó con fuerza contra la cabeza de James, éste tumbado contra el suelo, hacía fuerza para que ésta no se lo clavase, pero estaba muy debilitado y no aguantaría mucho.

- Mataste al Jeff, ¡él era el único que me entendía! – gritaba con rabia sobre el detective empujando con todo su cuerpo sobre el puñal.
- Te...  Contaré... Un... Secreto... – decía James desde el suelo, resistiendo la puñalada pero viendo como se acercaba la daga a su cara poco a poco cada vez más – A... Las... Mujeres... ¡No hay quién os entienda! – y giró la cabeza para que la hoja del puñal se hundiese por completo contra el suelo del helicóptero.

Al dejar caer con fuerza todo su cuerpo contra el suelo, él la golpeó con su frente, haciendo que cayese de bruces hacia un lado, después se levantó y la dio una fuerte patada en la cara antes de que pudiese recuperarse. El helicóptero había recuperado el control. James se giró y ¡Bam!,  el comisario se tiró sobre él y comenzó a golpearle sobre la costilla rota con la mano izquierda que le quedaba.

- ¿Duele verdad? – decía Bridges susurrando al oido sus palabras – ¿Sabes qué haré después de matarte a ti? ¡Bajaré allí abajo y destriparé a tu hija como a una rata! – y le volvió a golpear el costado y la cara esbozando una malvada sonrisa.

El helicóptero ganaba altura pero de manera irregular mientras James se retorcía de dolor contra el suelo, momento que aprovechó Bridges para tomar un paracaídas que había bajo su asiento. Se levantó y se dispuso a ponérselo.

- ¿Sabes Owens? – decía mientras se lo ponía mirando a través de la puerta – Me hubieras defraudado si hubieses caído bajo aquel patoso carnicero, en el fondo sabía que darías la talla de algún modo hasta llegar a mí, realmente lo esperaba. – se giró mientras James intentaba reincorporarse a tientas – Pero aquí se acaba tu historia. – y le dio de nuevo una fuerte patada en el estómago, haciéndole caer otra vez. Bridges se giró  hacia los paneles de mando y desactivó el piloto automático. Retomó el camino hacia la salida mientras el helicóptero volvía a comenzar a tambalearse, poco a poco cada vez más. – Ahora sí, adiós viejo amigo.

En ese momento James se lanzó a su cintura y  agarró al cierre de su paracaídas.

- Jajaja, ¡estás para el arrastre! ¿Qué pretendes que me lance contigo? – dijo sonriendo a la media vuelta.
- Para nada, este salto lo hago sin ti. – James soltó la protección del cierre del paracaídas que llevaba el comisario y salto hacia fuera. Bridges comenzó a ser arrastrado hacia fuera con el peso de Owens, pero el detective le había amarrado a su cinturón un mosquetón de seguridad del helicóptero, haciendo que quedase atrapado en él y que se le desprendiese hacia atrás el paracaídas con Owens agarrado a él.

James comenzó la caída libre con el paracaídas en sus manos, el cuál intentaba ponerse a toda prisa, mientras el black hawk perdía el control por completo sobre su cabeza.

- No, ¡nooooo! – se escuchaba gritar a Purple desde el helicóptero momentos antes de que la cola de la nave chocase contra los ventanales del edificio que quedaba a su derecha.

¡Boom! En un segundo el helicóptero explotó y se convirtió en una bola de fuego y hierro que chocaba hacia abajo contra los cristales mientras James conseguía ponerse el paracaídas bajo él. Consiguió abrochar el seguro y tiró de la anilla a unos cinco metros del suelo, los suficientes para amortiguar el fuerte golpe que se dio contra el vehículo con el que impactó al caer. Desde el suelo semiconsciente, observaba como ese amasijo de hierro y llamas se precipitaba sobre él a toda velocidad.

- Oh no... ¡Joder! – el detective se incorporó  y bajó del techo del vehículo abollado como pudo, se desprendió a tientas del paracaídas que le impedía avanzar  y corrió a toda velocidad en dirección opuesta, hacia la otra calle de enfrente justo antes de que el helicóptero aplastase el coche por completo.

Por unos instantes hubo silencio. James se encontraba desorientado. Se levantó lentamente del suelo ayudándose del vehículo que estaba frente a él, aún estaba conmocionado por el golpe que había sufrido en la caída. Se apoyó unos instantes sobre el capó cuando escuchó una voz tras de él.

- Ayúdame... – decía la mujer mal herida frente a él. Se trataba de la satánica del grupo de los maníacos, estaba empapada en sangre arrastrándose por el suelo. James se acercó hasta ella. La mujer en ese momento alzó la vista y vio al detective frente a ella – Tú... – James se fijó en los restos del helicóptero que había ante él, y vio el revólver que había usado en el helicóptero. Se agachó a recogerlo, se giró y ¡Bum! Soltó un disparo seco sobre la cabeza de Miranda.

Después se fijó en el helicóptero y se dirigió hacia él. Sobre el vehículo aplastado, se encontraban los escombros de la nave. Se paró a escuchar y observar con detenimiento hasta encontrar a Purple, que tosía sangre con dificultad. James metió medio cuerpo para alcanzarle y tirar de él hacia fuera.

- Ja... Ja... – “cough”(tosía) – ¿Ahora tienes remordimientos con dejarme morir? – dijo mientras le sacó por completo y le puso sobre la puerta del vehículo.
- ¿Remordimientos? Aún tienes posibilidad de ayudarme a acabar con esta locura Bridges... ¿Cómo pudiste embarcarte en esto?.. ¿Dinero? – decía el agente mientras le registraba por completo.
- ¿Dinero? Jajaja... – cough, volvió a esputar sangre – No entiendes nada... Esto va mucho más allá del dinero. – contestó con dificultad.
- Pues ayúdame a entenderlo, no siempre fuiste una mala persona, yo te conozco Bridges. – dio con lo que buscaba, el móvil de Cheap, le tenía guardado en el bolsillo, no pudo dar con el chip – Tú antes eras buena persona, ¿qué te ha pasado? – le dijo deteniéndose mirándole a los ojos.
- Tú a mí nunca me has conocido Owens... Todo esto viene de antes de ti... – volvió a escupir – y ni tú ni nadie seréis capaces de detenerlo.
- Muy bien... ¿Recuerdas la promesa que te hice? – apuntó con su arma a Bridges – Creo que es buen momento para cumplirla, ¿no crees?
- Adelante, échale huevos. Acaba conmigo y jamás sabrás como salvar a tu hija de esta pesadilla. ¡Vamos! Verás cómo no eres capaz de acabar con nosotros. – dijo esbozando una sonrisa – Todo lo que hagas será inútil, la suerte está de mi lado.


- ¿Suerte? – James se levantó y agarró uno de los hierros tirados sobre el suelo entre los restos de aquel amasijo. Lo agarró con fuerza mirando al comisario y se lo clavó, atravesándole el hombro contra la puerta del coche – Bueno... ¿Comenzamos a hablar?
- ¡Aaaaaa! Maldito cabrón. – se retorcía de dolor Bridges – No pienso hablar. No tienes nada con lo que amenazarme... ¡Nada!

<<Purple, informe de la situación>> Los dos giraron la cabeza dirección hacia donde procedía la voz.

- Vaya... – James se levantó en busca del artefacto que emitía el sonido. Se encontraba bajo un trozo de pared desprendida del edificio, entre cristales y hierro. Metió la mano para alcanzarlo, un walkie talkie.

<<¿Purple? ¿Equipo maníaco?... ¿Estáis ahí?>>

- ¡Argh! Capullo. – hizo Owens simulando una alarma – Tú banda de locos a domicilio se están tomando una baja indefinida. – contestó a través del intercomunicador.
- ¿Qué?.. ¿Quién eres? .. ¿Dónde está Purple? – su voz se mostró seria e inquieta.
- ¡Bridges, preguntan por ti! – dijo Owens dirigiéndose al comisario.
- James... Déjame hablar con él... – decía ansioso desde el suelo, atrapado sobre aquella puerta.
- Mmm creo que no... A ver... – volvió a pulsar el walkie talkie – ¿Dime quién eres tú?
- Estúpido... Soy Capucha Negra, déjame hablar con Purple ahora mismo o no importará quien seas, todo mi odio irá dirigido hacia ti, encontraré a tus más cercanos y acabaré con ellos lentamente. – dijo con tono amenazante.
- ¡Hermano es Owens, tienen la información! – interrumpió Purple desde el suelo cuando James se disponía a responder.
- ¡Ho ho ho! ¿Hermanos? Así que la locura viene de familia...  – dijo mientras apretaba el pulsador dirigiéndose al comisario – A ver tú, cara negra. Déjate de amenazas, tu hermanito lleva todo el día amenazándome junto a los amigos locos que se echó, y yo no se tú, pero yo sigo de pie y con ganas de dar guerra hasta el final, sin embargo tu ejército de malos va disminuyendo, y no se los que te quedarán, pero una cosa puedes dar por segura. – hizo una pausa dándose cuenta de que tenía toda la atención de capucha tras el comunicador – O detienes esta locura, o yo y los míos te encontraremos, y te daremos de lo lindo.
- ¿Ah sí?
- No te quepa duda.
- Yo te daré otra lectura de la situación. No he acabado ni mucho menos con esta ciudad, y... O sueltas a mi hermano y os doy vía libre para marcharos, o atraparé a tu hija y la destriparé delante tuya... Sí, detective Owens, le conozco muy bien. Una lástima lo de su mujer, no querrá ser el causante de la muerte de su hija también ¿no?
- ¡Owens! – gritaba el comisario tras James que estaba apartado de la zona de los escombros.
- Amenazar a mi hija era lo peor que podías hacer...

¡BOOOM!

El vehículo en el que estaba atrapado el comisario voló por los aires, la gasolina del motor y el las llamas provocadas por el choque del helicóptero hicieron que volase el coche por los aires, tirando a Owens contra suelo.

- ¿Qué ha sido eso? ¿Qué ha pasado? – decía Capucha por el walkie.
- Ah, ja ja ja... Digamos que tu hermano está tostándose bajo el sol, espero que te despidieses de él antes de mandarle a esta misión, jajaja. – reía James girándose desde el suelo.
- ... Agente Owens, despídase de todo lo que le importe. Voy a por usted... 
- No capullo... Espérame dónde estés y no huyas por favor, voy a por ti. – y dejó caer el walkie al suelo.

James comenzó a reírse al quitarse la máscara del carnicero viendo arder aquel coche mientras el sol salía por completo tras los edificios.
Comenzó a sonar el rugir de un motor que se aproximaba a la zona donde estaba él. Se trataba del humvee, que se detuvo frente al incendio. Bajaron del vehículo Sarah, Kate, John...

- ¡Papá! – gritó Sarah al salir corriendo del vehículo y ver a su padre.
- Cariño... – decía James al intentarse incorporar, pero ella se abalanzó sobre él.
- ¿Estás bien? ¿Toda esta sangre?...
- Pequeña estoy bien, tranquila, ¿tú estás bien?
- Si, John nos sacó de allí y nos contó vuestro plan del puerto, pero vimos el accidente del helicóptero y nos dimos la vuelta... ¿Fuiste tú? – preguntó incrédula la niña.
- Iban a por ti y no tenía suficientes balas, algo tenía que hacer, je je. – volvió a abrazarla entre sus brazos mientras veía acercarse a John.
- Maldito cabezota. – le ayudó su compañero a levantarse – No hay forma de que cedas con nadie ¿eh? ¿Cómo estás?
- John, tenemos el móvil, vamos a por ellos. – zanjó James agarrándose a Meine.



...



- ¡Mierda! – gritaba Capucha en su guarida mientras tiraba por los suelos todo lo que había sobre la mesa lanzándolo contra un lado. – Ese maldito detective... 
- Señor... – dijo Smith tras él.
- Ahora no... – contestó furioso.
- Sé que no es un buen momento pero... – insistió la mano derecha de Capucha.
- ¡¿Qué pasa?! – se giró con rabia.
- Está aquí Denver con su equipo, exige verle.
- ¿Qué coño hace aquí?.. Mándales entrar a la sala De pruebas.
- ... De acuerdo señor. – dijo Smith dándose la vuelta.

Capucha se quedó sólo ante la sala de mandos, y se quedó mirando la foto de Ramsés tirada sobre el suelo, después se dio la vuelta y salió por la puerta.

- Buenos días señores... ¿Qué hacen por aquí? ¿No le dije que no debería venir bajo ningún concepto? – dijo Capucha extendiendo sus brazos al entrar en la sala frente a Denver y cuatro hombres trajeados armados con fusiles automáticos. Smith se acercó a Capucha.
- Exige hablar con usted por el tema del Presidente. – le susurró su mano derecha.
- Ya sabemos hablar por nosotros, que no se preocupe su perro faldero. – dijo Denver gritando ante sus hombres – ¿En qué momento hablamos de apoyar su virus para atentar contra el Presidente? Quedamos en respaldar sus experimentos a cambio de soltar su virus y luego hacernos ricos a través de la vacuna que venderíamos desde mi farmacéutica, ahora al matar al Presidente, estarán estudiando erradicar la enfermedad acabando con la ciudad antes si quiera de poder amenazar al resto del mundo... De esa forma ¿cómo vamos a “chantajear” al País o al Presidente?
- Señor Denver... – Capucha se acercó a él – Hemos hecho que todo el planeta vea la efectividad del virus, y de que podemos llegar a cualquier sitio... ¿Quién no pagará por tener la cura de este Apocalipsis? – se acercó más aún a él.
- Usted no puede improvisar... Tiene que informarme antes de actuar, para eso le pagamos, usted trabaja para nosotros. – dijo temeroso Denver.
- Usted me dio mucho dinero sí, y me ha venido genial para poder llevar a cabo todo mi plan, pero... ¿En serio cree que trabajo para usted? ¿En serio creía que me importa lo más mínimo el dinero? ¿De verdad cree que tiene poder sobre mí? – Capucha estaba frente a él sin que se le viese el rostro, acto que causaba más pavor si cabía a Denver.
- Pero usted... – Denver retrocedió hacia sus hombres – Lleva razón, nos marcharemos de aquí.
- No hombre, ya que ha venido, ¿no desearía ver los avances que conseguimos con su economía? – Capucha retrocedió hacia Smith, que le esperaba en la puerta.
- No... No, nos marchamos ya y sigamos el plan como usted estipule... – se protegió entre sus hombres.
- De acuerdo, que así sea. – Capucha se dio la vuelta y avanzó hasta cruzar el umbral de la puerta - ¡Ramsés, todo tuyos!.. – se cerró la puerta tras él.
- ¿Eh, qué? – Denver avanzó hacia la puerta corriendo, pero quedó cerrada por completo, mientras veía tras la ventanilla de la puerta a Capucha observar.

¡Uhhhhh! Sonó un fuerte aliento en la oscuridad de aquella sala. Los cuatro hombres que le escoltaban empezaron a apuntar al vacío nerviosos. Mientras, Denver intentaba abrir la puerta.
Capucha vio como una gran sombra aparecía y desaparecía de entre la oscuridad acabando uno por uno con los hombres de Denver entre gritos y disparos que lanzaban fogonazos e iluminaban la sala fugazmente.

¡Aaaaah! 
Tatatatata
¡Dios mío!
Boom
¿Qué es eso?
Grrr

Denver se quedó mirando a la oscuridad apoyado contra la puerta, viéndose indefenso por completo. Sacó su pistola y comenzó a apuntar al vacío negro.

- ¡Detente!.. ¡Por favor Capucha déjeme salir! ¡Por... Aaaaah! – una mano enorme le agarró de la cabeza y empujó hacia dentro, siendo devorado por las sombras.

Capucha sonreía frente al cristal junto a Smith mientras veían acercarse a aquella monstruosa cosa frente a ellos al otro lado de la sala.

- Ramsés está listo... – murmuró el encapuchado.