martes, 25 de octubre de 2016

CAPÍTULO 21: EL BARCO

El humvee negro avanzaba por la ciudad a toda velocidad entre coches accidentados y edificios destrozados. Sombras de seres aparecían y desaparecían por las calles. Cuando había un grupo de infectados frente a ellos les esquivaban para no llamar su atención, aunque en ocasiones se fijaban en el vehículo y lo seguían por un tiempo hasta que les perdían la pista surcando las calles.

- Mierda, ese grupo estuvo cerca... ¿Cómo va tu hija Frank? – preguntaba James desde la parte izquierda de atrás, junto a Sarah. – Está estable y calmada. En el barco tengo medicamentos para poderla tratar hasta salir de aquí. Raven nos ayudará a mantenerla sana y salva.
- Si tiene los medicamentos que me dijo, no habrá problema alguno señor Wolf. – contestó Raven.
- Y doctora explíqueme de nuevo... ¿Cómo pretenderían arrasar la ciudad? En cuanto dé el visto bueno el Presidente.. ¿Se ejecutaría esa orden? – preguntaba Owens.
- Necesitarían realizar una comisión, y estar de acuerdo más de dos tercios de la sala... Pero según está la situación, no creo que estén muchos en contra...
- El Presidente es sensato... Agotará todas las vías posibles antes de llegar a esa opción. – contestó John mientras conducía esperanzado.
- Eso espero amigo... – dijo desde atrás su compañero.
- Bueno... Aquí estamos... Agarraos. – dijo John antes de golpear la barrera que bloqueaba el acceso al puerto.
- A eso lo llamo yo sutileza. – dijo James en tono sarcástico mientras todos se balancearon por el golpe.
- Ya estamos aquí, y parece que está la zona limpia. ¿Cuál es tu barco Frank? – preguntó Meine.
- Debemos de continuar hasta el fondo del muelle, se encuentra en el último pasillo.

El coche avanzó lentamente sobre la plataforma de madera, mientras todos los integrantes del mismo observaban por las ventanillas en busca de cualquier peligro que pudiesen asaltarles, pero parecía todo tranquilo, la infección parecía no haber sobrepasado las vallas del lugar. El vehículo llegó hasta el fondo, cuando Frank abrió la puerta y dejó a su hija sobre el asiento. Salió y echó un vistazo a su alrededor. 

- Esperad aquí, no tardaremos. – dijo Owens dirigiéndose a Kate y su hija.
- Pero papá... – iba a responder la pequeña cuando le cortó su padre de raíz.
- No hay pero,  Sarah, ¿de acuerdo? – hizo una pausa mirando a Rutherford.
- Estáte tranquilo,  nosotras os esperamos aquí. – contestó Kate asintiendo con la cabeza y rodeando con un abrazo contra ella a la pequeña. Tras ello, John y James salieron también del coche y se acercaron a Wolf.
- Examinaremos el barco primero nosotros para asegurarnos de que no hay nada ahí dentro, ¿cuál es?  - preguntó James mientras recargaba su arma junto a John.
- Voy con vosotros. – insistió el periodista.
- Frank, quédate junto a tu hija. A la señal de que pase algo protégelas, aún así sólo vamos como avanzadilla por seguridad del grupo, para ver que no hay nadie y que no corremos peligro alguno. Toma, ¿usa una de éstas? – le dijo John agarrándole por el hombro y ofreciéndole una pistola a Wolf.
- Sí... Pero...
- Úsala sólo en caso de urgencia, ya sabes, el sonido les atrae. Y tranquilo, no pienso irme de vacaciones en tu barco sin mi hija, jeje. – bromeó James amartillando su arma – Entonces, ¿cuál es?
- Mmm... Está bien. El último en la fila derecha, aquel blanco. Aquí tenéis las llaves. – dijo soltándolas sobre la mano de John.
- En marcha compañero. Estad atentos Frank, no estamos a salvo ni por asomo. – dijo Owens tomando la delantera en la dupla.

Los dos agentes empuñaban sus armas y avanzaban con sigilo, poniendo mil ojos a su alrededor. El amanecer estaba aclarando a cada paso la escena, por lo que les resultaba más fácil vigilar su retaguardia, pero los hacía más vulnerables si se estuvieran dirigiendo hacia una emboscada. 
Iban dejando los barcos tras ellos, hasta que llegaron al  del periodista. Se trataba de un pequeño yate, pero muy bien equipado. 

- Joder con el periodista. – susurró bromeando John mientras se subía por la popa del barco. James siguió avanzando con sigilo para trepar por la parte delantera.

Cuando Owens se situó sobre la proa, intentó observar a través de los cristales, pero únicamente veía la sala de mandos del barco, pues el resto de ellos se encontraban tintados. Lo bordeó por el lateral para encontrarse con su compañero de nuevo, sin embargo no había nadie. La puerta estaba abierta y parecía forzada, debió haber entrado sin esperarle, cosa que le extrañó mucho.
Bajó de la cubierta para ponerse frente a la puerta y encontrarse con las escaleras que daban acceso a la sala de mandos si subías hacia la derecha, y al camarote si bajabas por la izquierda. 
Con su arma por delantera, Owens fue bajando escalón a escalón, no escuchaba nada. Algo estaba fuera de lo normal. La adrenalina le mantenía totalmente alerta con todos sus sentidos. Al llegar abajo se encontró con otras dos puertas frontales y una trasera bajo las escaleras. La que quedaba tras él la abrió despacio, se trataba de un pequeño baño. Avanzó a las delanteras, intentó abrir la de la izquierda, pero se encontraba cerrada con llave, sin embargo la de la derecha estaba entornada. Se asomó un poco y vio a su compañero tirado sobre una cama. El agente echó de nuevo un vistazo a su alrededor antes de abrir poco a poco la puerta sin dejar de empuñar su arma. Entró en la habitación lentamente y al ver que no había nadie se acercó a su compañero.

- ¿John, qué ha pasado? – le preguntó Owens mientras le giraba. Se encontraba inconsciente con un fuerte golpe en la cabeza - ¿Pero qué..?

Tras él se abrió de repente el armario del que salió un tipo con un bate con el que le intentó golpearle por detrás, sin embargo el agente le vio reflejado por el espejo de la habitación.

- ¡Joder! – dijo Owens apartándose delante de él hacia un lado, haciendo que aquel tipo golpease sobre la cama con toda su fuerza - ¿Quién coño eres tú? – preguntó mientras le golpeaba el estómago con una fuerte patada que le hizo caer contra la pared y soltar el arma, que cayó deslizándose hasta debajo de la cama.
- La última persona a la que joderéis. – el tipo se levantó como un resorte hacia él con su bate, con el que le volvió a lanzar un golpe. En esta ocasión, Owens se agachó, haciendo que rompiese con la embestida la lampara que había sobre el escritorio.

Owens se lanzó con todas sus fuerzas sobre él, haciendo que ambos cayesen sobre el suelo a través de la puerta hacia fuera. El tipo soltó el bate en la caída y James que quedó sobre él, le empezó a golpear a base de puñetazos sobre el estómago y la cara, mientras el tipo intentaba cubrirse de ellos en la mayor medida.

- ¿Vas a calmarte? – le dijo el agente haciendo una pausa, momento que aprovechó el desconocido para propinarle un puñetazo sobre las costillas, haciendo que Owens se doliese por el incidente aéreo ocurrido con el helicóptero. El tipo se desquitó del agente con una patada sobre su pecho lanzándole contra la puerta.

Mientras James se dolía, veía como aquel tipo de origen latino se reincorporaba sobre el suelo mientras se limpiaba los labios de la sangre que salía de sus heridas.

- Bueno, ufff, ¿podemos hablar? – dijo James justo antes de caer de espaldas tras la puerta que se abría tras de sí. – Oh no... ¿Y ahora qué? – soltó el detective tirado sobre el suelo observando una figura sobre él.
- ¡Se acabó, aaa! – gritó el otro tipo alzando una palanca sobre su cabeza antes de lanzar un fuerte golpe sobre el agente.

James se movió desde el suelo hacia un lado, y cuando volvió a lanzarle otro golpe hacia el contrario. En ese momento Owens aprovechó para propinarle un puñetazo bajo sus partes nobles tumbado bajo él, haciendo que éste se tambalease hacia atrás soltando la palanca contra el suelo. James no dudó un instante y agarró la palanca para golpear con fuerza sobre el rostro de aquel nuevo al agacharse por el golpe recibido, en esta ocasión cayó desplomado a su lado.

- ¡Chimito! – gritó el otro desde el pasillo al ver a su compañero caer junto a James. Agarró el bate con fuerza y se dirigía a toda velocidad hacia el agente cuando ¡BUM BUM! Dos disparos enmudecieron el barco.
- Suelta ese bate ahora mismo, no lo volveré a repetir. – soltó John desde la habitación apuntando con su arma a aquel individuo. 
- Malditos bastardos... – dijo con acento mexicano antes de soltar el bate.
- Ufff. Por fin. Has tardado mucho compañero, ¿qué tal la siesta? – decía James mientras se levantaba ayudándose con el pomo de la puerta.
- Estos cabrones... Uno de ellos me golpeó al entrar en la habitación, me arde la cabeza... – decía Bridges doliéndose del golpe recibido en la cabeza.
- De acuerdo, han ganado, no hace falta que nos maten, no lucharemos por este barco y nos las apañaremos ahí solos por nuestra cuenta, sólo dejarnos marchar, ¿ok? – decía el tipo alzando las manos.
- No se... ¿Deberíamos dejarles ir? ¿tú qué crees John? – contestó James recogiendo su arma de la otra habitación.
- Yo los echaba al mar con dos tiros, para que aprendan a no atacar a dos agentes de la autoridad... Malditos cabrones, creo que necesito puntos. – respondió John a su compañero.
- ¿Agentes? ¡Oh, maldita sea! Lo lamentamos mucho mi compañero y yo. – decía el mexicano acercándose a su compañero.
- Eh eh, ojito con lo que haces... Las manos donde pueda verlas. – advirtió John al ver moverse al individuo.
- ¡Pensamos que eran piratas! Ya nos quitaron nuestro coche y provisiones para salir de aquí por actuar de buena fe, no podíamos fiarnos de ustedes, este era nuestro barco y teníamos que defender nuestra única vía de escape. – el tipo estaba sobre su amigo, que empezó a reaccionar y a ayudarse de su amigo para sobreponerse.
- ¿Vuestro barco? Este es el barco de un amigo nuestro chingón ladrón, ¿se dice así no? – respondió John preguntando a Owens.
- Creo que sí Bridges... A ver hablar, ¿quiénes sois? – contestó más serio James.
- Bueno nuestro... Nosotros lo vimos primero que ustedes, por lo que decidimos agarrarnos a este clavo... ¿Nos entienden, verdad? Yo me llamo David Romero y él es Chimento De La Cruz, buenas personas, humildes, créanme. – dijo agarrando a su compañero desorientado.
- Buenos y humildes, ¿robando barcos y atacando a desconocidos? No sois tan buenos... – agregó James a su testimonio.
- Entiéndannos, está la ciudad patas arriba, hay que sobrevivir. – respondió Chime aún dolorido.
- ¿Qué hacemos con ellos? – le dijo John a James – Yo creo que necesito puntos...



...



- ¿Habéis oído esos disparos? –  decía Sarah inquieta desde la parte de atrás.
- Estáte tranquila, tu padre dijo que esperásemos aquí, puede que hayan matado a algún infectado de esos que hubiese por ahí. – respondió Frank intentando tranquilizarlas.
- Pero Frank... – replicó la niña.
- Sarah por favor, cálmate. Estaré atento y si tardan más de la cuenta me acercaré, pero ten paciencia. – respondió de nuevo el periodista.

Dentro del coche se podía respirar la tensión. Frank estaba al volante, con su hija herida e inconsciente en el asiento del copiloto. En la parte de atrás se encontraban la pequeña Sarah, Kate y la doctora Raven. Todos atentos a cualquier mínimo indicio de peligro. La noche estaba siendo una locura, y toda precaución era poca.
Wolf miraba como pasaban los segundos del reloj de su muñeca, esperando que de un momento a otro apareciesen James y John diciendo que podían avanzar hasta el barco, pero no ocurría, y lo que eran unos instantes se convertían en una eternidad..

- Se acabó. – dijo Wolf – Voy a acercarme a ver que ocurre, Kate puedes...

¡BAM! La cara de uno de esos seres se enfrentó contra la ventanilla de Frank. Sangraba por todo su rostro, y gruñía lanzando mordiscos contra el cristal.

- ¡Joder! Kate, ¿veis más ahí detrás? – exclamó Frank asustado agarrando el arma que le habían dado con anterioridad los agentes.
- No Frank, es sólo uno. Con el disparo llamarás la atención y vendrán más. – contestó Kate tajante. – Además este coche dudo que pueda abrirlo a base de mordiscos.
- Y qué hacemos, ¿nos quedamos mirándole aquí quietos? – Contestaba Frank acercándose al cristal observando como esa criatura carecía de sentido alguno más que el del deseo de atraparles y devorarles.
- Oh no... – dijo Sarah observando desde la parte de atrás
- Oh no... ¿Qué? – dijo el periodista con incertidumbre.
- Creo que es hora de que uses esa pistola... – respondió Raven.

Un pequeño grupo de “zombies” traspasaba la valla del puerto en dirección hacia el coche en el que se mantenían resguardados.

- Joder... ¡Al barco, vamos! – Frank abrió la puerta con fuerza, golpeando duramente la cabeza de aquel infectado haciéndole caer de espaldas, una vez en el suelo Wolf acabó con él con un disparo seco sobre su cara. – Vamos chicas, ¡salir ya! – gritó desde fuera mientras abría la puerta del copiloto para coger a su hija en brazos.

Las otras tres tras un segundo de incertidumbre, abrieron la puerta y corrieron a toda prisa por el muelle hacia el barco. Frank las seguía sosteniendo a Andrea aún inconsciente.

- ¡No miréis atrás! ¡No os paréis! – gritaba el periodista tras las chicas.
- ¿Cuál es el barco? – contestaba Sarah mientras corría a toda prisa.
- Seguir, ¡es el último de la derecha!

Los cuatro marchaban a toda prisa mientras aquellos seres se fijaron en ellos y aumentaron la velocidad para alcanzarles. Comenzaron a gritar enloquecidos y dos de ellos tomaban la delantera, les estaban recortando distancia.

- Mierda... No paréis chicas, ¡ya estamos casi! – decía Frank viendo como les iban ganando metros aquellos monstruos, no sabía si llegarían a tiempo, pero soltar a su hija para liarse a tiros con ellos suponía la muerte segura... 
- ¡Ya estamos venga! – gritó Sarah que corrió como nunca lo había hecho, pero al llegar al barco se encontró con un tipo que no conocía...
- No te detengas chiquilla, ¡vamos todos a bordo, no se demoren! – gritó con acento mexicano mientras disparaba a aquellos seres desde la cubierta.
- ¡Vamos Sarah sube! – gritó su padre mientras se lanzaba desde el barco al muelle y corría en dirección hacia Frank con el bate que le atacaron momentos antes.

John comenzó a cubrirles con su arma también desde arriba mientras el otro mexicano les ayudaba a subir al barco. Sarah lo hizo la primera, Kate y Raven la siguieron, pero Frank fue alcanzado por uno de esos seres en una pierna, haciéndole caer de bruces sobre el muelle. Otro infectado se lanzó directamente sobre su espalda mientras Frank veía rodar a Andrea por los suelos.

- ¡Hija! – gritó cuando el monstruo le agarró por la espalda disponiéndose a lanzarle un mordisco.

¡Bam! El bate de Owens se estrelló contra la mandíbula de esa criatura antes de que pudiera hacerlo, y su cabeza se abrió en dos hacia atrás como si de un dispensador de caramelos pez se tratase. Cayó hacia atrás.

- Vamos Wolf, no hay tiempo que perder. – dijo el detective tendiéndole la mano.
- ¡James mi hija! – dijo Frank al ver que el ser que le había hecho rodar por los suelos continuó arrastrándose hacia ella.

Sólo gruñía, serpenteaba por el suelo como si de un cocodrilo se tratase, la agarró la pierna y abrió la boca, estaba a punto de hincarla el diente cuando un disparo impactó sobre su hombro haciéndole retroceder, ¡Grrrrraaarr!, soltó un fuerte grito de dolor.

- Mierda fallé. – murmuró John antes de volver a apretar el gatillo y darse cuenta de que había vaciado su cargador disparando a aquellos seres. Cayó en la gravedad del error cuando fue a echar mano de otro nuevo para recargar y darse cuenta de que no le quedaban. – ¡Joder James, acaba con él!

James que estaba ayudando corrió a toda prisa hacia la niña con el bate y mientras el infectado se cernía de nuevo sobre ella. Cogió fuerza y Bam, la cabeza de aquel ser fue golpeada desde la sien, haciendo que su cuerpo se derrumbase sobre las maderas del muelle antes de caer al agua.

- Maldita sea... – James se fijó en el gemelo de la niña, comenzaba a borbotear sangre de ella, tenía un terrible mordisco sobre el mismo.
- ¡Andrea no! – dijo Frank lanzándose hacia su hija al ver la fuerte herida.
- ¡Tenemos que marcharnos, ya! – gritaba James a Frank mientras golpeaba con el bate sobre la cabeza de otro ser. – ¡Son demasiados, vamos Frank, subámosla!
- Mi pequeña... No no... – se lamentaba el periodista mientras cogía a la niña en brazos. – ¡Raven, ayuda!

Los dos se dirigían al barco, una gran horda se cernía sobre ellos, y James sabía que lo abordarían aquellos seres antes de poder marcharse todos de allí.

- Frank, no pares, poned el barco en marcha... – Owens se dio la vuelta y comenzó a frenar a las criaturas.
- De acuerdo.. – contestó entristecido Wolf al darse cuenta de lo que significaba el sacrificio del detective.
- ¡Venir malditos monstruos, venir! – James les golpeaba como un poseso mientas el mexicano le ayudó a subir a la niña y después montarse ambos.

Frank se dirigió a la doctora inmediatamente.

- ¿Raven, hay algo que podamos hacer? ¡Por favor sálvala! – le suplicó el periodista.
- ¡Papá! – gritaba la niña al intentar bajar del barco antes de que la frenase John.
- Wolf ponga en marcha esto, yo me encargo de su hija, vamos no se detenga. Le contestó la doctora dándole un atisbo de esperanza. – ¡Vamos! 

Wolf reaccionó y subió a la cabina de mandos para poner el motor en marcha.

- John te necesito, dame tu cinturón. – dijo la doctora mientras se levantaba hacia la pared. 
- Mi cinturón, ¿Raven qué va a hacer? – dijo Meine mientras se lo quitaba.
- Apriételo bajo su rodilla. – dijo empuñando el hacha que había descolgado de su vitrina de seguridad.
- Pero doctora... – contestó Meine de forma dubitativa.
- ¿Conoce alguna otra forma aquí? Ya ve lo rápido que actúa el virus, hágalo, ¡ahora!

Mientras John ajustaba el cinturón bajo la rodilla de la niña inconsciente, comenzaba a sonar el rugir de los motores.
James escuchó el sonido esperanzado, viendo que pudo aguantar la embestida de esos seres. Avanzaba poco a poco hacia atrás, hasta que uno de ellos se abalanzó sobre él, y al esquivarle se tropezó con el cuerpo de otro que yacía en el suelo. Al caerse, se le escapó el bate, y aguantaba los mordiscos del agarrándole por la garganta, por la que se le empezaba a hundir la mano bajo ella, a causa de la fuerza que empleaba en llegar a él y darle un bocado.

- ¡John dios mío! ¡Ayuda a mi padre! – gritaba la niña viendo como se agolpaban las criaturas sobre su Owens.
- John ni se le ocurra, tome, coja esto. – dijo la doctora mientras le daba el hacha y apretaba con firmeza dl cinturón. 
- ¿Yo? Pero...
- Usted tiene más fuerza para hacerlo de una vez. – aclaraba la doctora – A mi señal haga un corte limpio sobre su pierna, si Wolf tiene todo lo que dijo que tenía, podremos contener la hemorragia. Ha de ser limpio, un golpe seco y con firmeza, no dude.

John se encontraba hundido bajo la presión de la situación, por un lado la pequeña Wolf estaba a punto de quedarse coja por sus propias manos, sin embargo si no actuaba, la perderían a causa de la infección, y de fondo su amigo se encontraba en una situación de vida o muerte bajo aquellos seres. El tiempo corría, las opciones se agotaba.
La boca de aquel infectado babeaba sobre la cara del detective sangre, la garganta la tenía destrozada y los trozos de su propia lengua caían sobre él. Le agarró de la barbilla y lo alzó al aire, metió la otra mano con la que le sujetaba el pecho en la garganta también, y tiró con todas sus fuerzas, en unos segundos la cabeza se desprendió del cuello y la lanzó hacia su derecha, sin que esta dejase de mordisquear al aire. El cuerpo del infectado se desplomó sobre el, y toda su sangre comenzó a derramarse sobre el detective. Lo echó a un lado y se giró. Vio una decena de infectados avanzando entre él y el barco, más todos los que estaban llegando.

- Vamos... Un último esfuerzo. – se dijo para sí mismo mientras cogía el bate del suelo y se ayudaba con él a levantarse.
 
De repente.... Ta ta ta ta ta ta ta ta ta ta....
Los disparos provenientes de varias armas del otro lado del muelle comenzaron a abatir a aquellos seres, y James sorprendido en medio de ese fuego se lanzó contra el agua antes de que le hiriesen.

- John, ahora... – dijo Raven mientras el otro detective sumido en la tensión alzó el hacha y ¡ZAS!.. Cercenó la pierna derecha de la joven Wolf...


lunes, 27 de junio de 2016

CAPÍTULO 20: ADIÓS, QUERIDO AMIGO

- ¡John mi padre! ¡La comisaría se ha derrumbado! ¡Da media vuelta, vamos a ayudarle! – gritaba la pequeña Sarah desde la parte de atrás revolviéndose mientras la doctora y Kate intentaban sujetarla.
- ¡Sarah, por el amor de Dios, para! – gritó John – Tu padre y yo pensamos un plan, no podemos dar marcha atrás, él me pidió que te protegiese, y eso haré. Ahora mismo nos estamos dirigiendo a los muelles, y él lo sabe, le tenemos que esperar durante una hora. Puede localizarnos por el gps que cogimos, y además en cuanto pueda se pondrá en contacto con nosotros por el móvil. Si todo sale bien, sabremos algo de él en poco tiempo, sino... No podemos retroceder pequeña... – Meine se quedó pensativo, estudiando la posibilidad de que aquella explosión pudiera haber acabado con la vida de su amigo, sino lo había hecho antes aquel carnicero loco.
- ¿Al muelle? – preguntó Kate –  ¿Nos dirigimos allí?
- Sí. – respondió Frank – Allí tengo un barco amarrado con el que partiremos fuera de aquí. Yo y mi hija nos vamos, y todos aquellos que queráis acompañarnos, pero no pasaré ni un minuto más de lo necesario en esta ciudad infectada de estos seres.
- No sólo eso... – respondió Raven – Todos debemos de salir de aquí cuanto antes... Si la infección no se controla y no acaban con la amenaza llevarán a cabo la erradicación del virus...
- Un momento... ¿Y cómo lo harán? – preguntó Kate.
- No estoy autorizada a hablaros de eso... No me hagáis caso, pero hay que marcharse de la ciudad.
- ¡Doctora! – Kate la agarró y se puso cara a cara contra ella – Cuéntenos lo que sepa... ¡Ahora!

Todos quedaron en silencio, expectantes de la respuesta de la doctora.

- De acuerdo... Un ataque nuclear sobre la ciudad sería lo más efectivo... No podemos permitir que se extienda por todo el mundo... Sería el fin de la civilización. – respondió sudando la doctora.

John dio un fuerte frenazo y se giró hacia la doctora.

- ¿Cómo? ¿Un ataque nuclear sobre San Francisco? Nuestro Presidente jamás mataría a miles de ciudadanos, esa es la vía rápida, debe de haber más opciones que poner en cuarentena la ciudad y arrasarla. – todos no cabían en sus asientos.
- En efecto detective... Había más opciones. La primera poner en cuarentena la ciudad y localizar al terrorista para acabar con él. La segunda sacar muestras del virus y crear una vacuna contra él. Pues bien, por lo que hemos vivido, yo no sé usted, pero el tal “Capucha Negra” parece que no ha sido atrapado, y todos mis experimentos y pruebas han terminado ardiendo en aquella comisaría protegida por los militares... Yo creo que nos tiene tomada la delantera, y apostaría a que el Presidente está valorando seriamente arrasar una ciudad y vidas de miles de habitantes, muchos de ellos ya infectados, antes que permitir que se extienda por todo el mundo y ya no haya opción de controlarlo y acabar con él.
- Pero... Se pueden seguir sacando muestras, se podrá sacar una vacuna que acabe con esta locura, y con tiempo... ¡Seguro que dan con él! – decía John nervioso.
- Agente... Yo soy la científica especializada en virología, y con este virus le aseguro que de lo que menos disponemos es de tiempo... – puntualizó la doctora – En unas horas fíjese cómo se ha propagado en una ciudad como ésta. ¿Se imagina que sobrepasase las barreras de contención? Sería el fin.
- Pero... – John se quedó pensativo – Vamos, no hay tiempo que perder. – y arrancó el vehículo de nuevo.

Todos quedaron estupefactos ante la noticia, parecía que habían perdido toda esperanza de salir de esa pesadilla con vida.
El coche circulaba a toda prisa entre las calle, mientras el sol seguía saliendo por el horizonte.
De pronto un sonido rompió el silencio quebrado por el motor del coche.

- ¿Qué es eso? – dijo Sarah.



...


Fum... Fum... Fum... 
Los ojos se abrían poco a poco.
Fum... Fum... Fum...
La claridad del cielo le molestaba.
Fum... Fum... Fum...
Empezó a distinguir tres siluetas sobre él.

- ¿Jeff? – dijo una mujer rubia con un chubasquero negro – ¿Jeffrey me oyes? ¡Parece que está despertando Purple!
- ¡Sí! Este cabroncete tiene ganas de seguir rebanando caras, jajaja. – gritó un tipo con una máscara de payaso. Junto a él, una joven rubia no paraba de reírse.
- ¡Callaos! Estoy hablando con Capucha. – hizo una pausa – Sí, parece que Jeffrey se está recuperando. Vamos el equipo al completo, un detective nos incordió, pero ya se encargó de él. Le acabamos de recoger de entre los escombros. – volvió a pararse, escuchaba por sus cascos a otra persona – Sí, tengo el chip y el móvil en mi pantalón, ellos ya no tienen información alguna... De acuerdo iremos para allá, pero me volaron la mano... Quiero venganza... Sí... Entendido... – se quitó los cascos – Muchachos, la misión ha sido un éxito, y hemos acabado con el Presidente. Volvemos a la base.
- ¿Dónde, qué? – dijo el carnicero reincorporándose – ¡Auch!
- Ssshhh, túmbate y recupérate. – la mujer de la túnica bajo el chubasquero le besó – Estás casi tan loco como yo, por eso me encantas. Je je... – esbozó una malvada sonrisa – Al enfrentarte con aquel detective, te pilló la detonación de la bomba en medio de la pelea, y no se como lo hiciste, pero saliste de allí con vida y con su cabeza en tus manos. Después te vimos desde el aire y te recogimos tras desmayarte. Te rompiste una costilla, así que recupérate de camino a la base.
- Me alegro que le arrancases la cabeza a ese cabrón, era un hueso duro de pelar. – dijo el payaso, la niña se quedó en silencio, y el payaso se giró hacia ella – ¿No te divierte cariño?
- ¡Pues claro que sí Clown! Todos los que vayan contra nosotros, deben arder... Lástima que no le pudieses arrancar la cara y usarla – la pequeña Jess volvió a sonreír.

El equipo de los maníacos al completo tomaba altura en aquel helicóptero black hawk entre los edificios, y el sol comenzaba a ser cada vez más visible. Purple se quedó mirándolo fijamente, bajo la vista y se vio el muñón deforme que le había causado por el disparo del detective. Algo le llamó la atención entre las calles.

- No puede ser.. Jajaja. Baja a aquella calle y sigue a aquel vehículo. – dijo agarrando al piloto por el cinturón – ¡Bendita casualidad! – El helicóptero se desvió bruscamente hacia abajo.
- ¡Purple! ¿Qué haces? Debemos volver, ahora no tienen nada, sigamos el plan. – gritó la mujer.
- Por su culpa no tengo mano, y ya que no puedo matarle yo, al menos acabaré con la vida de su hija. – la cara del tipo con el chubasquero morado irradiaba puro odio.
- Pero, ella lleva razón, volvamos y acabemos todo esto cuanto antes. – dijo el carnicero reincorporándose con una voz ahogada.
- Vamos a ver, ¿desde cuándo tomáis decisiones vosotros? – miró al piloto – Acaba con ellos, ¡arrásalos!

El payaso abrió la puerta corredera para ver bien lo que estaba ocurriendo. El helicóptero se acercaba con velocidad sobre el humvee negro conducido por John, y la joven Sarah se asomaba por la ventanilla de atrás.

- ¡John son ellos! ¡Acelera! – dijo al conductor.
- ¡Uhmmm, sí! Estoy con el jefe, esa niña tiene que pagar, ja ja ja. – gritó Clown.

Tatatatattatata, el helicóptero comenzó a disparar contra el vehículo con su ametralladora, arrasando los ventanales y cristaleras de los edificios de su alrededor. El vehículo frenó y giró hacia la derecha, metiéndose por la calle contigua.
El helicóptero maniobró entre los edificios.

- ¡No les pierdas! – gritaba el comisario.
- ¡Vas a conseguir que nos matemos! ¡Olvídate de ellos y vámonos! – gritó el carnicero desde la parte de atrás.
- Como se te ocurra parar de seguirles te degüello. – dijo Bridges cogiendo una navaja del payaso y poniéndola en el cuello del piloto.

Tatatatata, el helicóptero volvió a cargar contra el vehículo que zigzagueaba entre los vehículos que había en medio de la carretera. Todo saltaba por los aires. El humvee se quedó sin salida entre los coches que había estado esquivando, estaba acorralado entre ellos y el helicóptero que les apuntaba desde el cielo.

- Ya os tengo – dijo el hombre de negro que pilotaba el helicóptero.
- ¡Destrózalos! – gritó Purple cuando el piloto se disponía a cargar su arsenal sobre aquel vehículo.
- Se acabó. – el carnicero se reincorporó por completo y cogió el revolver de Miranda, que asomaba en el chubasquero.

BOOOM, pegó un cañonazo sobre la cabeza del piloto.

- ¿Pero qué coño? – gritó Purple viendo los sesos del piloto contra los paneles de mando.
- ¿Jeffrey qué haces? – dijo la mujer al verse sorprendida sin su arma.
- Sorpresa capuyos, ¿no querías matarme tú mismo? – esta vez su voz fue más reconocible mientras miraba a Purple.
- No puede ser... ¿Eres tú?.. ¡Acabar con él! – dijo el comisario al darse cuenta de quién había bajo aquel rostro arrancado, el detective Owens se la había jugado. Se giró para intentar retomar el control del helicóptero.

El payaso al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo se giró y lanzó contra él, agarrando el arma y forcejeando ambos, pero James le golpeó con su rodilla contra el estómago y levantó el arma contra su cara.
BOOOM, esta vez el disparo rozó la cara de Clown, y dañó el casco superior del helicóptero, haciendo que se perdiese el control de éste momentáneamente. El payaso se tambaleó hacia atrás con la mejilla rasgada y sangrando sin parar hasta caer por la puerta que estaba abierta tras él. Soltó una fuerte risa mientras salía disparado entre aquel caos.

- ¡Noooo! – la irreconocible Jess se lanzó tras él al vacío sin dudarlo un instante.

La mujer rubia, agarró su puñal y lo empuñó con fuerza contra la cabeza de James, éste tumbado contra el suelo, hacía fuerza para que ésta no se lo clavase, pero estaba muy debilitado y no aguantaría mucho.

- Mataste al Jeff, ¡él era el único que me entendía! – gritaba con rabia sobre el detective empujando con todo su cuerpo sobre el puñal.
- Te...  Contaré... Un... Secreto... – decía James desde el suelo, resistiendo la puñalada pero viendo como se acercaba la daga a su cara poco a poco cada vez más – A... Las... Mujeres... ¡No hay quién os entienda! – y giró la cabeza para que la hoja del puñal se hundiese por completo contra el suelo del helicóptero.

Al dejar caer con fuerza todo su cuerpo contra el suelo, él la golpeó con su frente, haciendo que cayese de bruces hacia un lado, después se levantó y la dio una fuerte patada en la cara antes de que pudiese recuperarse. El helicóptero había recuperado el control. James se giró y ¡Bam!,  el comisario se tiró sobre él y comenzó a golpearle sobre la costilla rota con la mano izquierda que le quedaba.

- ¿Duele verdad? – decía Bridges susurrando al oido sus palabras – ¿Sabes qué haré después de matarte a ti? ¡Bajaré allí abajo y destriparé a tu hija como a una rata! – y le volvió a golpear el costado y la cara esbozando una malvada sonrisa.

El helicóptero ganaba altura pero de manera irregular mientras James se retorcía de dolor contra el suelo, momento que aprovechó Bridges para tomar un paracaídas que había bajo su asiento. Se levantó y se dispuso a ponérselo.

- ¿Sabes Owens? – decía mientras se lo ponía mirando a través de la puerta – Me hubieras defraudado si hubieses caído bajo aquel patoso carnicero, en el fondo sabía que darías la talla de algún modo hasta llegar a mí, realmente lo esperaba. – se giró mientras James intentaba reincorporarse a tientas – Pero aquí se acaba tu historia. – y le dio de nuevo una fuerte patada en el estómago, haciéndole caer otra vez. Bridges se giró  hacia los paneles de mando y desactivó el piloto automático. Retomó el camino hacia la salida mientras el helicóptero volvía a comenzar a tambalearse, poco a poco cada vez más. – Ahora sí, adiós viejo amigo.

En ese momento James se lanzó a su cintura y  agarró al cierre de su paracaídas.

- Jajaja, ¡estás para el arrastre! ¿Qué pretendes que me lance contigo? – dijo sonriendo a la media vuelta.
- Para nada, este salto lo hago sin ti. – James soltó la protección del cierre del paracaídas que llevaba el comisario y salto hacia fuera. Bridges comenzó a ser arrastrado hacia fuera con el peso de Owens, pero el detective le había amarrado a su cinturón un mosquetón de seguridad del helicóptero, haciendo que quedase atrapado en él y que se le desprendiese hacia atrás el paracaídas con Owens agarrado a él.

James comenzó la caída libre con el paracaídas en sus manos, el cuál intentaba ponerse a toda prisa, mientras el black hawk perdía el control por completo sobre su cabeza.

- No, ¡nooooo! – se escuchaba gritar a Purple desde el helicóptero momentos antes de que la cola de la nave chocase contra los ventanales del edificio que quedaba a su derecha.

¡Boom! En un segundo el helicóptero explotó y se convirtió en una bola de fuego y hierro que chocaba hacia abajo contra los cristales mientras James conseguía ponerse el paracaídas bajo él. Consiguió abrochar el seguro y tiró de la anilla a unos cinco metros del suelo, los suficientes para amortiguar el fuerte golpe que se dio contra el vehículo con el que impactó al caer. Desde el suelo semiconsciente, observaba como ese amasijo de hierro y llamas se precipitaba sobre él a toda velocidad.

- Oh no... ¡Joder! – el detective se incorporó  y bajó del techo del vehículo abollado como pudo, se desprendió a tientas del paracaídas que le impedía avanzar  y corrió a toda velocidad en dirección opuesta, hacia la otra calle de enfrente justo antes de que el helicóptero aplastase el coche por completo.

Por unos instantes hubo silencio. James se encontraba desorientado. Se levantó lentamente del suelo ayudándose del vehículo que estaba frente a él, aún estaba conmocionado por el golpe que había sufrido en la caída. Se apoyó unos instantes sobre el capó cuando escuchó una voz tras de él.

- Ayúdame... – decía la mujer mal herida frente a él. Se trataba de la satánica del grupo de los maníacos, estaba empapada en sangre arrastrándose por el suelo. James se acercó hasta ella. La mujer en ese momento alzó la vista y vio al detective frente a ella – Tú... – James se fijó en los restos del helicóptero que había ante él, y vio el revólver que había usado en el helicóptero. Se agachó a recogerlo, se giró y ¡Bum! Soltó un disparo seco sobre la cabeza de Miranda.

Después se fijó en el helicóptero y se dirigió hacia él. Sobre el vehículo aplastado, se encontraban los escombros de la nave. Se paró a escuchar y observar con detenimiento hasta encontrar a Purple, que tosía sangre con dificultad. James metió medio cuerpo para alcanzarle y tirar de él hacia fuera.

- Ja... Ja... – “cough”(tosía) – ¿Ahora tienes remordimientos con dejarme morir? – dijo mientras le sacó por completo y le puso sobre la puerta del vehículo.
- ¿Remordimientos? Aún tienes posibilidad de ayudarme a acabar con esta locura Bridges... ¿Cómo pudiste embarcarte en esto?.. ¿Dinero? – decía el agente mientras le registraba por completo.
- ¿Dinero? Jajaja... – cough, volvió a esputar sangre – No entiendes nada... Esto va mucho más allá del dinero. – contestó con dificultad.
- Pues ayúdame a entenderlo, no siempre fuiste una mala persona, yo te conozco Bridges. – dio con lo que buscaba, el móvil de Cheap, le tenía guardado en el bolsillo, no pudo dar con el chip – Tú antes eras buena persona, ¿qué te ha pasado? – le dijo deteniéndose mirándole a los ojos.
- Tú a mí nunca me has conocido Owens... Todo esto viene de antes de ti... – volvió a escupir – y ni tú ni nadie seréis capaces de detenerlo.
- Muy bien... ¿Recuerdas la promesa que te hice? – apuntó con su arma a Bridges – Creo que es buen momento para cumplirla, ¿no crees?
- Adelante, échale huevos. Acaba conmigo y jamás sabrás como salvar a tu hija de esta pesadilla. ¡Vamos! Verás cómo no eres capaz de acabar con nosotros. – dijo esbozando una sonrisa – Todo lo que hagas será inútil, la suerte está de mi lado.


- ¿Suerte? – James se levantó y agarró uno de los hierros tirados sobre el suelo entre los restos de aquel amasijo. Lo agarró con fuerza mirando al comisario y se lo clavó, atravesándole el hombro contra la puerta del coche – Bueno... ¿Comenzamos a hablar?
- ¡Aaaaaa! Maldito cabrón. – se retorcía de dolor Bridges – No pienso hablar. No tienes nada con lo que amenazarme... ¡Nada!

<<Purple, informe de la situación>> Los dos giraron la cabeza dirección hacia donde procedía la voz.

- Vaya... – James se levantó en busca del artefacto que emitía el sonido. Se encontraba bajo un trozo de pared desprendida del edificio, entre cristales y hierro. Metió la mano para alcanzarlo, un walkie talkie.

<<¿Purple? ¿Equipo maníaco?... ¿Estáis ahí?>>

- ¡Argh! Capullo. – hizo Owens simulando una alarma – Tú banda de locos a domicilio se están tomando una baja indefinida. – contestó a través del intercomunicador.
- ¿Qué?.. ¿Quién eres? .. ¿Dónde está Purple? – su voz se mostró seria e inquieta.
- ¡Bridges, preguntan por ti! – dijo Owens dirigiéndose al comisario.
- James... Déjame hablar con él... – decía ansioso desde el suelo, atrapado sobre aquella puerta.
- Mmm creo que no... A ver... – volvió a pulsar el walkie talkie – ¿Dime quién eres tú?
- Estúpido... Soy Capucha Negra, déjame hablar con Purple ahora mismo o no importará quien seas, todo mi odio irá dirigido hacia ti, encontraré a tus más cercanos y acabaré con ellos lentamente. – dijo con tono amenazante.
- ¡Hermano es Owens, tienen la información! – interrumpió Purple desde el suelo cuando James se disponía a responder.
- ¡Ho ho ho! ¿Hermanos? Así que la locura viene de familia...  – dijo mientras apretaba el pulsador dirigiéndose al comisario – A ver tú, cara negra. Déjate de amenazas, tu hermanito lleva todo el día amenazándome junto a los amigos locos que se echó, y yo no se tú, pero yo sigo de pie y con ganas de dar guerra hasta el final, sin embargo tu ejército de malos va disminuyendo, y no se los que te quedarán, pero una cosa puedes dar por segura. – hizo una pausa dándose cuenta de que tenía toda la atención de capucha tras el comunicador – O detienes esta locura, o yo y los míos te encontraremos, y te daremos de lo lindo.
- ¿Ah sí?
- No te quepa duda.
- Yo te daré otra lectura de la situación. No he acabado ni mucho menos con esta ciudad, y... O sueltas a mi hermano y os doy vía libre para marcharos, o atraparé a tu hija y la destriparé delante tuya... Sí, detective Owens, le conozco muy bien. Una lástima lo de su mujer, no querrá ser el causante de la muerte de su hija también ¿no?
- ¡Owens! – gritaba el comisario tras James que estaba apartado de la zona de los escombros.
- Amenazar a mi hija era lo peor que podías hacer...

¡BOOOM!

El vehículo en el que estaba atrapado el comisario voló por los aires, la gasolina del motor y el las llamas provocadas por el choque del helicóptero hicieron que volase el coche por los aires, tirando a Owens contra suelo.

- ¿Qué ha sido eso? ¿Qué ha pasado? – decía Capucha por el walkie.
- Ah, ja ja ja... Digamos que tu hermano está tostándose bajo el sol, espero que te despidieses de él antes de mandarle a esta misión, jajaja. – reía James girándose desde el suelo.
- ... Agente Owens, despídase de todo lo que le importe. Voy a por usted... 
- No capullo... Espérame dónde estés y no huyas por favor, voy a por ti. – y dejó caer el walkie al suelo.

James comenzó a reírse al quitarse la máscara del carnicero viendo arder aquel coche mientras el sol salía por completo tras los edificios.
Comenzó a sonar el rugir de un motor que se aproximaba a la zona donde estaba él. Se trataba del humvee, que se detuvo frente al incendio. Bajaron del vehículo Sarah, Kate, John...

- ¡Papá! – gritó Sarah al salir corriendo del vehículo y ver a su padre.
- Cariño... – decía James al intentarse incorporar, pero ella se abalanzó sobre él.
- ¿Estás bien? ¿Toda esta sangre?...
- Pequeña estoy bien, tranquila, ¿tú estás bien?
- Si, John nos sacó de allí y nos contó vuestro plan del puerto, pero vimos el accidente del helicóptero y nos dimos la vuelta... ¿Fuiste tú? – preguntó incrédula la niña.
- Iban a por ti y no tenía suficientes balas, algo tenía que hacer, je je. – volvió a abrazarla entre sus brazos mientras veía acercarse a John.
- Maldito cabezota. – le ayudó su compañero a levantarse – No hay forma de que cedas con nadie ¿eh? ¿Cómo estás?
- John, tenemos el móvil, vamos a por ellos. – zanjó James agarrándose a Meine.



...



- ¡Mierda! – gritaba Capucha en su guarida mientras tiraba por los suelos todo lo que había sobre la mesa lanzándolo contra un lado. – Ese maldito detective... 
- Señor... – dijo Smith tras él.
- Ahora no... – contestó furioso.
- Sé que no es un buen momento pero... – insistió la mano derecha de Capucha.
- ¡¿Qué pasa?! – se giró con rabia.
- Está aquí Denver con su equipo, exige verle.
- ¿Qué coño hace aquí?.. Mándales entrar a la sala De pruebas.
- ... De acuerdo señor. – dijo Smith dándose la vuelta.

Capucha se quedó sólo ante la sala de mandos, y se quedó mirando la foto de Ramsés tirada sobre el suelo, después se dio la vuelta y salió por la puerta.

- Buenos días señores... ¿Qué hacen por aquí? ¿No le dije que no debería venir bajo ningún concepto? – dijo Capucha extendiendo sus brazos al entrar en la sala frente a Denver y cuatro hombres trajeados armados con fusiles automáticos. Smith se acercó a Capucha.
- Exige hablar con usted por el tema del Presidente. – le susurró su mano derecha.
- Ya sabemos hablar por nosotros, que no se preocupe su perro faldero. – dijo Denver gritando ante sus hombres – ¿En qué momento hablamos de apoyar su virus para atentar contra el Presidente? Quedamos en respaldar sus experimentos a cambio de soltar su virus y luego hacernos ricos a través de la vacuna que venderíamos desde mi farmacéutica, ahora al matar al Presidente, estarán estudiando erradicar la enfermedad acabando con la ciudad antes si quiera de poder amenazar al resto del mundo... De esa forma ¿cómo vamos a “chantajear” al País o al Presidente?
- Señor Denver... – Capucha se acercó a él – Hemos hecho que todo el planeta vea la efectividad del virus, y de que podemos llegar a cualquier sitio... ¿Quién no pagará por tener la cura de este Apocalipsis? – se acercó más aún a él.
- Usted no puede improvisar... Tiene que informarme antes de actuar, para eso le pagamos, usted trabaja para nosotros. – dijo temeroso Denver.
- Usted me dio mucho dinero sí, y me ha venido genial para poder llevar a cabo todo mi plan, pero... ¿En serio cree que trabajo para usted? ¿En serio creía que me importa lo más mínimo el dinero? ¿De verdad cree que tiene poder sobre mí? – Capucha estaba frente a él sin que se le viese el rostro, acto que causaba más pavor si cabía a Denver.
- Pero usted... – Denver retrocedió hacia sus hombres – Lleva razón, nos marcharemos de aquí.
- No hombre, ya que ha venido, ¿no desearía ver los avances que conseguimos con su economía? – Capucha retrocedió hacia Smith, que le esperaba en la puerta.
- No... No, nos marchamos ya y sigamos el plan como usted estipule... – se protegió entre sus hombres.
- De acuerdo, que así sea. – Capucha se dio la vuelta y avanzó hasta cruzar el umbral de la puerta - ¡Ramsés, todo tuyos!.. – se cerró la puerta tras él.
- ¿Eh, qué? – Denver avanzó hacia la puerta corriendo, pero quedó cerrada por completo, mientras veía tras la ventanilla de la puerta a Capucha observar.

¡Uhhhhh! Sonó un fuerte aliento en la oscuridad de aquella sala. Los cuatro hombres que le escoltaban empezaron a apuntar al vacío nerviosos. Mientras, Denver intentaba abrir la puerta.
Capucha vio como una gran sombra aparecía y desaparecía de entre la oscuridad acabando uno por uno con los hombres de Denver entre gritos y disparos que lanzaban fogonazos e iluminaban la sala fugazmente.

¡Aaaaah! 
Tatatatata
¡Dios mío!
Boom
¿Qué es eso?
Grrr

Denver se quedó mirando a la oscuridad apoyado contra la puerta, viéndose indefenso por completo. Sacó su pistola y comenzó a apuntar al vacío negro.

- ¡Detente!.. ¡Por favor Capucha déjeme salir! ¡Por... Aaaaah! – una mano enorme le agarró de la cabeza y empujó hacia dentro, siendo devorado por las sombras.

Capucha sonreía frente al cristal junto a Smith mientras veían acercarse a aquella monstruosa cosa frente a ellos al otro lado de la sala.

- Ramsés está listo... – murmuró el encapuchado.


domingo, 8 de mayo de 2016

CAPÍTULO 19: EN LLAMAS

Al enfilar el final del pasillo, James se encontró frente a él a una niña encapuchada revolviéndose, debía de estar amordazada por los jadeos ahogados que lanzaba. Estaba maniatada y controlada por aquel tipo disfrazado de payaso. Junto a él se encontraba la mujer del camisón blanco. Ella le dirigió una mirada amenazadora al detective, mientras el otro tenía una estúpida y macabra sonrisa dibujada en su cara.

- ¡Jessica! – Owens intentó acercarse a ella, pero el carnicero le encañonó con su escopeta la espalda, en señal de que no se desviase del camino, dejando a la niña a su derecha.
- Jess estamos aquí contigo. – dijo Sarah intentando adelantarse, pero al ver el panorama se detuvo.
- No pares, y tú no te muevas.. – les dijo aquel sádico con una cara desmembrada por máscara. Mientras “el comisario” Bridges le adelantó hasta llegar al detective, dejando a la pequeña Sarah detrás junto a aquel psicópata con la recortada.
- Bueno tienes claro lo que hay que hacer ¿no? Según tú está allí tu gente, de ti depende salvarlos a ellos, a Jessica, a tu hija... Adelántate, diles que te den el móvil, me lo enseñas y dejo que tu cría se vaya con vosotros. Me traes el móvil, compruebo que contiene los datos sin más copias, y dejo que te lleves... lo que queda de esta otra niña. Así que sin trucos y rapidito, ¿de acuerdo? – James se giró viendo la puerta de la enfermería, miro a aquellos locos con su hija y la pequeña Patterson y asintió con la cabeza con un breve suspiro.
- Jess mi padre nos salvará, aguanta. – le dijo Sarah mientras el comisario y sus hombres no perdían la vista del agente Owens.

Los pasos del agente se hacían muy largos y pesados. Retumbaban en el interior de aquel eterno pasillo, él mientras, intentaba idear algún plan, alguna solución ante aquel panorama desolador. Si entregaba aquellos datos al comisario y secuaces de Capucha Negra, significaría perder cualquier ventaja que tuviesen de salir allí con vida, además de la posible solución ante la crisis que estaba sufriendo el mundo en aquel momento, por el contrario, aquellos asesinos acabarían con la vida de Jessica y su hija Sarah...
Se le acababa el tiempo para pensar. Llegó a la puerta y la golpeó con fuerza dos veces.
Ante él la puerta se abrió lentamente con el arma de su compañero apuntándole tras la abertura.

- Vamos James pasa. – al abrir la puerta vio a los psicópatas en el otro extremo del pasillo – ¡Oh mierda! ¿Pero qué?
- Cierra y te explico James, necesito el móvil de Cheap. – le dijo mientras cerraba la puerta tras de sí.

Bridges se acercó al carnicero Gain, le apartó ligeramente del grupo y habló con él en voz baja.

- Manda a alguien para que cubra la salida que tienen desde el garaje por el montacargas por si se les ocurriese salir por ahí. Una vez tengamos el móvil en nuestro poder les mataremos a todos. No quiero más errores. – el carnicero asintió con esa cara arrancada sobre su rostro y se dirigió hacia los otros dos maníacos. El comisario se giró hacia la niña. – Pequeña Owens, gracias a ti, tu padre y yo hemos llegado a un acuerdo, es un tipo muy sensato, y ha aceptado mis condiciones por el bien de vuestro grupo.
- ¿Cuáles son esas condiciones? – la niña le respondió con cara de desconfianza, pero el comisario únicamente le contestó con una breve sonrisa antes de girarse de nuevo hacia la entrada de la enfermería portando su arma.

El grupo de supervivientes que estaban escondidos en aquella sala fueron apareciendo. El primero en acercarse fue Eusko, que soltó un ladrido, al que le siguieron Kate y Joe. 

- Cuenta qué demonios están haciendo esos ahí fuera compañero. ¿Estaba allí el comisario o me lo pareció? – exclamó John mientras aseguraba el cierre de la puerta.
- ¿Están ahí fuera? ¿Les has traído? – se alarmó Joe.
- Dejadle hablar, algún motivo tendrá, algún plan. – apaciguó Kate.

James se apoyó en una camilla, mientras se tocaba la cabeza. Estaba agotado.

- Lo primero... ¿Cómo se encuentra la hija de Frank? – dijo con voz serena.
- La hemos estabilizado. – dijo la doctora Raven junto a uno de los auxiliares al salir tras la cortinilla donde atendieron a la pequeña Andrea.
- Bien. Eso está bien. Veamos... He estado hablando con el comisario, no estaba retenido en aquella sala John... Él es una especie de líder de ese escuadrón asesino. Trabaja desde el principio para Capucha negra, lo que no sé es el por qué. ¿Habéis conseguido sacar algo del móvil de Cheap? 
- ¿El comisario? ¿Qué...? – John no podía creerlo – Tío el único que controla aquí de bases de datos informáticos es Frank, y no ha soltado a su hija ni un momento.
- Mierda... Tengo que entregarle el móvil, o matará a mi hija y a Jessica. 
- ¿Se sabe algo de Steven? – dijo Frank asomándose tras la cortinilla.
- No sé nada de él... Lo único que sé con seguridad, es que cuando le demos esos datos, no nos van a dejar con vida, sea lo que sea que contenga este móvil, no se van a arriesgar a que lo pongamos en peligro el plan que tengan, quieren matarnos a todos y seguir con su plan. Ahora mismo estamos en una guerra de la que no podemos escapar... ¿Hay alguna salida desde aquí?
- Mmm, espera, sí, la salida del montacargas, la hemos estado utilizando para subir heridos desde el garaje. Pero sin luz... No funcionará. – dijo Raven.
- Podríamos abrir la trampilla y bajar por las escaleras. Es sólo un piso. Voy a mirarlo ahora mismo. – John se dirigió hacia las puertas del montacargas con un hacha – Joe, échame una mano.

John hizo palanca con el arma entre las puertas ayudándose con Joe. Entre los dos la abrieron y vieron el ascensor desde arriba que se encontraba en la planta del garaje.

- Por aquí podríamos bajar sí. – afirmó el Puerco.
- Bien... ¿Quién tiene el móvil? – John lo sacó de su bolsillo, y lo miró con recelo. Después se acercó a su compañero. 
- Tío... Sabes que si perdemos esto... El mundo se puede ir a la mierda... Tú has visto lo que hay allí fuera... ¿Cuál es tu plan?
- John sólo necesito tiempo... No dejaré que estos cabrones se salgan con la suya, pero es mi hija... – James le miró desesperado y furioso, pues sabía que era la única baza que tenía para poder sacarla con vida de allí. – El único plan que tengo es matarle y salvar a mi hija, o salvar a mi hija y matarle... ¡O matarles a todos! 
- Dáselo, yo confío en él. – dijo Frank desde el otro extremo.
- Y yo, de momento todo lo hemos superado juntos, démosle ese tiempo que además necesitamos  para salir de aquí. – se acercó Kate a la pareja de detectives.

Meine le miró dubitativo....

- Compañero, nuestro futuro está en tus manos... – extendió la mano y le entregó el terminal.
- Lo sé... No os fallaré... – lo agarró con firmeza mirándolo – y ahora... Hablemos de preparar bien este plan, no saben a quiénes se están enfrentando...



...




Los televisores abrieron con una imagen del Presidente Logan sentado sobre una mesa con el emblema de la Casa Blanca. Tenía una mirada seria, dura y fría. 

- Queridos ciudadanos míos, quiero que quede claro, que en este País no negociamos con terroristas, y no estoy aceptando exigencia alguna. El terrorista conocido bajo el nombre Capucha Negra quiere debatir e intentar justificar sus ataques ante todos vosotros, y quiero que juntos, todos nosotros le demostremos nuestra fuerza y que vea que no tememos a este tipo de personas que juegan con el terror para intentar conseguir sus metas. No cederemos, no caeremos, y siempre combatiremos el mal mientras nos quede algún resquicio de aliento en nuestros cuerpos. Sin más, gracias por su apoyo. Comencemos.

La pantalla se dividió en dos, y apareció un hombre encapuchado y vestido completamente de negro, sentado frente a una mesa, con un fondo negro sin profundidad alguna, completamente oscura y vacía. Su rostro estaba oculto bajo la sombra de su capucha cuando su voz comenzó a sonar en aquella sala.

- Buenas noches mundo... Buenas noches a todos... Espero que lo estén pasando tan bien como yo al menos, viendo cómo el sueño americano al que todos aspirabais se va desmoronando poco a poco, y que esa sociedad en la que habéis crecido y os han hecho creer que es justa y sincera, que siempre vela por vuestro bien, ese gobierno que os mantiene a todos a sanos y salvo en vuestras casas, es todo una mentira, no es más que una sensación efímera a la que aferraos y yo os arrebataré de un plumazo. 
- Señor Capucha Negra... Esa sensación es una idea por la que todos hemos luchado y seguiremos luchando siempre. Es más que una idea, es una realidad. Algo por lo que hemos trabaj.. 
- Jajaja, ¿señor Capucha Negra? Formalismos y estoy acabando con tus ciudadanos, con tu País, ¡con tu Mundo! Sois débiles, ¿no te das cuenta? ¿Soy yo el único que lo ve? Todos seréis juzgados y castigados en consecuencia. Estos legisladores con sus eternos debates... No sois más que charlatanes con piel de cordero que utilizáis a la gente, al pueblo, movéis los hilos tras la sombra para interés propio, no sois más que una estirpe degenerativa que tenemos que eliminar de raíz. Ellos son quienes nos han llevado a la ruina. – dijo señalando al presidente, dirigiéndose a los telespectadores –  Ellos me han llevado a despertaos... Estoy haciendo un  favor al mundo. Debemos de comenzar de cero, purificar la raza, y resurgir de nuestras cenizas como el mismísimo ave Fenix.
- ¿Y quién será el que escoja quien debe sobrevivir, tú? – hizo una pausa el Presidente – ¿No te das cuenta de que has alzado la espada contra tu propio pueblo?.. Nadie puede apoyar este ataque, es puro terrorismo. Y tú necesitas ayuda.
- ¿Yo? ¿En serio eres tan hipócrita cuando ves que el mundo está llegando a su fin? De la cara por favor...
- No sé de que me estás hablando.
- ¿Sabe por qué está aquí señor Logan? Yo le acuso de conspirar con el fin de cometer traición, terrorismo y sedición.
- ¿De qué demonios habla? 
- La  verdad es que algo funciona muy mal en este país, ¿no cree? Y si les dijese que el gobierno es el responsable de la muerte de estas miles de personas? – tras esa oscuridad parecía que su mirada podía atravesar las pantallas sin siquiera verse – Gracias a ustedes me di cuenta de cual es el arma más poderosa del mundo... El miedo. Controlándolo eres capaz de todo. 
- Usted es un monstruo que únicamente quiere el caos. No hay razonamiento alguno en sus actos. ¿Por qué no da la cara y nos dice quién es?
- Señor presidente, bajo esta capucha hay algo más que un “friki” que da órdenes... Hay una idea, una idea dispuesta a aplastar el poder que usted ha corrompido y está manejando, como todos los gobiernos con sus normas y sus reglas... El poder no es inocente, y ya es hora de que aprendan qué es ser un hombre de verdad, sin sus protecciones, sin sus privilegios... – la sala quedó en silencio – Veamos...¿Recuerda el proyecto Alfa X?
- ¿De qué está hablando ahora este lunático? – el Presidente se dirigía a sus asesores presentes en su sala.
- ¿Lunático? Únicamente estoy demostrando a este mundo que cuando juegas con fuego te quemas. Pero vayamos a lo que importa, ¿qué opinaría si le dijese que este arma, que esta opción de darle al mundo una segunda oportunidad surgió gracias a la ayuda de su gobierno?
- Eso no es posible, Estados Unidos nunca permitiría el desarrollo de tal arma, sino yo lo sabría.
- Cómo se equivoca señor Presidente, ¿qué le parece un poco de historia?
Su padre comenzó la andadura para dar cabida a este virus en nuestro mundo, pero al ver de lo que era capaz, cerró el proyecto y silencio todas las posibles bocas, de una manera o de otra. Por suerte los datos de esa creación se salvaron, y alguien con suficientes conocimientos los continuó, incluso los perfeccionó hasta el momento en que alguien con las suficientes agallas se atrevió a plantarle cara al mundo en el que estamos viviendo y utilizarlo, llegando hasta el momento en que estamos viviendo ahora. No tenéis ni idea de con quién os estáis enfrentando... – su voz penetró a través del televisor.
- Le repito Capucha, que si hubiese tal proyecto dentro de mi gobierno yo sería conocedor de ello. – el Presidente le contestó tajante.
- ¿Está seguro de ello? – dijo retándole.
- Seguro. – zanjó, momento en el que uno de los consejeros del Presidente se acercó a él para susurrarle algo al oído, después se retiró.
- ¿Qué es esto? ¿Necesita ayuda para hablar conmigo?  Jaja. – reía en tono burlesco y frenó en seco. – Que sea la última vez.
- No Capucha, esta es la última vez que le doy la opción de rendirse. ¿Acepta? –dijo el Presidente levantándose.
- Jaja ¿En serio ahora va de tipo duro? Jajaja.
- Por el poder que me delega mi País le condeno a la pena de muerte. Adelante, bombardeen su base. – dijo dirigiéndose a sus asesores.
- ¿Qué? ¿De qué... – la imagen se cortó con un fuerte chirrido al desaparecer su señal.
- Señores ciudadanos, hemos localizado el lugar desde donde emitía su señal el terrorista. Hemos acabado con él. Sólo es el principio del fin de esta pesadilla. Los campamentos base que tenemos desplegados por todo San Francisco están enfrentándose al ataque con ese virus. Les estamos frenando, lo estamos consiguiendo, me alegro de que hayan estado presentes en esta conversación para que vean que nadie se mete con nuestro País, y que el mal nunca vencerá mientras no cedamos ante él.



...



La puerta se abrió y apareció James tras ella. Su compañero John y Joe salieron tras de él armados y apuntando al otro extremo del pasillo. James avanzó la mitad del camino entre la enfermería y el grupo de los maníacos formados por aquel payaso, el carnicero, la psicópata del camisón, un hombre de negro y el comisario Bridges, todos ellos apuntándoles desde la otra parte. Bridges se adelantó.

- Vamos Owens, ya está medio hecho. Sólo tienes que venir hasta aquí y dármelo, ya he visto que es verdad que estaban allí escondidos, así que vamos por buen camino.
- Suelte primero a las niñas, ya ve que no tengo intención de luchar. Sólo quiero recuperarlas y podernos ir todos de aquí cuanto antes.
- No acordamos eso detective. Yo suelto a... ¿Jessica era? – dijo Bridges girándose hacia sus esbirros, de los cuáles el payaso asintió con la cabeza. – Sí, Jessica. Que vaya con vosotros, después me das el móvil y te coges a tu preciosa y preciada niña antes de que cambiemos de opinión y decidamos acabar con todos vosotros. No pretendo negociar, así que... Como antes, tú decides.
- De acuerdo... – James se giró hacia su compañero y Joe antes de iniciar la marcha hacia los asesinos, momento en el que Bridges hizo una señal con la mano y el payaso la soltó con un empujón de sus sus manos. La niña se zarandeó pues permanecía maniatada y encapuchada, soltando únicamente alaridos. 

Ambos avanzaban en direcciones opuestas por aquel pasillo. En el momento que se cruzaron James se giró hacia ella. 

- Muy bien Jess, no te detengas, esto acabará en seguida, estate preparada. – James casi se lo susurró.
- ¡Vamos! ¡No tenemos todo el día! – insistió el comisario.

James le dirigió una mirada amenazante y emprendió la marcha. Cuando la niña estaba acercándose a John y Joe, y ambos la sujetaron, pues apenas podía caminar. 
James llegó frente a Bridges.

- Parece que aquí llega nuestro camino juntos a su fin, ¿no cree detective? – dijo extendiendo su mano para que le diese el terminal.
- Espero no volverle a ver, sino juro que le mataré. – y soltó el móvil sobre su mano.
- A a a a a... No me tiente Owens, no me tiente. – agarró a la niña y la lanzo contra su padre. 
- ¿Cariño estás bien? – dijo abrazándola mientras el comisario comprobaba que el móvil contenía los datos.
- Sí papá. Estoy bien tranquilo. – y James se reincorporó.

Joe le quitó el saco que le cubría la cabeza a Jessica. La niña tenía la cara pálida y estaba helada. John se encargaba de las ataduras de sus muñecas.

- Oh dios mío.. ¿Qué te han hecho pequeña? – dijo Joe mientras le quitaba la mordaza. John consiguió desatar las ataduras de sus manos.

En ese momento la niña se abalanzó sobre Joe, y le dio un fuerte mordisco en el cuello.

- ¡Joder! – el Puerco la golpeó en el estómago y se la quitó de encima, mientras John se quedó petrificado. Jessica no paraba de reír desde el suelo con la boca ensangrentada.

James y Sarah miraron el escenario al unísono.

- ¡Esa es mi chica... Jajaj! – dijo el payaso detrás desde la parte de atrás del grupo.
- ¿En serio pensabas que sería tan fácil? – Bridges levantó el arma hacia la pequeña Owens cuando James se giró sacando su pistola de la espalda.
- Lo cierto es que no. 

BUM, y la mano del comisario fue reventada a causa del disparo del agente.

- ¡Aaaaaa, maldito cabrón! – chilló de dolor cuando caía lo que quedaba de su mano junto a su arma contra el suelo.
- ¡John ahora! ¡Sara no pares de correr, ya! – dijo el detective cuando le asestó un puñetazo a Bridges. Éste al caer en el suelo soltó el móvil de Cheap el cuál cogió James y echó a correr detrás de su hija.

John todavía en shock viendo al puerco tapándose el mordisco de la niña, la cual se retorcía en el suelo entre risas, agarró el extintor que estaba en el pasillo colgado junto a la puerta de la enfermería y lo lanzó hacia el grupo de maníacos. Cuando lo pasaron Sarah y su padre James se giró.

- ¡Jodeos malditos cabrones! – y disparó un par de veces contra él. El extintor reventó, haciendo que todos ellos cayesen de espaldas debido a la explosión, al igual que James, que estaba aún cerca del grupo. 

Todos cayeron menos el carnicero, que comenzó a seguir a los Owens nada más echaron a correr. De la explosión le levantó contra el techo y volvió a caer. Pero como un resorte debido a la adrenalina se levantó y se lanzó contra James. Le golpeó la cara.

- Me va encantar tu cara como trofeo, intentaré no destrozarla, y ahora dame esto. – no paraba de golpearle y cuando estaba desorientado le cogió el móvil que había soltado sobre el suelo. – Maníacos, lo tenemos. – dijo girándose hacia ellos.
- Mi cara es muy bonita para que un paleto de pueblo venga a  intentar quitármela. – y James le golpeó el estómago, haciendo que este cayese de espaldas y volviese a rodar el móvil por el suelo. – ¡John seguir el plan! ¡Ya os cogeré, iros!
- ¡Papá! – y John agarró a la niña del brazo. – Vamos Sarah, sabe dónde vamos, luego nos alcanzará. Joe... Tío levanta.
- John vete... Yo les frenaré para que no os alcancen. – dijo con palabras entrecortadas mientras sacaba una granada del bolsillo – La guardaba para vosotros en caso de urgencia, je je... – y escupió sangre. 
- Maldito tramposo... Gracias Joe. – en ese momento Jessica se lanzo contra el agente, pero El Puerco la agarró de la pierna desde el suelo haciéndola caer  – No niña, otra vez no. – y quitó la anilla del explosivo. 

John agarró a Sara con fuerza y la metió por la puerta, y Jessica le golpeó la cara con una patada a Joe antes de lanzarse en la otra dirección cuando le soltó.

BOOM. El techo terminó de ceder tapando la entrada a la enfermería.

- Bien hecho Joe, bien hecho. Y ahora terminemos con esto. – James se levantó y cuando fue a coger el terminal, entre la humareda aparecieron Bridges y su escuadrón. – Oh mierda. – James se dio cuenta que perdió el arma también al caerse con la explosión y se lanzó contra una de las puertas del pasillo antes de que comenzasen a abrir fuego contra él.
- Es mío, traeré su cabeza, ustedes sigan el plan. – dijo el carnicero al comisario y el resto del equipo.
- Muy bien... Ya tenemos esto, que es lo importante. Informaré a Capucha y procederemos según lo planeado, así que date prisa, no creo que tarde mucho en llevarlo a cabo. – dijo el comisario que se estaba haciendo un torniquete con un trozo de su chaqueta.
- De acuerdo. – y el carnicero salió a toda prisa a por James.
- Vosotros, – señalando a Clown y Miranda, mientras abría el paquete que dejó en el suelo – poneos esto.

Desde dentro de la enfermería estaban comenzando a bajar por las escaleras al montacargas cuando escucharon la segunda explosión. Kate se preguntaba qué pasaba cuando los dos enfermeros pasaron a través de la trampilla del techo de la cabina.

- Vamos, esto está despejado, no os detengáis. – decía uno de ellos desde abajo.
- Kate es tu turno. – le dijo Frank mientras sostenía la entrada al montacargas.
- Vamos yo te agarro. – repitió el enfermero desde abajo.
- Vamos, ¿qué tal vais? No hay tiempo que perder. – dijo John jadeando por la carrera junto a Sarah desde las puertas de la planta de la enfermería.
- ¡Estáis bien!.. ¿Y Joe y tu padre Sarah? ¿Y la otra niña? – preguntó Kate.
- Vamos luego os lo contamos. – contestó James mientras ayudaba a bajar a la niña al techo del montacargas. Eusko empezó a relamerla nada más verla.
- Yo también me alegro de verte chico.

Cuando estaban abajo los dos enfermeros, Kate, Sarah y Frank, John agarró a la malherida Andrea, la cuál estaba inconsciente. 

- Vamos John, yo la tengo. – decía el padre desde abajo cuando agarró a su hija.

John se sujetó y bajó de golpe.

- Ahora busquemos con qué salir de aquí. – dijo John buscando algún vehículo.

Todos se desperdigaron hasta que alguien chilló. Era uno de los enfermeros. 

- ¿Qué es esto? ¡Por dios! – todos fueron corriendo hacia allí y descubrieron los cadáveres del coronel Philips, el cuál estaba sin cara, y sus cabos.
- Con razón no le localizábamos... ¿Quién ha podido hacer esto? – contestó Raven.
- Subid todos ahora mismo al vehículo de asalto. – dijo John al ver el humvee aparcado a pocos metros. – Fran tú primero, sube con tu hija delante. Todos los demás meteos atrás.

John abrió la puerta del conductor para ayudar desde dentro a coger a la joven Andrea y colocarla con junto a su padre.
Atrás Sarah abrió el maletero y entró Eusko. Después se metió en la parte de atrás junto a Kate y Raven, y cuando iba a subir el segundo enfermero desapareció sobre el vehículo. Algo lo agarró. 

- ¿Qué ha sido eso? – dijo el que subió antes.
- ¡Cierra la puerta maldita sea! – chilló Raven al lado de él. – ¡Meine vámonos! ¡Hay algo ahí fuera!
- ¿Qué? – dijo dándose la vuelta desde la parte del conductor.

De pronto toda la luna delantera comenzó a teñirse de sangre, hasta caer destripado el cuerpo del enfermero sobre el capó. 

- Oh mierda... ¿Y ahora qué? – dijo metiendo el contacto.

Sobre el capó saltó un tipo que se agachó y limpió la sangre que manchaba la luna.

- ¿Steven? – dijo Sarah desde la parte de atrás.
- Joder... Mira Frank ¿no le buscabas? Ahora puedes preguntarle algo.
- ¡Arranca joder! – respondió Frank blanco al ver el tipo que probablemente había salvado la vida de su hija bañado en sangre y con cara de poseído. Portaba la daga que llevaba aquella psicópata del camisón blanco. - ¿Ahora está con ellos?
- Mierda... Han mejorado el virus... Actúan como parásitos... – susurró Raven.
- ¿Qué ha dicho doctora? – le respondió Kate.

Steven lanzó una patada contra la luna delantera, quebrándola por el centro.

- ¡Coño! – y John metió la llave del contacto y aceleró. 

Steven salió disparado sobre el techo del vehículo, mientras aceleraba por el garaje de la comisaría hasta subir la rampa y lanzarse contra la puerta que cerraba la salida.

- ¡Agarraos! – gritó John antes de echarla abajo.

Al salir los primeros haces de luz de la madrugada empezaban a aparecer sobre el cielo de San Francisco, y cuál fue la sorpresa al encontrarse con las vallas que rodeaban la comisaría repletas de infectados. Cientos de ellos estaban agarrados contra ellas. Se pararon al salir después del fuerte impacto y vieron a su izquierda como cinco personas avanzaban hacia el helicóptero militar situado en el hangar. El tipo vestido de negro entró se dirigía a la cabina del piloto. También había una niña pequeña, y junto a ella tres tipos encapuchados con una especie de túnicas con capucha... Dos de ellos negros, el otro de morado. Se giraron frente a la comisaría y se quedaron quietos.

- ¿Qué están haciendo? – preguntó Frank. – ¿Esa es Jessica?
- Mierda... – dijo John.

¡Crash! La ventanilla del otro enfermero se destrozó. Steven se asomó con una gran agresividad. Agarró al enfermero para sacarle, pero Eusko desde atrás se lanzó contra él. Steven forcejeó y y golpeó fuertemente al perro, antes de lanzarle una puñalada en el pecho al auxiliar de la doctora Raven. Le abrió el pecho por completo antes de sacarle del vehículo.
Todas en la parte de atrás gritaron cuando volvió a aparecer para intentar introducirse en la parte de atrás pero John se giró para dispararle con su arma, sin embargo Steven se la arrebató golpeándole y cuando iba a dispararle el perro se lanzó directo a su cuello. En ese momento Steven volvió a salir con un fuerte grito de dolor hacia el techo. 

¡Bum! Un disparo seco sonó, y el joven Eusko calló por un lado.

- ¡Noooo! – chilló Sarah al ver caer el cuerpo de su mascota. 
- Se acabó. –  John dió un fuerte acelerón y frenazo en seco. Steven salió rodando por encima del capó. Estuvo unos segundos tirado en el suelo, después se levantó y se les quedó mirando sonriendo con cara de poseso.
- Atropéllalo... – le susurró Sarah.
- No tenía pensado otra cosa. – contestó el agente. – Nos vamos de aquí.

El coche se embaló fuertemente contra el cuerpo de Steven, éste se disponía a saltar cuando ¡bum!, John le pegó un tiro en el pecho con su arma, haciendo que no pudiera impulsarse con suficiente fuerza y su cuerpo cayese sobre el vehículo, partiéndole prácticamente por la mitad debido a la potencia de aquel vehículo.

- A ver si ahora sigues saltando... – soltó John cuando pasó por encima del cuerpo. – Y ahora vámonos de aquí de una maldita vez.
- ¡John mi padre! – dijo la pequeña antes de que el coche impactase contra aquellas verjas repletas de cuerpos infestos.
- Él sabe dónde nos dirigimos, le prometí que te protegería. – respondió mientras no dejaba de aplastar aquellos infectados haciéndose camino entre ellos hasta la carretera.

James no paraba de correr a través de las salas mientras aquel lunático le recortaba distancia con su recortada. Parecía que no se cansaba, y el cansancio era justamente lo que empezaba a hacer mella en nuestro detective.
El carnicero entro en una sala aún oscura, pero por la que comenzaban a entrar destellos de luz desde la calle, estaba amaneciendo.

- No alarguemos esto más, ¿quieres? Antes o después tendrás que dar la cara, así que haznos un favor y sal de donde estés escondido. – decía mientras le buscaba por aquella sala.
- ¿Me buscabas? – y James se lanzó contra él desde una mesa detrás suya, haciendo que tirase su arma – ¿querías decirme algo? Aquí estoy. Voy a partirte el puto cuello joder.

James no paraba de golpearle la cara estando sobre él. El carnicero le agarró como pudo y le dio un codazo sobre el estómago, quitándoselo de encima. Acto seguido le dio una patada, haciendo que James, que estaba debilitado, rodase hasta la sala entre las mesas. Éste se levantó a tientas y corrió hacia los armarios del fondo y sujetarse para tomar el aliento. Al estar entre ellos se fijó en lo que había tras ellos, C4 como para volar media manzana. 

- ¿Pero qué...? – las luces de los explosivos parpadeaban, estaban activadas. Cuando alguien pulsase un detonador toda la comisaría saltaría por los aires. – Estáis más locos de lo que pensaba, ¿sabías que estaba todo esto aquí y aún estamos dentro?
- ¡Calla y muere! – dijo el carnicero al lanzarle un machetazo fallido contra las estanterías.

James le dio un codazo contra la cara y echó a correr escaleras arriba. No paró hasta llegar a la azotea. El cielo estaba anaranjado, cuando vio la cantidad de infectados que rodeaban la zona. A su encuentro salió el carnicero que comenzaba a mostrar síntomas de cansancio.

- Hasta aquí hemos llegado, sólo uno de nosotros saldrá de ésta. – dijo antes de que sonase un fuerte golpe desde abajo de la comisaría. Se trataba del humvee negro militar. 
- Bien chicos. – se dijo James por dentro, al ver el vehículo. Acto seguido se dio cuenta de que había alguien sobre el capó del coche. - ¿Quién coño..?
- No llegarán muy lejos, nuestra nueva incorporación acabará con ellos, ¡al igual que yo contigo! – y se lanzó de nuevo contra el agente con su machete.
- ¡Oh vamos! ¿Es que vosotros no os cansáis nunca? – dijo esquivándole y golpeándole el estómago.
- No hasta arrancarte la cabeza. – se giró hacia él y le alcanzó sobre el hombro con el machete.

Una dura pelea estaba teniendo en aquella azotea mientras los televisores de todo el mundo volvían a dividirse en dos...

- Ja ja ja ja... ¿En serio pensaba que sería tan tonto como para emitir desde donde me ubico? – dijo la mitad de la pantalla en negro mientras el presidente se quedaba perplejo y pálido. – Ahora es mi turno.

Su pantalla cambió de imagen y se dividió en cuatro. Las imágenes correspondían a los emplazamientos decretados por la Casa Blanca para la extracción y ayuda de los ciudadanos contra la crisis que se estaba viviendo. El ayuntamiento, el hospital, la estación de bomberos y la comisaría.

- Demos la bienvenida al nuevo mundo, es el momento de la dinastía oscura. – y capucha apretó un pulsador. 

En ese momento hubo explosiones de gran magnitud filmadas en los cuatro lugares. Los edificios comenzaron a arder y a desmoronarse como un castillo de naipes. Se amplió la imagen de la comisaría en la que dos encapuchados de negro y uno de morado levantaban el brazo delante ante la gran explosión que estaba ocurriendo.

- Y ahora Señor Presidente, que se ha dado cuenta de la poca fuerza o poder que tiene, ahora que está observando cómo su país está siendo reducido a cenizas, ahora tiene mi permiso para morir. Jajajajaja. – mientras soltaba una macabra sonrisa un humo blanco salió disparado del escritorio del Presidente contra su cara. Éste comenzó a toser y a echar sangre. La imagen se cortó de repente. – Y ahora que me escucha el mundo entero... No huyáis de vuestro destino... No tenéis dónde esconderos. Nos veremos pronto. – y la pantalla se cerró por completo.

Mientras tanto desde las ruinas de la comisaría los tres encapuchados se dieron la vuelta al ver la explosión y que comenzaban a entrar todos los infectados por la abertura que dejó el humvee por uno de los extremos.

- Vámonos de aquí. – dijo Bridges.
- ¿Y el carnicero? – preguntó Miranda.
- No lo ha conseguido, y no hay tiempo que perder, en marcha. – dijo mirándose la mano con rabia. – Ahí no pueden haber quedado supervivientes.

El helicóptero empezó a rugir con sus hélices, y cuando comenzó a elevarse entre los escombros humeantes y las llamas, una silueta brillaba entre ellas. 

- ¡Mirad ahí! – dijo la escalofriante Jessica con una sonrisa dibujada con cortes sobre sus mejillas junto a una cara pálida mientras apuntaba con su dedo aquella sombra.
- No puede ser... – dijo Bridges asombrado al verlo con sus propios ojos.

Bajo ellos se encontraba un tipo que portaba un machete, y en su otra mano una cabeza arrancada que alzó por encima de sus hombros a modo de trofeo antes de lanzarla contra las llamas. Después se desplomó contra el suelo.

- Lo ha conseguido, el carnicero lo ha conseguido. Jaja... – dijo Bridges para sí mismo esbozando una sonrisa. – Descanse en paz agente Owens... ¡Bajemos a por él!