domingo, 25 de octubre de 2015

CAPÍTULO 9: VÍA DE ESCAPE

Sarah y Jess se encontraban en el pasillo llorando por la madre de esta última. Se encontraba mal, muy mal, y la ayuda no llegaba. Se aferraban a la ayuda que había prometido mandar el detective Owens, pero no llegaba. La casa se encontraba sombría, manchas de sangre y vómitos por doquier, todo desordenado, gasas manchadas, el baño con el agua sobre el suelo que caía desde la bañera a causa de los temblores de la señora Patterson, el pobre Carl a su lado intentando detener esa maldita fiebre, y las pequeñas sufriendo y llorando. Esperaban que todo fuese una pesadilla y poder despertar de un momento a otro de aquel silencio roto únicamente por las salpicaduras de agua  y sollozos de la familia. Aquel silencio roto.... Aquel silencio... La mano de la mujer fue perdiendo fuerza sobre la de su marido hasta exhalar su último aliento mirándole fijamente a los ojos... Despidiéndose...

Beth yacía entre los brazos de Carl, caliente aún por la fiebre, pero se iba volviendo pálida y fría a medida que pasaban los segundos. Su marido la cerró los ojos con la mayor ternura que podía inspirar en aquel momento, unos ojos que quedaron vacíos.. Y sin dejar de agarrar su mano tocándola la cara rompió a llorar... 

Jess entró corriendo a abrazar a su padre sollozando por la muerte de su madre. El padre la agarró entre sus brazos. Eran uno bajo aquella luz fija del baño, con el cuerpo de la madre de fondo tendido sobre la bañera. Una imagen que Sarah miraba con mucha tristeza desde el umbral de la puerta, haciéndola recordar la muerte de su madre y a la que ella nunca conoció, pensando en dónde estaría su padre,... Entre aquellos pensamientos de tristeza el pequeño Eusko se puso a su lado para darla con el hocico,  ella le miró fijamente y se agachó hacia él pensando: está bien, seguro que papá está bien..

 

Sarah se quedó mirándolos mientras tenía cogido a su perro, y tras ese abrazo entre padre e hija, lleno de dolor y a la vez de amor, se fijó en algo casi inapreciable, los dedos de la mano de la señora Patterson que asomaba fuera de la bañera, se estaban moviendo.

 

¡¡Carl!! ¡¡Mueve la mano!! ¡¡Aún está viva!!- exclamaba la pequeña soltando a la pequeña mascota al suelo.

 

Tanto Carl como su hija se giraron como un resorte, y se fijaron en la mano de Beth, que era cierto que estaba moviéndose, muy poco, pero lo hacía.

 

Cariño, ¿me oyes? Estamos Jessy y yo aquí contigo- la decía a la mujer apretándola la mano y acercándose a ella.
¡Mamá! ¡Cúrate, que estamos contigo!- exclamaba la pequeña.

 

Carl notaba su mano rígida y muy fría, helada. Se acercó a escuchar si aún respiraba, poniendo el oído sobre la boca de su mujer. Escuchaba un pequeño aliento, intermitente, pero existía. Acto seguido la intentó tomar el pulso, pero no se lo encontraba, suponía que tendría las constantes vitales al mínimo.

 

Cariño vas a a aguantar, vamos a salir de ésta juntos, te lo prometo-decía sin soltarla la mano.- Jess trae toallas, hemos de hacerla entrar en calor.- cerró el agua fría y abrió la caliente.

 

La mujer comenzó a reaccionar pues comenzó a apretarle la mano con más fuerza a su marido. El perro comenzó a soltar ladridos de fondo.

 

Sí Beth, estamos aquí. ¡Jess! ¡Trae las toallas rápido!- Carl abrazó a su mujer contra él, intentando que reaccionase de algún modo, mientras el agua caliente comenzaba a envolver su cuerpo.
¡Eusko para!- decía la pequeña Sarah observando el abrazo desesperado del señor Patterson. Entonces se fijó, Beth empezó a abrir los ojos lentamente, estaban desorientados, como si acabase de despertarse de una larga siesta, llenos de capilares, hinchados, que unidos a una cara tan pálida, daban un aspecto bastante enfermizo.- ¡Carl! ¡Está despierta!
¿Mi vida? ¿Me oyes?- la dijo Carl agarrando su cara entre sus manos.

 

La mujer pareció reaccionar, parecía mirarle, parecía fijarse en sus manos. Estaba perdida, pero comenzaba reaccionar a los estímulos, y seguía con la mirada las manos de su marido. Él la acarició el rostro, y la beso emocionado por que estaba viva...

 

Aaaaaggggggggghhh...

 

El señor Patterson cayó de bruces contra el suelo, con una gran herida en la cara, le faltaba un trozo de labio que emanaba sangre a borbotones. Aquel trozo se encontraba entre los dientes de Beth, que se quedó mirando fijamente a su marido mientras comenzaba a incorporarse dentro de la bañera.

Llegó Jess con las toallas, que se quedó pasmada junto a su amiga viendo aquella grotesca imagen entre sus padres.

 

¿Mamá?- la niña dejó caer las toallas sobre el suelo mojado.
¡Niñas! ¡Corred a vuestra habitación y no abráis hasta que yo os lo diga!- dijo el padre desde el suelo.

 

La mujer salió y se abalanzó sobre él. Jess intentó acercarse, pero Sarah la detuvo y la sacó, forcejeando con ella, del baño.

 

¡Jess vámonos! ¡Ahora!- le dijo la chica mirándola fijamente.

 

Ambas salieron corriendo por el pasillo hasta la habitación, dejando atrás los gritos de los Patterson en aquel baño mientras el pequeño pastor alemán las seguía. Consiguieron llegar al cuarto y encerrarse.

 

¿Sarah qué está pasando? ¿Qué le pasa a mi madre?
No lo sé Jess, no lo sé. Pero tu padre nos ha dicho que nos quedemos aquí, así que dejemos que se ocupe de la situación con tu madre, y ahora nos avisará, no le distraigamos. Seguro que lo soluciona, seguro que todo sale bien...- ¿papá dónde estás?.. Pensaba la niña mientras miraba la pantalla de su móvil... 

 

 

 

...

 

 

 

Tac, tac, tac... La luz de los intermitentes lucían al unísono del sonido de los mismos. El coche quedó volcado bajo la lluvia negra, y el agente Owens no hacia más que pensar en el bienestar de su tripulante Kate, pero no podía observar señales de vida desde su posición. Se mantenía junto a su compañero John, fijándose en aquel vehículo de asalto negro, preguntándose cómo podían haber dado con ellos tan rápidamente.

Del vehículo comenzaron a bajar hombres, cinco pudieron contar mientras se cubrían tras otro vehículo aparcado en el arcén. Iban bien equipados, con lo que parecían fusiles automáticos, como con los que fueron atacados en el local de Joe, y ellos únicamente poseían sus dos 9 milímetros reglamentarias. 

 

John aquí estamos en desventaja, deberíamos atraerlos a un sitio cerrado donde poder atacarlos por sorpresa, aquí estamos vendidos.
Sí James, te olvidas de que han venido a por nuestro amigo, el jodido Puerco. Deberíamos sacarle de ahí a él y Kate y salir de aquí como podamos, y hasta no tener algo mejor ocultarnos y únicamente defendernos en caso de estar acorralados.- instó su compañero.
...De acuerdo, necesitaremos una distracción, un señuelo para poder ver cómo están  y sacarles del coche cuanto antes. La cuestión es.. ¿Cómo?

 

Los cinco hombres se acercaban en formación, estaban situados entre los cuerpos de los seres infectados que abatió Joe.

 

Detectives Williams y Meine, sabemos quiénes son. Ustedes no nos interesan, ni la chica, suponemos que se trata de Kate Rutherford, ¿verdad? Únicamente estamos interesados en Sullivan, no desperdicien sus vidas defendiendo a ese maleante. Dejen que nos lo llevemos, y todos ustedes saldrán vivos de ésta. Les doy mi palabra. Cojan a la chica, y márchense. Nosotros nos encargaremos del resto.- dijo uno de los hombres de negro.
¿Por qué les interesa tanto esa escoria?- dijo James gritando desde el vehículo y mirando a su compañero con una mirada cómplice.
Los asuntos pendientes entre mi jefe y Sullivan no les concierne. Obedezcan y volverá a ver a su hija.

 

¿Pero cómo...?- James le susurró a su compañero.- John no podemos fiarnos, a la que nos tengan a tiro podrían abatirnos y seguir su cometido sin tener que exponerse a que sepamos la información que tenga éste..
Estoy de acuerdo tío.- asintió John.

 

No vuelva a hablar de mi hija o lo lamentará.- les dijo el detective con voz amenazante.
No nos haga usted meterla en esto.- respondió entre risas aquel tipo.

 

Un cuerpo se arrastraba tras aquellos hombres. Sus tripas sobresalían de su chaleco, entre aquella lluvia y la oscuridad era casi invisible. Se trataba del tipo que se estaban devorando junto al camión los otros seres.

Arrrrrg, asestó un bocado contra el tobillo de aquel tipo.

 

¡¡¡Joder!!! ¡¡¡Aaaaaaahhhh!!!
¡¡Han mordido a Ben!! ¡¡Cuidado! ¡¡Estamos rodeados!!

 

Empezaron a aparecer infectados de todos lados tras ellos. James y John se asomaron por encima del coche. Habría una veintena de aquellas criaturas que pudiesen distinguir desde ahí  por los fogonazos de los disparos de aquellos hombres defendiéndose.

 

James, ¿querías una oportunidad? Aquí la tenemos.

 

 

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