Sarah y Jess se encontraban en el pasillo llorando por la madre de esta última. Se encontraba mal, muy mal, y la ayuda no llegaba. Se aferraban a la ayuda que había prometido mandar el detective Owens, pero no llegaba. La casa se encontraba sombría, manchas de sangre y vómitos por doquier, todo desordenado, gasas manchadas, el baño con el agua sobre el suelo que caía desde la bañera a causa de los temblores de la señora Patterson, el pobre Carl a su lado intentando detener esa maldita fiebre, y las pequeñas sufriendo y llorando. Esperaban que todo fuese una pesadilla y poder despertar de un momento a otro de aquel silencio roto únicamente por las salpicaduras de agua y sollozos de la familia. Aquel silencio roto.... Aquel silencio... La mano de la mujer fue perdiendo fuerza sobre la de su marido hasta exhalar su último aliento mirándole fijamente a los ojos... Despidiéndose...
Beth yacía entre los brazos de Carl, caliente aún por la fiebre, pero se iba volviendo pálida y fría a medida que pasaban los segundos. Su marido la cerró los ojos con la mayor ternura que podía inspirar en aquel momento, unos ojos que quedaron vacíos.. Y sin dejar de agarrar su mano tocándola la cara rompió a llorar...
Jess entró corriendo a abrazar a su padre sollozando por la muerte de su madre. El padre la agarró entre sus brazos. Eran uno bajo aquella luz fija del baño, con el cuerpo de la madre de fondo tendido sobre la bañera. Una imagen que Sarah miraba con mucha tristeza desde el umbral de la puerta, haciéndola recordar la muerte de su madre y a la que ella nunca conoció, pensando en dónde estaría su padre,... Entre aquellos pensamientos de tristeza el pequeño Eusko se puso a su lado para darla con el hocico, ella le miró fijamente y se agachó hacia él pensando: está bien, seguro que papá está bien..
Sarah se quedó mirándolos mientras tenía cogido a su perro, y tras ese abrazo entre padre e hija, lleno de dolor y a la vez de amor, se fijó en algo casi inapreciable, los dedos de la mano de la señora Patterson que asomaba fuera de la bañera, se estaban moviendo.
Tanto Carl como su hija se giraron como un resorte, y se fijaron en la mano de Beth, que era cierto que estaba moviéndose, muy poco, pero lo hacía.
Carl notaba su mano rígida y muy fría, helada. Se acercó a escuchar si aún respiraba, poniendo el oído sobre la boca de su mujer. Escuchaba un pequeño aliento, intermitente, pero existía. Acto seguido la intentó tomar el pulso, pero no se lo encontraba, suponía que tendría las constantes vitales al mínimo.
La mujer comenzó a reaccionar pues comenzó a apretarle la mano con más fuerza a su marido. El perro comenzó a soltar ladridos de fondo.
La mujer pareció reaccionar, parecía mirarle, parecía fijarse en sus manos. Estaba perdida, pero comenzaba reaccionar a los estímulos, y seguía con la mirada las manos de su marido. Él la acarició el rostro, y la beso emocionado por que estaba viva...
Aaaaaggggggggghhh...
El señor Patterson cayó de bruces contra el suelo, con una gran herida en la cara, le faltaba un trozo de labio que emanaba sangre a borbotones. Aquel trozo se encontraba entre los dientes de Beth, que se quedó mirando fijamente a su marido mientras comenzaba a incorporarse dentro de la bañera.
Llegó Jess con las toallas, que se quedó pasmada junto a su amiga viendo aquella grotesca imagen entre sus padres.
La mujer salió y se abalanzó sobre él. Jess intentó acercarse, pero Sarah la detuvo y la sacó, forcejeando con ella, del baño.
Ambas salieron corriendo por el pasillo hasta la habitación, dejando atrás los gritos de los Patterson en aquel baño mientras el pequeño pastor alemán las seguía. Consiguieron llegar al cuarto y encerrarse.
...
Tac, tac, tac... La luz de los intermitentes lucían al unísono del sonido de los mismos. El coche quedó volcado bajo la lluvia negra, y el agente Owens no hacia más que pensar en el bienestar de su tripulante Kate, pero no podía observar señales de vida desde su posición. Se mantenía junto a su compañero John, fijándose en aquel vehículo de asalto negro, preguntándose cómo podían haber dado con ellos tan rápidamente.
Del vehículo comenzaron a bajar hombres, cinco pudieron contar mientras se cubrían tras otro vehículo aparcado en el arcén. Iban bien equipados, con lo que parecían fusiles automáticos, como con los que fueron atacados en el local de Joe, y ellos únicamente poseían sus dos 9 milímetros reglamentarias.
Los cinco hombres se acercaban en formación, estaban situados entre los cuerpos de los seres infectados que abatió Joe.
Un cuerpo se arrastraba tras aquellos hombres. Sus tripas sobresalían de su chaleco, entre aquella lluvia y la oscuridad era casi invisible. Se trataba del tipo que se estaban devorando junto al camión los otros seres.
Arrrrrg, asestó un bocado contra el tobillo de aquel tipo.
Empezaron a aparecer infectados de todos lados tras ellos. James y John se asomaron por encima del coche. Habría una veintena de aquellas criaturas que pudiesen distinguir desde ahí por los fogonazos de los disparos de aquellos hombres defendiéndose.
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