martes, 17 de noviembre de 2015

CAPÍTULO 12: NUEVOS AMIGOS

- ¡Chsss, Jess! ¿Estás ahí?- susurraba la pequeña Sarah asomando la cabeza tras la puerta de la habitación. Se había cansado de llamar a su padre y no obtener respuesta.

Esta vez estaba sola, sin su amiga, sin Eusko. Aquel pasillo seguía únicamente iluminado por la luz tenue que procedía del cuarto de baño al fondo, a diferencia de que en esta ocasión la puerta se encontraba totalmente abierta y el agua seguía emanando de su interior. Había manchas de sangre y huellas que llegaban hasta el punto desde el que se encontraba, provocadas por la persecución de la madre, si seguía siendo ella, al seguirlas hasta el cuarto. 
La joven avanzaba cautelosa, sabía que un paso en falso podía llevarle a lo peor, pero no estaba dispuesta a abandonar a su mejor amiga ante aquella situación, así que tomo aliento, y se armó de valor para seguir el camino. Antes de llegar a la escalera se observaba la puerta de la habitación de invitados entre abierta. Recordando lo que pasó antes con la madre guardó silencio total mientras se aproximaba. La respiración era prácticamente muda. Cogió un jarrón que estaba sobre el mueble del pasillo como medida de seguridad ante lo que pudiese pasar. Según avanzaba a hurtadillas su corazón se aceleraba, parecía que iba a explotarle. Consiguió mover las piernas para andar, las tenía prácticamente bloqueadas, hasta llegar al umbral de la puerta. No se podía ver nada en su interior, pero decidió no inspeccionar por lo que pudiese ocurrir, dejándola tras de sí. 
Al avanzar un par de pasos más, el suelo crujió bajo sus pies, y el sonido chirriante de la puerta abriéndose poco a poco casi la provoca un infarto.

- Otra vez no...- se giró lentamente...

De la oscuridad comenzó a vislumbrarse una pequeña figura que avanzaba por el suelo cautelosamente. La joven levantó el jarrón para lanzarlo...

- ¿Eusko? ¡¡¡Eusko!!!- la niña se arrodilló, soltando el “arma arrojadiza” sobre el suelo y la pequeña mascota aceleró el paso hasta ella. Le cogió en sus brazos. Parecía herido.- Mi salvador, ¿qué te ha hecho?

Sarah vio su pata lastimada. Sangraba, pero no parecía grave. Tras examinarle, le dejó sobre el suelo, echándole una mirada cómplice a su mascota que ésta pareció devolverle. Ambos parecían dispuestos a seguir avanzando como un equipo. La chica se levantó y llegaron silenciosamente hasta la escalera. La luz del televisor y el sonido que producía llegaban desde el salón hasta la pared de la bajada al piso inferior. Parecía una escena sacada de la mismísima película “Polstergeist”.
Paso a paso, la niña era escoltada por su perro, que hacía de avanzadilla. Bajaban escalón a escalón, y a medida que lo hacían iba observando aquel salón iluminado por aquella luz blanca y siniestra del televisor. El sonido fuerte provocado por aquella niebla televisiva hacía casi imposible escuchar cualquier cosa, pero tampoco veía nada más que la silueta de los muebles a contraluz desde la posición en la que se encontraba. Su amiga no debía andar muy lejos. Esperaba que no la hubiese pasado nada.
- ¡Jess! ¿Estás ahí? – volvió a susurrar con algo más de fuerza a la espera de que ésta pudiese escucharla. Pero nada.

Dueña y mascota permanecían inmóviles sobre los escalones, hasta que el pequeño Eusko decidió emprender la marcha, animando así a Sarah, que por muy joven que fuese aquel perro, le daba muchísima seguridad el poder ir respaldada por él.
Al llegar a la planta inferior, el pequeño Eusko la dio esquinazo y soltó un pequeño ladrido como indicando a la joven que se fijase en algo. Ella se asomó y pudo verlo. Se trataba del cuerpo de Beth, la madre de Jess, que yacía en el suelo.
Su cabeza se encontraba destrozada, estaba empapando el suelo con un gran charco de espesa sangre oscura. Ella se quedó gélida. Se acercó lentamente al cuerpo, observando que permanecía inmóvil. Se inclinó sobre el cuerpo, intentando averiguar el origen de la herida en la cabeza, pero únicamente apreció un gran boquete sobre ésta. 
El perro comenzó a gruñir hacia la escalera, ella se dio la vuelta y observó una mano empapada en rojo púrpura que asomaba sobre la esquina. Tras ella apareció el rostro pálido del señor Patterson, tenía los ojos blancos, vacíos de mirada alguna. Su boca estaba desfigurada por completo, la tenía desgarrada a mordiscos. Su paso era lento y perdido, sin coordinación alguna.
Carl giró la cara hacia el perro que le ladraba, pero al ver a la niña, fijó su mirada hacia ella. A Sarah la entró el pánico, comenzó a retroceder nerviosa, pisando a tientas hacia atrás, tropezando así con el brazo de la mujer tumbada sobre el suelo. Cayó de bruces sobre ella y el perro comenzó a ladrar con más fuerza a medida que avanzaba aquel ser hacia ellos. Se tiró con fuerza hacia ella al verla tirada sobre el suelo intentando desquitarse del cuerpo de la Beth que quedaba bajo ella. La criatura agarró con fuerza del tobillo de Sarah, trayéndola hacia sí mismo y a pesar de los esfuerzos de ésta por zafarse de aquella situación, aquel ser estaba a punto de asestarla un mordisco de un momento a otro en la pierna. Sarah como acto reflejo le pateó la cara, haciendo que éste la soltase instantáneamente, hecho que aprovechó para escapar entre sus brazos, poder levantarse y correr hacia la puerta. Pero antes de conseguirlo la criatura la volvió a agarrar nuevamente, en esta ocasión la alcanzó la zapatilla, haciendo que volviese a caer en esta ocasión de cara contra el suelo, quedando conmocionada. La criatura avanzaba sobre ella mientras ésta se encontraba desorientada por el golpe. Era el fin.. Lo que antes era el señor Patterson ahora se había convertido en un ser violento que estaba apunto de arrancarle un trozo de cuello mediante un bocado a aquella pobre niña a la que tenía sujeta sobre el suelo...

BUM!!

Un disparo sordo hizo que cayese de nuevo ella, que ya se encontraba indefensa entre las manos de aquella criatura. 

- Sarah!! Soy Jess..- la pequeña Owens pudo ver antes de desmayarse a su amiga junto a otro hombre que portaba un arma humeante a través del silenciador... 

Quedó tendida mirando hacia la derecha, viendo la cabeza de Carl con un boquete que le atravesaba la frente. Después hubo silencio entre los ladridos de Eusko.. Oscuridad...



...




Comenzaron a bajar por aquellos escalones, la luz era tenue, el lugar húmedo. Las paredes estaban poco cuidadas, y a medida que bajaban perdían su blancura. Llegaron a una puerta metálica que se encontraba bloqueada.

- Mierda está cerrada.- dijo Joe empujando contra ella.
- Aparta.- le respondió el detective Owens apuntando su arma hacia la cerradura.

BUM!!

El fuerte disparo hizo que el cierre reventase, haciendo que la puerta se abriese ante ellos.

- Continuemos, no hay tiempo que perder, la puerta de arriba no se si conseguirá contenerlos demasiado tiempo.- dijo haciendo referencia a la horda de “zombies” que campaban allá fuera golpeándola con fuerza- Debemos dar con John y Kate, él nos estará buscando también, pero ella dónde demonios se habrá metido...- no sabía por qué había conectado tanto con ella, tal vez le recordase a Adele, la madre de su hija Sarah- Espero que escapase a tiempo...
- Esa chica tiene huevos lo admito, pero salir de ésta...

Ambos quedaron en silencio antes de entrar por la puerta. Daba acceso a un garaje con muy poca iluminación.

- Parece que conectan por aquí el resto de edificios que estaban allá fuera. Con suerte John nos vería entrar aquí y accederá al garaje por otra entrada. Mantengamos los ojos abiertos, no sabemos qué podríamos encontrarnos aquí abajo..- le dijo el detective caminando con cautela mientras empuñaba su arma.
- A sus órdenes... Aunque yo tengo esto para quién tenga ganas de plomo..- dijo “El puerco” moviendo su escopeta como si se tratase de un niño presumiendo de botas nuevas.

Andaban con rapidez buscando otros accesos que por localización pudieran ubicarse en la zona que se dirigía John cuando le perdieron de vista, y en medio de esa búsqueda vieron una luz que procedía de lo que parecía un trastero. Ambos se miraron guardando silencio y comenzaron su andadura hacia allí.
Cada vez podían escuchar con más claridad un tipo de rock duro, heavy metal o algo así. La música sonaba con fuerza, no podían distinguir ningún sonido del interior más que aquel.
La puerta no tenía pomo, sólo una cerradura.

- Yo llamo y tú me cubres ¿vale?- le aclaró Owens a su “nuevo compañero”.
- Oído detective.- dijo asintiendo el otro cargando la escopeta entre sus manos.

Cuando se disponía a golpear la puerta, se escuchó el ruido que provenía se la cerradura abriéndose, alguien salía hacia fuera. Se trataba de un tipo gordo, estaba sudando, tenia el pelo grasiento y vestía con una camiseta de tirantes interior blanca y un vaquero que se estaba abrochando. Salía fumando un cigarrillo y no se fijó en estos dos que se apartaron contra la pared, pasando desapercibidos ante aquel tipo que se preocupaba únicamente exhalar el humo de su tabaco mientras se terminaba de cerrar la bragueta del pantalón. La puerta quedó abierta tras él y la música sonaba ahora con más fuerza.

- Joder Richi, ¿el fin del mundo? ¡Esto es una puta maravilla!- volvía a darle una calada al cigarro- Ya podían habernos atacado antes esos malditos terroristas, jajaja. ¡Viva la anarquía!- se comenzó a rascar el trasero mientras tomaba los últimos suspiros de aquel cigarro antes de tirarlo.
- Silencio por favor.- le susurró el detective Owens a aquel tipo mientras de encañonaba la pistola contra la nuca- ¿Quiénes sois?
- Oh mierda, escucha tío, tenemos televisores y ordenadores que acabamos de mangar, podemos repartir el botín. Incluso tenemos a una zorrita muy guerrera ahí dentro que cogimos a la vuelta, lo pasarás en grande. Pero no me mates, hay material de sobra para repartir. Anda echa un vistazo.
- ¿Qué? Andando vamos.- James le agarró del brazo por detrás, teniéndole controlado sin poder moverse más que lo que él le dejase hacerlo.
- ¡Vamos si tranquilo! Verás como te gusta. ¡Coño si sois dos! Mejor, así podréis cargar con los paquetes, porque tú solo... ¡Au, tranquilo!- se quejó mientras James le retorció el brazo y empujo contra la puerta.
- Joe sujétale.

James entró hacia dentro, en el interior de aquel trastero había muchas cajas, como le dijo aquel tipo, de televisores y ordenadores. Por lo visto habrían arrasado con una tienda,  el lío que estaba habiendo hacía imposible controlar a los ciudadanos.
Al fondo de la habitación había otro tipo de espaldas a ellos, sobre un colchón en el suelo... La música seguía sonando fuerte, pero James sólo escuchaba aquella voz dolida resistiéndose.. El colchón tenía manchas de sangre, aquel tipo la embestía con fuerza, y aquella muchacha no podía apenas moverse, intentaba utilizar las manos para quitárselo de encima mientras el otro animal la aplastaba la cara contra el colchón. Ella se estaba apagando...
James quedó inmóvil ante tal escena. Joe se quedó perplejo, y aquel tipo dijo unas palabras poco acertadas.

- Qué os dije tíos, ¡buffet libre! Yo acabo de montar a la jodida puta, ¿queréis probar?

James levantó su arma apuntando a la cara de aquel tipo mientras Joe le sujetaba, y casi sin mirarle, como si de un acto reflejo se tratase, le voló los sesos. No se lo pensó.

¡Bum!
El sonido del disparo resonó en toda la habitación, haciendo caer al suelo del susto al otro tipo que estaba sobre el colchón. 

- ¿Qué coño...? ¡Andrew no! ¡Pero qué cojones habéis hecho!- y se lanzó contra un revolver que había en el suelo.

¡Bum!

Al ir a apuntar a éstos, James le destrozó la mano de otro tiro, se la arrancó de cuajo desde la muñeca.

- ¡¡¡Aaaaah!!! ¡¡Capullos!! ¡Os voy a matar!- se dolía aquel tipo al que llamaron Richi anteriormente sujetando contra sí lo que ahora era un muñón.

Joe estaba inmóvil, blanco, aún tenía trozos de la cabeza del otro tipo sobre él, que salieron disparados al reventarla James anteriormente.
James se acercó a la muchacha, la tapó con una manta mientras ésta se intentaba reincorporar y vestir como podía, pues estaba golpeada, destrozada, y apenas tenía fuerzas para abrir los ojos ni vocalizar.

- Tranquila Kate, soy James, ya estoy contigo.- le susurró a la chica mientras la levantaba y conducía hasta Joe.- Quédate con ella fuera por favor, tengo que encargarme de una cosa aquí dentro antes de que sigamos.
- Claro detective.. Vamos Kate, salgamos fuera.

La mirada de Owens estaba perdida, no emitía ninguna sensación, daba realmente miedo, como si su cabeza hubiese desconectado al haber pasado lo que pasó, y lo último que pudo ver Joe antes de que James cerrase la puerta tras de sí es como cogía un martillo. Después la cerró de golpe, y sólo se pudo escuchar aquella música de rock... 




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